Alguien debía de haber calumniado a Quim T., porque, sin haber hecho nada malo, fue detenido una mañana. La cocinera de la señora Ramírez no le llevó el desayuno aquel día, como era su costumbre. En su lugar había un hombre, delgado pero robusto. Cuando T. quiso ir a desayunar, el hombre soltó una breve carcajada. “Quiero ver a la señora Ramírez”, dijo T. Intentó salir de la habitación, pero chocó con un segundo hombre en el que no se había fijado. “No puede irse; está detenido”, dijo el primero. “Así parece”, dijo T. “¿Y por qué?” “No se nos ha encargado que se lo digamos. Se ha iniciado un procedimiento y en su momento lo sabrá todo. Ya he sido demasiado amigable. Sin embargo, confío en que no le oirá más que Enric, y él mismo se ha mostrado excesivamente amigable con usted en contra de todos los procedimientos.” “Pero me gustaría saber de qué se me acusa.” “No nos han encargado decírselo.” “Hombre.” “¿Qué pasa?” “¿No se lo podríamos decir?” “Decir.” “Quien dice decir dice insinuar un poco, dar una idea general, explicarle por encima.” “No sé, Enric.” “Pero es un derecho saber de qué se te acusa.” “Con qué cosas sales.” “Lo vi en una película. Y mira qué cara tiene”, dijo el que se llamaba Enric, mientras el primero, cuyo nombre T. todavía no había oído, miraba con expresión de contrariedad. “Ustedes son de nuestra policía”, dijo T. Los dos hombres asintieron. “¿Y cómo se llaman?” “Hernàndez.” “Fernàndez.” “¿Hernández y Fernández?” “Hernàndez y Fernàndez”, dijo Enric, dibujando la tilde en el aire. “Hernàndez y Fernàndez”, repitió T. “Aquí Enric quiere contarle.” “Venimos por una denuncia del departamento de Trabajo, Asuntos Sociales y Familia.” “¿Una denuncia? Pero si yo no tengo nada que ver. Si hay alguna irregularidad es la primera vez que oigo hablar de ello.” “No, le detenemos por una denuncia del departamento contra usted.” “¿Cómo me van a detener? Soy el president. Yo controlo todo lo que pasa en ese departamento.” “Pues tiene una denuncia por incitación al odio.” “Pero si los únicos que incitan al odio son los españolistas. Nosotros llevamos la paz en el ADN.” “No, si ya.” “Pero han sacado cosas.” “¿Cosas?” “Del dossier T.” “Mire, aquí le sacan un artículo: ‘Carroñeros, víboras, hienas. Bestias con forma humana, sin embargo, que destilan odio. Dice: que tienen un bache en el ADN” “Está sacado de contexto.” “¿En qué sentido?’” “Era un caso particular. O sea, no era contra todos los hablantes de castellano. Era contra un señor que reacciona así. Digamos, una parábola.” “Pero usa el plural.” “Sí.” “Podríamos decir que ese plural designa a una clase de gente.” “Sí.” “Más de uno, entonces.” “Sí.” “Un grupo.” “Sí.” “Incitación al odio de un grupo social.” “Y lo del ADN, que suena mal.” “Es una metáfora.” “¿Cómo sabemos qué es una metáfora y qué es real?” “¿No está claro?” “Por ejemplo: la declaración de independencia. ¿Fue real o fue una metáfora? ¿Un farol o un faro?” “¿Farol en qué sentido?” “Ve, las metáforas son peligrosas.” “Y luego que tiene un tono xenófobo, president” “El New York Times dijo…” “Fake news.” “Parece Trump. SAD!” “Era el New York Times en español, no era en una lengua de cultura como el inglés o el catalán.” “El New York Times dijo que es un discurso xenófobo.” “Vamos a ver. ¡Si lo dijo un aragonés! Además, yo no soy xenófobo, soy esencialista romántico.” “¿Eso qué es?” “Lo dijo La Vanguardia.” “Como si lo dice su mujer.” “Yo estoy con usted, pero ¿cómo defendería eso en el programa de Risto?” “Aquí dice usted: Esas cosas que tenemos que soportar como Ciudadanos o el PP y otros reductos protofascistas no son nada, el vacío total, la carencia absoluta de toda civilidad.” “Bueno, ¿no habéis visto la Constitución de la República? Esos partidos no tienen sitio en la República.” “Pero no estamos ahí, ¿no? Así, de momento. La República es metafórica, ¿no?” “En todo caso, escribí eso cuando solo era un periodista.” “¿Y?” “Es intolerable utilizar la maquinaria pública legal contra la libertad de expresión de un periodista. ¿Dónde vamos a ir a parar?” “Pero fíjese, nuestra primera denuncia fue también a un periodista.” “De momento hay que dar ejemplo. De inclusión. De apertura. Si nosotros ponemos una denuncia a un periodista por una frase en la tele, tenemos que ser consecuentes. Usted ha escrito muchas cosas.” “Cosas peores, francamente.” “Y hay tuits. Muchos tuits.” “Fuera de contexto no suenan bien, president.” “Pues de eso hablo. Del contexto. No lo saquemos de contexto. No es lo mismo Arcadi E., que es un enemigo del régimen, que yo. Que soy el president. El 131. Que E. iba por ahí retirando lazos amarillos que expresan la voluntad unánime del pueblo de Cataluña, sembrando odio.” “Bueno, alguno podría decir que si fuera unánime la voluntad no se retirarían lazos.” “Un sentimiento transversal, emocionante, unánime, solo estropeado por quienes siembran el odio.” “Hay muchos ejemplos. No sabían a quién elegir. Por ejemplo estaba Joan Oliver: ‘Los españoles son españoles, y por el hecho de ser españoles, unos chorizos’, o Tardà: ‘Muera el Borbón’. O Sala i Martín: ‘Nuestro gran aliado es el ADN español, porque ellos no pueden evitar la actitud dictatorial, impositora, de mala leche, de guardia civil’”. “Mira, ese también hablaba de ADN.” “Del ADN hablan todos. Luego está: ‘El andaluz es un hombre destruido y anárquico’ de Pujol. Pero él ya tenía lo de la corrupción.” “¿Y Toni Albà? Él dice muchas burradas.” “Sí, pero no tiene el mismo valor simbólico.” “Y luego que no querían hacerle esa faena a los funcionarios de prisiones.” “Le han elegido a usted.” “Tómeselo como un cumplido.” “Usted va a demostrar el respeto a la diversidad y a las minorías del nacionalismo catalán.” “Pero, vamos a ver, ¿qué argumento es ese? ¿Cuándo hemos estado a favor de la diversidad nosotros?” “Acompáñenos.” “No tenga miedo. Nosotros no pegamos a catalanes de clase media-alta.” “Bueno, si son de la CUP…” “Y ahora qué pasará.” “Pues como todo. Depende de Schrödinger.” “¿De Schrödinger?” “Usted puede ser juzgado en un Estado de derecho. O puede ser juzgado en la República Independiente, que lo hemos tuneado un poco. Hay menos garantías, pero es todo menos engorroso.” “Piense que es un honor. Usted prueba nuestros valores. La misma lógica que hace que pongamos una denuncia a un enemigo del régimen hace que se la pongamos a usted, que francamente ha cometido transgresiones mucho más graves.” “Sí, pero ¿no podríamos probar nuestros valores con otro?” “Se necesitan traidores, héroes, mártires.” “¿No me puedo pedir traidor?”
Daniel Gascón (Zaragoza, 1981) es escritor y editor de Letras Libres. Su libro más reciente es 'El padre de tus hijos' (Literatura Random House, 2023).