Foto: Cristobal Basaure Araya/SOPA Images via ZUMA Press Wire

Una campaƱa en la que todos tiene algo que perder

Quien gane en la segunda vuelta de las elecciones argentinas heredarĆ” el peor escenario econĆ³mico y social de que se tenga memoria, y tendrĆ” un apoyo popular bajo. Un panorama donde no hay ganadores.
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La primera vuelta de las elecciones en Argentina dejĆ³ un panorama en el que, objetivamente, no hay ganadores.

El peronismo encarnado por Sergio Massa tuvo un margen de votaciĆ³n ambivalente. Si bien en una lectura apurada se lo presenta como un triunfo, hay que moderarse a la hora de calificarlo como tal. Al terminar las elecciones primarias (PASO) tambiĆ©n se hablĆ³ de ā€œun triunfo de Mileiā€, como si ya no hubiera pasos electorales en el futuro. Como las encuestas, las predicciones son una adicciĆ³n de medios y lectores.

El triunfo de Massa se limita a haberse mantenido en la carrera (al obtener poco mĆ”s de un tercio de los votos) y desplazar a Patricia Bullrich, de Juntos por el Cambio (JxC). TambiĆ©n estĆ” en haber logrado suficientes diputados para tener la primera mayorĆ­a, 108 de las 257 bancas de la cĆ”mara baja. Se esperaba que ese lugar fuera para JxC, de haber logrado sostener el nĆŗmero proyectado en las PASO. En el Senado, el peronismo tambiĆ©n es la primera fuerza, pero se queda, con 34 de las 72 bancas, a tres de tener la mayorĆ­a. JxC alcanza 24 bancas y La Libertad Avanza (LLA), el partido de Javier Milei, 8; ambos son tambiĆ©n incapaces de lograr el control del Senado incluso si actuasen en conjunto.

En otras palabras, ningĆŗn partido consiguiĆ³ controlar el Congreso y, dado que allĆ­ se controla desde el presupuesto hasta las reformas que necesita la polĆ­tica, no surgiĆ³ un triunfador. Vale aclarar que en la elecciĆ³n de legisladores no hay balotaje, para lo que estos resultados son definitivos. Massa no podrĆ­a manejar las cĆ”maras sin acuerdos y en cualquier escenario tendrĆ­a que negociar con los caciques provinciales que lo asistieron para lograr la remontada.

Pero el mayor problema de Massa es llegar a la presidencia. En su afĆ”n por remontar, sembrĆ³ de bombas el futuro inmediato de la economĆ­a argentina. El ministro-candidato sabe cuĆ”les son los cables que desactivan las bombas. Pero la cantidad que sembrĆ³ hacen difĆ­cil su desactivaciĆ³n.

La secuencia explosiva es mĆ”s o menos asĆ­: para obtener su porcentaje de votaciĆ³n, solo en septiembre el ministro aumentĆ³ la emisiĆ³n en un 758%, con lo que el dĆ©ficit primario aumentĆ³ a 380 millones, financiados Ć­ntegramente con emisiĆ³n de moneda. Si Massa no controla la emisiĆ³n, la inflaciĆ³n del 12.7% de septiembre puede ser aun mayor. Y no es previsible que lo haga, porque tiene que llegar a la segunda vuelta repartiendo mĆ”s dinero.

Las circunstancias anteriores condujeron a una nueva caĆ­da del peso, que amaneciĆ³ con un aumento del 20% en la jornada posterior a las elecciones, por lo que puede anticiparse que los mercados dictaminaron su descontento con los resultados.

La otra bomba que se estĆ”n armando es la deuda en dĆ³lares. Hay vencimientos de deuda por al menos 28 mil millones, de los cuales solo 8,500 son con el FMI. El reciente acuerdo de intercambio financiero (swap) alcanzado con China, por 6,500 millones de dĆ³lare, no alcanza para solucionar el problema.

