Amigos, romanos, compatriotas; prรฉstenme oรญdos.
William Shakespeare, Julio Cรฉsar
La democracia se basa en la idea de que todos los ciudadanos somos iguales en derechos, y por lo tanto todos tenemos derecho a hablar de los asuntos pรบblicos. Pero tal vez el presidente Andrรฉs Manuel Lรณpez Obrador no comparta esta visiรณn. A juzgar por su retรณrica, solo โel puebloโ tiene legitimidad para expresarse, mientras que el โno puebloโ la perdiรณ por ser culpable de todos los males, desgracias y calamidades del paรญs. El problema es que solo el presidente define quiรฉn es โpuebloโ y quiรฉn no, de acuerdo con sus intereses, opiniones, juicios y prejuicios.
Tomemos por ejemplo el uso retรณrico que hace de la palabra โmafiaโ, que evoca a un grupo de personas organizada para delinquir. Cuando AMLO usa โmafiaโ para definir a un grupo de la sociedad, pone a ese grupo en una categorรญa moral inferior. ยฟQuรฉ se hace con los โmafiososโ? No se les escucha, ni se les invita a la mesa a debatir asuntos. Se les persigue, se les juzga y se les castiga, para que no sigan haciendo el mal. Cuando un grupo de acadรฉmicos e investigadores se quejรณ de los recortes presupuestales, el presidente de inmediato los etiquetรณ como la โmafia de la cienciaโ. Este recurso retรณrico se llama โreificaciรณnโ โcosificar a las personasโ y al usarlo el presidente resta legitimidad a sus crรญticos, porque una cosa es decir โno estoy de acuerdo con la opiniรณn de algunos cientรญficosโ y otra muy distinta es decir โla mafia de la ciencia estรก en mi contraโ.
Intelectuales, lรญderes de organizaciones de la sociedad civil, analistas y polรญticos se han pronunciado en contra del uso del poder retรณrico de la presidencia contra los ciudadanos. El jefe de Estado nos representa a todos y no deberรญa ni siquiera sugerir que hay ciudadanos que no tienen legitimidad para expresarse. El presidente y sus voceros responden que esto es una exageraciรณn, que todo esto es โparte del debateโ, que el presidente no puede โquedarse calladoโ, y que respetan plenamente la libertad de expresiรณn.
Pero hay un grupo al que Lรณpez Obrador y su movimiento ya le estรกn negando en la prรกctica el locus standi, el derecho a dirigirse a una audiencia: los gobernadores de los estados que militan en partidos distintos al de AMLO. En cada acto pรบblico con el presidente, los gobernadores de partidos de oposiciรณn han tenido que cancelar, interrumpir o de plano suspender sus discursos ante la rechifla, gritos y abucheos de una audiencia completamente favorable al presidente. Esto es, presuntamente, porque asรญ lo ha ordenado el comitรฉ nacional de Morena. El presidente y su partido lo han negado y el mismo presidente Lรณpez Obrador ha dicho que rechaza los abucheos por ser actos de โinfantilismo polรญticoโ. Sin embargo, los abucheos persisten. Al 7 de marzo, catorce gobernadores de partidos de oposiciรณn habรญan recibido gritos en su contra durante los mรญtines en los que acompaรฑan al presidente.
Hay quienes ven en esto un acto de justicia popular, dado el descrรฉdito de la figura de los gobernadores tras aรฑos de escรกndalos de corrupciรณn, impunidad e incompetencia. Es verdad, ser gobernador es hoy un trabajo impopular, pero no nos engaรฑemos: si el presidente dice a diario que sus โadversariosโ no tienen legitimidad para opinar, los abucheos solo son una consecuencia real de esa forma de pensar. Pensemos en lo que ocurre en Estados Unidos, cuando a raรญz de los ataques retรณricos de Donald Trump a la prensa, sus seguidores comenzaron a abuchear, y despuรฉs a agredir fรญsicamente a los periodistas que acuden a sus mรญtines.
Algunos gobernadores han anunciado que dejarรกn de asistir a los actos con el presidente de la Repรบblica y otros ya lo cumplieron. ยฟEsto arregla el asunto? No. Al contrario: es muy nocivo para la democracia que autoridades democrรกticamente electas no puedan participar ni expresarse en actos oficiales a los que asisten otros poderes del Estado.
Por civilidad polรญtica y por el bien de la democracia, los abucheos deben parar. Y no por defender a los gobernadores, sino por una cuestiรณn de principios. La libertad no es un pastel que el presidente y sus seguidores puedan partir y compartir con quien consideren โbuenoโ y negar a quien consideren โmaloโ. La libertad para hablar es un derecho de todos, y es el mismo para los gobernadores de cualquier partido que para usted, que lee este artรญculo. Todos nos arrepentiremos si no nos damos cuenta de lo que estรก en juego con esas escenificaciones del โpuebloโ enardecido pidiendo a gritos que รบnicamente le โprestemos nuestros oรญdosโ a una sola voz.
Especialista en discurso polรญtico y manejo de crisis.