burocracia gabriel zaid
Tom Ventura from Denver, CO, USA, CC BY 2.0 , via Wikimedia Commons

Desastres invisibles

Las colas en los bancos, las cajas de las tiendas, las antesalas mรฉdicas, las ventanillas pรบblicas y privadas, son tan comunes que parecen normales. Pero destruyen millones de horas de productividad.
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Hay desastres repentinos y visibles, como las inundaciones, que exigen atenciรณn inmediata, y hasta salen en televisiรณn. Pero tambiรฉn los hay poco visibles, como el hundimiento de la Ciudad de Mรฉxico, que avanza tranquilamente a la catรกstrofe.

Las colas en los bancos, las cajas de las tiendas, las antesalas mรฉdicas, las ventanillas pรบblicas y privadas, son tan comunes que parecen normales. Pero destruyen millones de horas de productividad.

Nadie se ha puesto a calcular cuรกnto cuestan los accidentes provocados por los baches de calles y aceras. La muerte, invalidez y daรฑos a personas y vehรญculos valen mucho mรกs que remediar los baches. Pero los daรฑos los pagan los afectados, mientras que el remedio lo paga el erario; al que le salen mรกs baratos los accidentes que su prevenciรณn. En otros paรญses no es asรญ. El erario indemniza y las autoridades pagan el costo polรญtico de su ineptitud.

Un cliente abre una cuenta bancaria. Cuando el banco establece una sucursal mรกs cercana, trata de cambiarse y encuentra resistencias (las sucursales compiten internamente y pierden puntos cuando pierden un cliente). Molesto, procede a cancelarla. Intentan disuadirlo con mayor firmeza. Para acabar (o eso supone), saca todo el dinero de la cuenta. Empieza a recibir estados de cuenta en ceros. Temiendo alguna trapacerรญa, va con un tambache de estados en ceros para que los vean. Le dicen: ยฟY usted que pierde? Diez aรฑos despuรฉs, sigue recibiendo estados en ceros.

Un contribuyente del impuesto predial paga por adelantado todo el aรฑo. De pronto, llegan recordatorios de pago y hasta amenazas de embargo. El mismo predio empezรณ a generar dos avisos: uno a nombre del dueรฑo y otro anรณnimo, dirigido “al propietario o poseedor del predio”. Cuando llegan a embargar, muestra el aรฑo pagado y el actuario se retira, molesto (pierde la comisiรณn que esperaba). La historia se repite un aรฑo despuรฉs, y asรญ sucesivamente, a pesar de interponer oficios aclaratorios. Contrata a un gestor, y logra detener los avisos anรณnimos doce aรฑos despuรฉs de que empezaron a llegar.

Lo mismo sucede en otro predio, con una variante. El propietario trata de corregir su nombre, que estรก mal escrito. Lo corrigen, y empieza a recibir dos avisos: el de siempre y otro con el nombre correcto.

El Seguro Popular, de inscripciรณn voluntaria, llegรณ a tener mรกs de 50 millones de afiliados que pagaban una pequeรฑa cuota. Suprimirlo para hacer algo mejor y completamente gratuito (que no existรญa y todavรญa estรก lejos de alcanzar la misma cobertura) fue un desastre innecesario para millones de mexicanos.

De manera irresponsable, los bancos envรญan tarjetas de crรฉdito no solicitadas. Inducen a los incautos a gastar de mรกs y meterse en problemas.

Las buenas intenciones contra la corrupciรณn, la imprevisiรณn y los trรกmites lograron el desabasto de medicamentos. Y no sabemos cuรกntas muertes.

En todos los paรญses, la covid ha provocado mortandad, frenada por la vacunaciรณn y otras medidas preventivas. Pero el freno en Mรฉxico fue titubeante, tardรญo y todavรญa incompleto. Los 300,000 muertos (oficiales) pasarรกn a la historia como una ineptitud desastrosa de la Secretarรญa de Salud.

Los apagones son destructivos. Interrumpen el trabajo, producen fallas en los servicios de televisiรณn e internet, daรฑan las medicinas y alimentos que requieren refrigeraciรณn, los aparatos electrodomรฉsticos, el transporte elรฉctrico, los servicios de hospitales, hoteles, restaurantes, bancos, tiendas, elevadores, escaleras elรฉctricas y muchos equipos industriales. Pero, en la oscuridad del apagรณn, los daรฑos son invisibles.

Telmex tarda semanas en reparar una lรญnea y no paga los daรฑos de quedarse sin telรฉfono. Ni siquiera descuenta del recibo el cobro del servicio que no dio.

Los beneficios del programa “Hoy no circula” estรกn por verse. Pero ha costado miles de millones de pesos en capital ocioso un dรญa por semana.

Hay quienes creen que Kafka inventรณ las situaciones kafkianas a partir de su experiencia como modesto empleado pรบblico. Pero su experiencia burocrรกtica la viviรณ como alto ejecutivo de una inmensa compaรฑรญa de seguros privada. Lo mismo viven los asegurados que sufren un siniestro y tratan de cobrar el seguro. Cobrar se vuelve una novela kafkiana.

Publicado en Reforma el 31/X/21.

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(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.


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