Octavio Paz fue el hermano mexicano de Albert Camus, Ignazio Silone, Andrรฉ Breton, George Orwell, Arthur Koestler, Daniel Bell, Irving Howe: hombres de izquierda que se atrevieron a ejercer la crรญtica de su propia tradiciรณn.
En su juventud, como se sabe, fue marxista. Y, aunque rechazรณ desde temprano el realismo socialista, denunciรณ los campos de concentraciรณn en la URSS y marcรณ distancias de la Revoluciรณn cubana, por largas dรฉcadas mantuvo su fe en la Revoluciรณn socialista. De hecho, no fue sino hasta leer el Archipiรฉlago Gulag en 1974 (justo al cumplir los sesenta aรฑos) cuando Paz se desencantรณ finalmente del llamado socialismo real: "ahora sabemos -escribiรณ ese aรฑo- que el resplandor, que a nosotros nos parecรญa una aurora, era el de una pira sangrienta […] nuestras opiniones en esta materia […] han sido un pecado en el antiguo sentido de la palabra: algo que afecta al ser entero". A expiar ese pecado dedicรณ los siguientes 24 aรฑos de su vida.
Las nuevas generaciones de izquierda en Mรฉxico no entendieron -mรกs bien, no quisieron entender- las razones de Paz. No era difรญcil: Paz estaba dando el mismo viraje crรญtico que aquellos grandes intelectuales. De vuelta a Mรฉxico (y con la fundaciรณn de Vuelta), Paz criticรณ los fundamentos ideolรณgicos de la Revoluciรณn rusa (y la china y la cubana, por aรฑadidura), hizo el recuento implacable de su saldo histรณrico (mentiras, miserias, crรญmenes) y revalorรณ la democracia.
Lo que Paz proponรญa era un debate, una honesta confrontaciรณn de las utopรญas generosas con los hechos histรณricos para reconstituir (como el PSOE espaรฑol) el proyecto de la izquierda, pero รฉsta cometiรณ el grave error de negarse a dialogar con รฉl y deturparlo. Fue acusado de "reaccionario", insultado en las aulas, las revistas acadรฉmicas y los periรณdicos, y en 1984 alguien quemรณ su efigie frente a la embajada norteamericana (hecho absurdo, porque Paz fue un crรญtico de la polรญtica exterior estadounidense y la economรญa de mercado). Paz lamentรณ esos hechos, pero nunca cejรณ en su combatividad ni en su voluntad de debatir.
Su รบltimo esfuerzo fue el "Encuentro Vuelta: La experiencia de la libertad", que se llevรณ a cabo en 1990. Paz invitรณ a varios de aquellos hermanos intelectuales a un diรกlogo con la izquierda mexicana, para mostrar que la autocrรญtica no implicaba una renuncia a la posibilidad de un socialismo con libertad y democracia. Por el contrario: la autocrรญtica era su condiciรณn necesaria. La reacciรณn de un sector influyente de nuestra izquierda fue declarar que los participantes pertenecรญan a la "internacional fascista". Recuerdo la indignaciรณn de Cornelius Castoriadis, Ferenc Fehรฉr, Agnes Heller, Ivan Klรญma, Leszek Kolakowski, Jorge Semprรบn, Norman Manea, Adam Michnik, Czeslaw Milosz, Daniel Bell e Irving Howe al enterarse de los ataques. รsta fue su respuesta pรบblica:
En la jerga estalinista, heredada por varias sectas de izquierda, todo el que luchรณ contra la esclavitud, la tortura, la censura y la tiranรญa, es automรกticamente fascista. O sea: un fascista es aquel que luchรณ contra esos horrores en todas partes, en lugar de distinguir entre tortura de derecha y tortura de izquierda o entre esclavitud progresista y esclavitud reaccionaria. En esta lรณgica, a personas que fueron vรญctimas tanto del nazismo como del comunismo -รฉste es, precisamente, el caso de muchos de los participantes en el Encuentro Vuelta- se les ha llamado una y otra vez fascistas. Para todos esos estalinistas, maoรญstas, castristas, que lamentan con histeria el derrumbe de las tiranรญas comunistas, fascista equivale aproximadamente a liberal. Segรบn ese criterio, Koestler, Silone y muchos otros defensores de las libertades cรญvicas y de los derechos humanos fueron fascistas. De todo esto se desprende que los participantes en el Encuentro Vuelta no estamos en mala compaรฑรญa. Denunciamos ante la opiniรณn pรบblica mexicana ese mal disimulado residuo de la mentalidad y de la actitud estalinista, es gente que no ha aprendido nada…
Una parte de la izquierda aprendiรณ y cambiรณ. Lo hizo sin reconocer su deuda con Paz, sin explicar las razones de su cambio, sin ofrecer una elemental disculpa pรบblica por sus ataques al poeta.
Otra parte de la izquierda no aprendiรณ ni cambiรณ. Ni entonces ni ahora. Apoyan al rรฉgimen de Maduro bajo el mismo argumento de 1990: los estudiantes que defienden las libertades cรญvicas son "fascistas". Paz, no tengo duda, estarรญa -como en el 68- del lado de los estudiantes, del lado de la libertad.
(Reforma, 30 marzo 2014)
El miรฉrcoles 2 de abril a las 17:30 hrs, Enrique Krauze tendrรก una conversaciรณn digital con nuestros lectores. Manden sus preguntas.
Historiador, ensayista y editor mexicano, director de Letras Libres y de Editorial Clรญo.