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Lo suyo es la trampa

López Obrador no cuenta con la mayoría parlamentaria para que sus iniciativas de reformas constitucionales sean aprobadas. Pero no le interesa que se aprueben.
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El gobierno de la República le quedó muy grande. Lo que le gusta es andar en campaña. Participó en tres elecciones presidenciales y ahora quiere de nuevo meterse en el proceso electoral. Le encanta hacer promesas sin sustento. Nada en su gobierno le salió bien, salvo la propaganda. Un breve recuento.

Seguridad. En cinco años de “gobierno”, ciento setenta y dos mil homicidios; más de cuarenta mil desaparecidos; un tercio del país controlado por la delincuencia; presencia del narco en las treinta y dos entidades federativas del país; media docena de gobernadores que deben su puesto al narcotráfico.

Economía. Crecimiento apenas del uno por ciento en cinco años, cuando prometió que creceríamos al seis por ciento. Nuestra economía está en los mismos niveles en los que se encontraba en 2018, cuando tomó el poder. Sin las remesas, que en realidad son muestra del fracaso de su gobierno pero que el presidente presume como un logro, la economía del país estaría quebrada.

Salud. Ochocientos mil muertos por covid debido a la irresponsable contención de la pandemia diseñada por Hugo López Gatell, un médico resentido porque Felipe Calderón lo despidió por ineficiente. Niños sin vacunas (cuando México era modelo en este rubro), niños sin medicinas para el cáncer. Pasamos de 34 millones de mexicanos sin cobertura sanitaria a 52 millones. Destruyó el Seguro Popular y lo sustituyó por el Insabi, que fue un rotundo fracaso. Prometió un sistema de salud superior al de Dinamarca, un ofrecimiento que solo mueve a la risa.

Educación. Libros de texto saturados de manipulación ideológica. Los peores resultados en matemáticas y comprensión lectora entre los países de la OCDE. Entrega del sistema educativo al sindicato más obtuso. Ningún tipo de apoyo psicológico o pedagógico recibieron los niños luego de la pandemia.

Gobernanza. Un gobierno reprobado en transparencia que ahora mismo pretende desaparecer al INAI. Descendimos todavía más en los índices internacionales de combate a la corrupción. Anuló el presidente en los hechos los contrapesos al poder ejecutivo. Ejecutó a rajatabla una política de austeridad que disminuyó al mínimo las acciones de gobierno.

Combate a la pobreza. Cinco millones de personas salieron de la pobreza en un país de cincuenta millones de pobres: el diez por ciento es una cifra notoriamente insuficiente. A trece millones de mexicanos que viven en la pobreza extrema no les llegaron los apoyos, siguen igual o peor que al comienzo de este gobierno.

Militarizó al país. No cesó de amenazar y calumniar a periodistas en un contexto que señala a México como el país más peligroso del mundo para ejercer el periodismo. Degradó el servicio exterior: cedió embajadas a los gobernadores priistas a cambio del apoyo a Morena en las elecciones de sus estados. Alineó a México con las peores dictaduras del mundo: Rusia, Cuba, Nicaragua y Venezuela.

Gobernar no es lo suyo. En cinco años de desgobierno no ha sostenido ni una sola reunión con miembros de la oposición. En estos cinco años ha mostrado un desprecio absoluto por las víctimas de la violencia (caso emblemático: la familia Le Baron). Supeditó López Obrador al poder legislativo y lo regresó a su triste condición de “levantadedos”. No cesó en estos cinco años de atacar, acosar, calumniar y amenazar al poder judicial, que no se doblegó. Apoyó la permanencia en la Suprema Corte de una ministra plagiaria e impuso como ministra a una abogada ignorante de la ley cuyo único mérito es su militancia fanatizada. En su propio partido, como premio a su servilismo, impuso a la jefa de gobierno de la Ciudad de México como candidata a la presidencia, a pesar de su responsabilidad en el desplome de la Línea 12 del metro, que provocó la muerte de 26 personas. Una candidata con las manos manchadas de sangre cuyo único mérito es repetir fielmente las palabras del presidente. El rival de Claudia Sheinbaum en la contienda por la candidatura de su partido, Marcelo Ebrard, denunció empleo de dinero ilegal en las campañas y manipulación de las encuestas.