Podemos sumar mĆ”s factores como la sequĆ­a, que restarĆ” un 30% de los ingresos por exportaciones, y el efecto del juicio perdido en Nueva York por la nacionalizaciĆ³n parcial de la petrolera YPF y los embargos consecuentes por 16 mil millones de dĆ³lares. 

En el caso de Milei, el problema no es de dinero, sino de formas. Durante meses se dedicĆ³ a degradar a su oponente y a cuidar su nivel de crĆ­ticas hacia Massa. En consecuencia, el caudal de votos que podrĆ­a lograr ahora depende de atraer a ese 23.83% de JxC que quedĆ³ fuera de juego.

Puede intentar atraer el 6.78% del gobernador peronista Juan Schiaretti, pero no le alcanza, porque sumado ƭntegramente el 29.98% que obtuvo le da un 36.76%, apenas unas dƩcimas sobre el 36.68% de Massa. Y hay que tener en cuenta que el oficialismo corre con el caballo ganador y siempre tenderƔ a subir.

En todo caso, ese 6.78 de Schiaretti estĆ” polĆ­ticamente mĆ”s cerca de Massa, al igual que el 2.7% del Frente de Izquierda y de Trabajadores (FIT), que basĆ³ su campaƱa en la oposiciĆ³n a Milei. QuizĆ” Massa opere para atraer con un pacto a una parte del caudal del 11% de votos que Horacio RodrĆ­guez Larreta, figura importante de JxC y jefe de gobierno de Buenos Aires, obtuvo en las PASO. En cualquier especulaciĆ³n, su cantera de votos es mĆ”s amplia que la de su adversario.

Descartemos que la izquierda del FIT vote por Milei. La postura macartista del lĆ­der de LLA y sus seguidores, que ven ā€œzurdosā€ hasta en la sopa, lo hace imposible. Ese porcentaje de votos tendrĆ” de todos modos un destino tan incierto como el del 2% de los votos en blanco, que tampoco encontraron dueƱo.

El problema es cĆ³mo seducir al votante de JxC. Por mĆ”s que el expresidente Mauricio Macri intercediera para generar algĆŗn tipo de alianza, las agresiones de Milei hacia Patricia Bullrich ā€“la acusĆ³ de haber sido terrorista y de haber participado en la colocaciĆ³n de bombas en jardines de infantes, lo que dio lugar a una demanda judicialā€“ hacen muy complejo anudar un acuerdo para favorecer una coaliciĆ³n. La violencia discursiva se volviĆ³ en contra de LLA.

Hay otro lĆ­mite para un pacto con Milei. La construcciĆ³n personalista de su campaƱa puede ser incompatible con un acuerdo por el que tenga que dejar de lado el narcisismo y la idea de ser outsider. Que ā€œMilei tenga que dejar de ser Mileiā€ serĆ­a un inconveniente para sostener las fidelidades que ya logrĆ³.

La continua agresiĆ³n de los seguidores de Milei contra los votantes de JxC ā€“a quienes tildan de ā€œviejos meadosā€ā€“ hace que la cuestiĆ³n escape a lo que puedan pactar, ordenar o sugerir los lĆ­deres de la coaliciĆ³n de JxC. Hay que tener en cuenta que el votante de JxC es menor orgĆ”nico y en su mayorĆ­a no obedece a un verticalismo ni a un liderazgo mesiĆ”nico. Eso ya se refleja en las redes, en donde muchos anticipan que en ninguna circunstancia votarĆ”n por Milei en segunda vuelta.

Recordemos, por otra parte, que los votos impugnados o la ausencia en el dĆ­a de las votaciones no alteran el resultado, porque las elecciones se hacen sobre votos emitidos. Ese 24% de los votos, un 22% de ausencias y un 2% de voto en blanco ya expresaron que no optaron ni por Massa ni por Milei.

