Sol y sombra. Así, como en una fotografía de alto contraste, se podría ver el panorama político latinoamericano que sigue debatiéndose entre la tentación caudillista y la aspiración democrática.
Mientras que en Venezuela Nicolás Maduro recién convocó a sus clientes y amigos a una elección municipal cuyos resultados eran predecibles mucho antes de realizarse los comicios, en Argentina el poder judicial dio muestras de su fortaleza e independencia acusando de traición a la patria a la ex presidenta, y hoy Senadora Cristina Fernández de Kirchner.
En un artículo reciente publicado en El País, de España, el escritor mexicano Francisco Martín Moreno detallaba un fenómeno hasta ahora insólito en la historia política de América Latina: el encarcelamiento de ex presidentes. Para el escritor, la independencia de los sistemas de justicia de ciertos países latinoamericanos es prueba irrefutable del avance democrático de la región, y da como ejemplo que en Guatemala, el ex presidente Otto Pérez Molina cumple su condena acusado de cohecho, defraudación y lavado de dinero; en El Salvador ya está preso Antonio Saca y sigue en la lista Mauricio Funes que hoy se esconde en Nicaragua. También en Panamá están a la espera de que se resuelva la solicitud de extradición del ex presidente Ricardo Martinelli, mientras que en Costa Rica, el país que ha sido el bastión de la democracia en el área, dos ex presidentes, Rafael Ángel Calderón y Miguel Ángel Rodríguez, cumplen su condena por sendos casos de corrupción.
En el Perú, cualquiera diría que pronto tendrán que construir un pabellón carcelario para darle albergue a sus ex presidentes: Alberto Fujimori ocupa una celda convicto de asesinatos y secuestros; Ollanta Humala también está en la cárcel acusado de corrupción, y ya preparan un calabozo para Alejandro Toledo, hoy prófugo de la justicia. En Brasil, Luiz Inácio Lula de Silva y su enemigo político, el actual presidente Michele Temer podrían tener que convivir en celdas contiguas ya que ambos enfrentan serios cargos de corrupción.
Contrario a esta tendencia reformista democrática del continente también sobreviven regímenes autocráticos de nuevo cuño que pervierten el sistema democrático convocando a elecciones y reelecciones amañadas contando con la complicidad de pseudo instituciones corruptas. Considere, por ejemplo, el caso del boliviano Evo Morales, quien siguiendo los malos pasos del venezolano Hugo Chávez, del ecuatoriano Rafael Correa (en sus tiempos presidenciales) y del nicaragüense Daniel Ortega, no ha vacilado en violar la Constitución de su país para buscar su cuarta reelección.
La descarada ambición de poder de Morales parecería una comedia de enredos y contradicciones si no fuera porque es una vergüenza impresentable. Electo presidente en 2006, fue reelecto en 2010 y un poco después promulgó la Constitución que prohibía un tercer mandato presidencial… salvo en su caso. Antes de terminar su segundo mandato decretó que el primero no contaba porque sucedió antes de la “refundación de Bolivia”, y haciendo caso omiso de la prohibición constitucional se postuló para una tercera reelección en 2014. Dos años después convocó a un referendo para reformar la Constitución de forma que le permitiera presentarse a una nueva reelección y cuando los votantes rechazaron su propuesta, Morales decidió ignorar la voluntad popular. Con la complicidad del Tribunal Constitucional, que falló que el voto de los ciudadanos afectaba los derechos políticos del dictador en ciernes, Morales ha dicho que se presentará a su cuarta reelección.
En mis épocas de estudiante, los dictadores latinoamericanos, Somoza, Duvalier, Stroessner, Banzer, Pinochet y otros más, eran de derecha. La gran excepción era Cuba donde la dictadura de los hermanos Castro que se asentó a principios de la década de los sesenta y parece no tener cuando terminar se autodenomina líder de esta izquierda de pacotilla. Hoy, el lunar del hemisferio son los países de la niebla bolivariana que afortunadamente cada vez son menos.
En este sentido, comparto el optimismo de Martín Moreno y aplaudo los avances democráticos en el continente aunque creo también que las regresiones continuarán dándose sobre todo en aquellos países en los que los poderes legislativo, judicial y electoral siguen siendo débiles e ineficaces.
Escribe sobre temas políticos en varios periódicos en las Américas.