Imagen: Diegovzla112, Public domain, via Wikimedia Commons

Venezuela: dilemas de votar en dictadura

Nicolás Maduro no tiene oportunidad de ganar una elección mínimamente limpia, pero ha logrado dividir a la oposición con trampas públicas y notorias. ¿Se esfuma la posibilidad de una transición política?
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La dictadura de Nicolás Maduro se ha anotado éxitos contundentes a la hora de dividir a la oposición de cara a los procesos electorales que celebra regularmente con el único fin de legitimarse ante la nomenclatura del Partido Socialista Unido de Venezuela, todavía anclada en el pasado de éxito electoral de Hugo Chávez. En el caso de las presidenciales del 28 de julio de 2024, el régimen no logró disuadir a la oposición de abandonar la vía electoral, a pesar de que está minada de obstáculos e ilegalidades, y entonces echó mano de la trampa, la manzana de la discordia que pone en peligro la de por sí débil esperanza de un cambio político.

El Consejo Nacional Electoral no permitió la inscripción de Corina Yoris, sustituta de María Corina Machado, quien a su vez no logró levantar su inhabilitación política pese al Acuerdo de Barbados entre gobierno y oposición, el cual garantizaba que cada sector escogería libremente su candidatura presidencial. Yoris es una independiente sin trayectoria política, distinguida académica que contó con el respaldo de la ganadora de la primaria y de la Plataforma Unitaria, entidad que agrupa a los más importantes partidos opositores de Venezuela.

A última hora, Manuel Rosales, el gobernador del estado Zulia, se inscribió en lugar de Yoris con la tarjeta de su partido Un Nuevo Tiempo y el consentimiento del gobierno de Nicolás Maduro, que no bloqueó su participación como lo hizo con ella. Paralelamente, la Plataforma Unitaria inscribió, con la aprobación de Machado, a su coordinador, Edmundo González Urrutia, diplomático venezolano y exembajador de Venezuela en Argentina y Argelia. Se supone que este será sustituido con la candidatura de consenso de la oposición pero, aunque Machado, la Plataforma Unitaria y Rosales se declaran dispuestos a acordar un nombre, no hay todavía una decisión. Según el calendario fijado por el Consejo Nacional Electoral, el 20 de abril es la fecha límite para modificar y sustituir candidatos en las boletas, por lo que el veredicto opositor debe darse antes de esa fecha.

Solicitamos la opinión de colaboradores venezolanos de Letras Libres y de otras voces autorizadas acerca de tan delicada coyuntura.

Enderson Sequera, politólogo

La candidatura de Rosales da lugar a tres escenarios: abstención, apoyo total de Machado a Rosales o división de la Plataforma Unitaria. De momento, el escenario más probable es que la Plataforma se divida entre el ala moderada (una facción de Primero Justicia, Acción Democrática, Un Nuevo Tiempo) que llamaría a votar por Rosales, y un ala más frontal (Voluntad Popular, Vente, Causa R, una facción de Primero Justicia) que sigue insistiendo en que la candidata de la unidad es Corina Yoris. Rosales se enfrenta a una paradoja: para mantener viva su candidatura hasta las presidenciales no puede recibir el apoyo de Machado (lo que equivaldría a que le impugnen su candidatura), pero lo único que le permitiría competir (y hasta ganarle a Maduro) es el apoyo absoluto de Machado. Dicho esto, sus posibilidades de ganarle a Maduro son muy reducidas, por no decir inexistentes. Machado atraviesa su prueba más compleja desde la primaria. Su dilema: una abstención que no es alternativa o tratar de traspasar el apoyo que ha acumulado a una candidatura en la que no confía, a riesgo de perder su capital político y credibilidad. Está en su momento más vulnerable: no se descarta una orden de captura en su contra en los próximos días, el exilio o un atentado contra su vida.

Rafael Uzcátegui, defensor de derechos humanos

Durante años en Venezuela se ha calificado como “antipolítica” el debilitamiento de los partidos como agentes centrales de la acción pública. Si la política se basa en la construcción de mecanismos para alianzas y toma de decisiones por consenso, así como en la legitimidad brindada por el apoyo popular, Manuel Rosales ha llevado la “antipolítica” a un nuevo terreno. A finales del año 2022 la desesperanza era total, y era frecuente escuchar la tesis de que la posibilidad de cambio se desplazaría el 2030. La organización de elecciones primarias logró repolitizar a un sector de la población, seleccionar una potencial candidatura unitaria, actualizar la arquitectura interna de gobernanza opositora y, lo más importante, resucitar la esperanza en la base opositora sobre el cambio posible a corto plazo. Y si la unidad del liderazgo y la confianza de la población son las dos claves para una posible victoria democrática, la imposición de la postulación de Manuel Rosales implosiona la masa crítica acumulada y los frágiles acuerdos de los últimos meses. El chavismo sabe que su figura cuenta con un amplio rechazo y sabotea el esfuerzo unitario. Aunque finalmente el deseo de cambio mayoritario logre sortear los obstáculos y materializarse en las urnas, una campaña electoral de por sí difícil tendrá como adicional la suspicacia sobre la verdadera agenda del candidato. Siendo así, para los defensores de derechos humanos la alerta es cuánta impunidad estará Rosales dispuesto a ofrecer para mantener la “potabilidad” de su candidatura.