Milei incluso errĆ³ su punto de partida en su discurso del domingo por la noche al proponer una ā€œtabula rasaā€ a la oposiciĆ³n y convocarlos a derrotar al kirchnerismo. Del otro lado, esperaban un pedido de disculpas antes que el otorgamiento de una indulgencia interesada. Pero, ademĆ”s, ya se acumulĆ³ mucha evidencia respecto a los lazos subterrĆ”neos entre Milei y Massa, manifiestos en la presencia de dirigentes del Frente Renovador en las listas de LLA y del pacto de agresiĆ³n controlada. Ahora Milei debe mostrar que no es la segunda marca del oficialismo.

Hay sectores del radicalismo que no tendrĆ”n problemas para saltarse de bando. Grupos liderados por figuras como el gobernador jujeƱo Gerardo Morales no tendrĆ”n contradicciĆ³n al hacerlo, en particular por el rol que este jugĆ³ como candidato de Massa en 2014 y su resentimiento hacia Macri. Otros dirigentes podrĆ­an sumarse a un llamado de Massa a un ā€œgobierno de unidad nacionalā€, como el radical Emiliano Yacobitti o la lĆ­der del partido GEN, Margarita Stolbizer, todos ellos histĆ³ricamente amargados con el liderazgo de Macri y la candidatura de Bullrich. Aunque el peso electoral de esos pases es incierto y su defecciĆ³n tendrĆ­a mĆ”s impacto en la foto que en el fondo polĆ­tico, JxC es una alianza en terapia intensiva.

Curiosamente, mĆ”s allĆ” del resultado en la elecciĆ³n presidencial, JxC tuvo un resultado positivo al arrebatarle al peronismo la posibilidad de controlar las cĆ”maras. TambiĆ©n alcanzĆ³ el control de los gobiernos de siete provincias, al sumar la de Entre RĆ­os, y seguramente revalidarĆ” el control sobre la Ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, esas victorias corren el riesgo de ser efĆ­meras por el fracaso en las presidenciales. La lucha intestina puede diluir y fragmentar los bloques en diputados y senadores.

En ese rĆ­o revuelto pueden pescar Massa y Milei. Preservar el logro acumulado desde elecciones anteriores dependerĆ” del liderazgo de JxC. Y la posibilidad de ejecutar una alianza para la segunda vuelta y dirigir el voto se supedita a ese orden que pueda mantener. En su debilidad, JxC puede aferrarse a la fortaleza de formular pedidos concretos a Milei para condicionar su apoyo. O pueden abstenerse y dejar que los dos candidatos en carrera enfrenten el panorama de un abstencionismo o de impugnaciones de voto que, masivamente, vacĆ­en de legitimidad a cualquiera de los dos que resulten ganadores.

El 36% del 77.65% que fue a votar implica una cosecha del 28.48% de los votos reales para Massa. El 29.98% de Milei se transforma en un 23.27% de los votos emitidos. Ante una crisis que deberĆ”n enfrentar en caso de asumir, son muy pocos votos para asegurarse la gobernabilidad. Si la proporciĆ³n de votos efectivos bajase, cualquier medida que tomaran para afrontar el desafĆ­o se harĆ­a con un apoyo electoral efectivo muy bajo. La participaciĆ³n decrece mĆ”s del ya de la de por si disminuida participaciĆ³n en la primera vuelta, que bajĆ³ del 81% en las elecciones presidenciales de 2019.

Sin coaliciones y con un cuarto del padrĆ³n desencantado con todas las propuestas, cualquiera de los ganadores asumirĆ” con una mayorĆ­a que no lo apoya desde el inicio de su mandato. Este  panorama es preocupante sin importar el resultado. Cualquiera que gane heredarĆ” el peor escenario econĆ³mico y social de que se tenga memoria y con un apoyo popular objetivamente bajo. Ganar, puede decirse, implica tambiĆ©n perder.