Gobernar no es lo suyo. Cree que gobernar es montar un show todas las mañanas, poner canciones de Chico Che, insultar a sus adversarios, mentir sin recato (más de ciento diez mil mentiras ha contabilizado la agencia Spin en sus conferencias matutinas). Lo propiamente suyo es andar en campaña. Soltar sin pausa promesas que no va a cumplir (¿recuerdan que prometió devolver a los militares a sus cuarteles?).

Lo suyo son las campañas. Campañas, hay que decirlo, financiadas con dinero sucio de empresarios que más tarde recibirán contratos por adjudicación directa, financiadas con dinero del crimen organizado, dinero sucio sustraído de las arcas de los gobiernos estatales. A una persona acusada de robar el diez por ciento a los trabajadores de su municipio la premió con la gubernatura del Estado de México.

Degradó López Obrador como nunca el ejercicio de gobierno. Mandó llamar a un exorcista para que expulsara los demonios del Palacio Nacional (parece broma, no lo es). Trabó fuerte amistad con Donald Trump, el presidente más antimexicano de los tiempos modernos, el mismo que chantajeó a México con la imposición arbitraria de aranceles, el mismo que intentó construir un muro para sellar la frontera, el mismo que propuso lanzar misiles contra nuestro país. En plena campaña electoral estadounidense viajó López Obrador a Washington para aplaudirle a Trump en la Casa Blanca.

Lo suyo es andar en campaña. Mentir con pasión. Ofrecer las perlas de la Virgen y repetir sin cesar que dejará de llamarse Andrés Manuel si no cumple alguna de sus múltiples promesas, finalmente incumplidas. Por eso ahora, desdeñando a su candidata impuesta, propone un rosario de reformas constitucionales. Para meterse ilegalmente en la elección. Lo hace porque debilitó tanto al INE que puede hacerlo sin temor a una sanción. Lo hace porque su candidata no entusiasma ni a su militancia. Lo hace porque la trampa es lo suyo. La politiquería vulgar. La recepción de dinero sucio en sobres amarillos. Lo hace por el temor a perder la elección y que esa derrota lo tenga que hacer huir del país, perseguido por la justicia. ¿A dónde se iría? A Cuba, como Salinas de Gortari.

Faltando unos pocos meses para que deje el poder, López Obrador propuso un paquete de 20 iniciativas de reformas constitucionales. No cuenta con la mayoría parlamentaria para que estas sean aprobadas. Pero no le interesa que se aprueben, al contrario, quiere que la oposición las rechace para tener oportunidad de atacarla en sus conferencias. Su partido y su candidata ya hicieron suyas las iniciativas.

Lo propio del presidente es la trampa, la chicana, la marrullería, el golpe al adversario por debajo del cinturón. Con tal de ganar, es tal su ambición desmedida, propia de un político vulgar, que se vale de todos los recursos legales e ilegales a su mano. Por ejemplo, el empleo de dinero sucio: hay evidencias grabadas de sus principales operadores y de sus propios hermanos recibiendo dinero ilegal y fuertes sospechas de que los hijos del presidente han participado en estas recoletas de dinero. Por ejemplo, intervenir ilegalmente en la elección: cuando Xóchitl Gálvez recién se perfilaba como la candidata opositora, utilizó doce días de tiempo oficial para calumniarla, para exhibir documentos de obtención ilegal, para difamarla. Para muchos mexicanos la primera noticia que tuvieron de Xóchitl Gálvez fue negativa, por boca del presidente. Por ejemplo, involucrarse en la elección presentando iniciativas de reforma constitucionales para desnivelar la contienda.

El “estilo personal de gobernar” de López Obrador incluye pactos inconfesables con el crimen organizado, recepción de dinero de empresarios a cambio de contratos, agresiones abiertas a la oposición. En las elecciones federales de 2021 hubo más de cincuenta muertos. A pesar de ello el presidente salió a agradecer al crimen organizado por “haberse portado bien”.

Lo suyo, lo que realmente lo caracteriza, es la trampa. A esto nos enfrentaremos en las elecciones del próximo 2 de junio. Que nadie espere unas elecciones limpias. Estamos sobre aviso.

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