Lissette González, profesora universitaria y defensora de derechos humanos

Creo que era evidente desde la inhabilitación que María Corina Machado no podría inscribir su candidatura para las próximas elecciones presidenciales pese al resultado obtenido el 22 de octubre. Por eso asombra que cuando se materializó ese escenario, la candidata y la plataforma no hubieran tenido ya acordada una estrategia conjunta, más allá del lema “Hasta el final”. Creo que esto es una muestra adicional de la fragmentación y debilidad en la que se encuentra el liderazgo político opositor, incluida la candidata electa en las primarias. La posibilidad de que las dos únicas tarjetas válidas de la Plataforma Unitaria pudieran quedar sin candidato era casi una realidad el último día de inscripción. Que las tarjetas de la Mesa de la Unidad Democrática y la de Un Nuevo Tiempo no participaran no solo significaba dejar a la mayoría de la ciudadanía sin candidato, también significaba que la alianza opositora se quedara sin ninguna vía para presentar candidaturas en cualquier elección futura. Frente a esto, se inscribe a última hora Manuel Rosales. No tengo información para saber si esto fue planeado anteriormente y es obvio que Maduro prefiere esta candidatura. Pero las encuestas afirman que, si hay unidad, el apoyo hacia María Corina podría transferirse a cualquier otro candidato. Es posible ganar. En un régimen autoritario solo nos queda aprovechar las rendijas que se abren, por lo que considero necesario votar en las próximas presidenciales. Eso es lo que yo pienso hacer el próximo 28 de julio.

Pedro Urruchurtu, coordinador de Relaciones Internacionales del Comando de Campaña de María Corina Machado, actualmente asilado en la Embajada de Argentina

Si algo demostró la primaria con su resultado es que la gente no cree que cualquiera puede ganarle al régimen. También que muchos pueden ser candidatos sin ser líderes, pero que hay una clara líder que debe luchar por su derecho a ser candidata y, si no, conducir a la oposición alrededor de esa ruta de organización para lograr elecciones libres. La gente quiere votar y quiere hacerlo por María Corina o por quien sepa que es depositario del mandato del 22 de octubre, siendo hoy Corina Yoris esa persona. La gente fue clarísima en marcar una línea roja contra la vieja conducción opositora y no está dispuesta a que se traicione esa decisión; mucho menos con alguien que no genera confianza ni entusiasmo en la gente. Esto no es un asunto de maquinarias y estructuras, sino de creer en la gente. La confianza fue la gran lección de la primaria y la esperanza la gran maquinaria que ninguno de la vieja política hoy tiene a su favor. Hoy la unidad es con la gente y quien capitalice eso, puede derrotar al régimen.

Alejandra Martínez, historiadora y analista política

Si bien Nicolás Maduro tiene una intención de voto de apenas 7%, no significa que cualquiera le pueda ganar. Más si el voto en su contra se diluye en otras 12 candidaturas y si está apelando a una represión feroz como no se había visto en años para desmoralizar a la población y consecuentemente desmotivar el voto, a falta del dinero para alimentar la maquinaria de dádivas y de acarreo de sufragios que otrora solía desplegar el chavismo cuando había elecciones. Manuel Rosales, la única candidatura de oposición que Maduro ha reconocido y aceptado, tiene un 85% de opinión negativa, según el sondeo más reciente de Meganálisis. A tres meses de las votaciones, hay pocas posibilidades de que una candidatura con los negativos tan altos “levante”. A la Plataforma Unitaria es probable que le eliminen la tarjeta en las próximas semanas, ya que aún la Sala Electoral del TSJ no se ha pronunciado sobre la anulación solicitada por Luis Ratti. Aunado a esto, la persona que lograron inscribir de manera provisional o como “tapa”, el señor González Urrutia, es totalmente desconocido por el país a 3 meses de las votaciones. María Corina Machado es quien tiene en este momento la mayor intención de voto en el país, cerca del 70% según la misma Meganálisis. Sin embargo, no puede concretar esa intención de voto en la realidad debido a su inhabilitación y la imposibilidad de inscribir a su designada, Corina Yoris.

Las conclusiones en estos momentos, como están echadas las cartas, serían varias: la primera es que estamos ante una disyuntiva que solo puede ser solventada mediante una negociación entre las partes, que se necesitan todas mutuamente. Negociación que, interesantemente, no descarta Yoris, como afirmó en la entrevista que recientemente le concedió al diario Clarín. También, si eventualmente Machado decide darle apoyo a Rosales o si mágicamente en estas semanas su liderazgo levanta, está la gran interrogante de si Manuel Rosales tiene como objetivo lograr una transición política o si buscará no incomodar al gobierno una vez llegue el momento de hacer valer la voluntad popular.

Gioconda Espina, profesora universitaria, feminista

Maria Corina Machado efectivamente ganó la elección primaria con más del 90% de los votos, pero esto no quiere decir que tiene un cheque en blanco y que todos los opositores efectivamente la apoyan. Aunque Manuel Rosales nunca ha sido mi candidato para ninguna instancia, votaría esta vez por él con los ojos cerrados porque de las personas que pudieron inscribirse ante el Consejo Nacional Electoral es la única que cuenta con un caudal de votos previos. Es el único candidato que haría pensar dos veces al gobierno antes de sabotearlo, dado su éxito electoral pasado en el estado Zulia; si se logra la unidad en el plazo que se agota en los próximos días, puede haber una candidatura habilitada. Yo hubiese preferido a Eduardo Fernández o a Andrés Caleca, quien también participó en la primaria pero no ganó; lástima que Machado no se echó a un costado para permitir que alguno de estos dos hombres se inscribiera. La verdad es que precisamos de un candidato con el aval del gobierno para tener la mínima oportunidad de una transición. ~

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Escritora y profesora universitaria venezolana. Su último libro es Casa Ciudad (cuentos). Reside en la Ciudad de México.


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