La Ćŗnica salida es lograr antes del 19 de noviembre una coaliciĆ³n amplia que pueda dar su apoyo a los recortes y privaciones que deberĆ­a tener una soluciĆ³n realista, que evite profundizar la crisis y enfrentar un gobierno con certificado de finalizaciĆ³n pacĆ­fica en trĆ”mite. En perspectiva, ninguno de los dos candidatos tiene asegurado ese certificado. Milei, porque no tiene estructura y generĆ³ rechazo entre los moderados. Massa, porque aun con un triunfo deberĆ” negociar cuotas de poder y cajas con el resto del peronismo, incluyendo el kirchnerismo.

La reelecciĆ³n de Axel Kiciloff en la provincia de Buenos Aires le plantea un desafĆ­o, porque la mayor provincia argentina es ahora el reducto donde el kirchnerismo puede reclamar protagonismo o presionar para que Cristina Kirchner siga siendo librada de las causas judiciales. El peronismo es un volcĆ”n de vanidades, en el que la todavĆ­a vicepresidente jugĆ³ un rol dentro de los arreglos que permitieron la remontada de Massa. Y esa tecnologĆ­a polĆ­tica tendrĆ” un costo que le pone un coto a las aspiraciones del candidato oficialista.

Y queda la disputa del poder. Massa no proviene del peronismo y aun con toda su astucia seguirƔ dependiendo de los caciques provinciales, sindicales y de los barones del conurbano para sostenerse, mientras cumple sus pactos con los empresarios que lo apoyaron para llegar. Cuanto mƔs amplio fuera el gobierno de unidad que propone Massa, mƔs tensiones sumarƭa, y tendrƭa que resolver promesas que, por experiencia, no podrƔ ni querrƔ cumplir en su totalidad. Ese es un factor que aƱade complejidad a su eventual victoria.

Es fĆ”cil prever quĆ© podrĆ­a suceder cuando el sistema tributario o el gasto pĆŗblico se encuentren con las demandas enfrentadas de empresarios y polĆ­ticos por un lado, y sindicatos por el otro. No es difĆ­cil imaginar la resultante de una mesa en la que se pongan en juego los intereses antagĆ³nicos del poderoso sindicalista Hugo Moyano, el intendente porteƱo Horacio RodrĆ­guez Larreta y el cacique de la populosa localidad de La Matanza, Espinoza.

Massa tiene una agilidad negociadora y una flexibilidad asombrosa desde que iniciĆ³ su carrera como liberal de la UniĆ³n del Centro DemocrĆ”tico en los aƱos 90. Pero en el aparato peronista hay un lĆ­mite para que pueda desplegar sus habilidades. El destino de Alberto FernĆ”ndez es un recordatorio de lo que hace el peronismo con los Frankenstein que creen que pueden controlar a sus creadores.

Si ganara Milei, las tensiones entre cambios radicales y las propuestas mƔs moderadas de sus eventuales socios arrojarƭan un panorama similar.

En definitiva, en una mirada sosegada y sin el apuro de la sorpresa, nadie ganĆ³ nada aĆŗn, y los que salieron adelante en la primera ronda enfrentan un escenario plagado de desafĆ­os.

Por eso no hay que apurar ganadores y evitar el vicio de las encuestas. El guionista asignado a la Argentina es un ser con debilidad para los giros fantĆ”sticos en la trama. Milei arrasaba en las elecciones y bajĆ³ en su cantidad de votos. Massa, era tercero cĆ³modo. Bullrich discutĆ­a propuestas y ya habĆ­a presentado a parte del gabinete que la iba a acompaƱar en la presidencia.

Quedan 27 dĆ­as hasta la segunda vuelta, mucho tiempo en tĆ©rminos argentinos. Puede haber alianzas, despechos, reconciliaciones y traiciones. Lo que seguro habrĆ” es un escenario econĆ³mico que tendrĆ” consecuencias en el voto. ~

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Escritor y periodista argentino.


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