El pasado 26 de noviembre, el diputado Sergio Carlos Gutiรฉrrez Luna del grupo legislativo de Morena presentรณ una iniciativa de reforma constitucional para reducir de nueve a tres el nรบmero de aรฑos que puede servir el consejero presidente del Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE). La supuesta intenciรณn de la reforma es permitir una mayor flexibilidad en el Consejo a travรฉs de una presidencia rotativa de consejeros en el puesto de mayor importancia en el INE. Asรญ, cada tres aรฑos, dos tercios de la Cรกmara de Diputados seleccionarรญan una nueva presidencia de entre los once consejeros designados.
En abstracto, la idea de una presidencia rotativa o con un perรญodo menor a nueve aรฑos, tal y como ocurre en otros organismos, quizรก no parezca tan peligrosa. Si hay conflictos al interior del Consejo General del INE, cambiar a la persona que ejerce la presidencia podrรญa aliviarlos; si el Consejo General tuviera problemas con el partido en el poder, un cambio de liderazgo podrรญa mitigarlos. Como se indica en la misma iniciativa, โla rotaciรณn de la presidencia del INE generarรก mayor dinamismo en la toma de decisiones y erradicarรก la concepciรณn monolรญticaโ de que una sola persona presida el organismo por nueve aรฑos.
Sin embargo, la iniciativa de reforma no puede leerse sino como un intento de debilitar a una instituciรณn independiente y autรณnoma que, hasta ahora, ha garantizado elecciones confiables y ha protegido a la democracia mexicana de los abusos de los partidos en el poder. La iniciativa es mรกs preocupante porque no proviene de la oposiciรณn, sino de la bancada mayoritaria del partido en el gobierno.
En efecto, la estrategia subyacente se parece mรกs a las del rรฉgimen hegemรณnico del PRI que a las de los gobiernos sin mayorรญa observados entre 1997 y 2018. Aรบn cuando PRI, PAN y PRD, los tres partidos tradicionales, golpearon al IFE/INE de diversas maneras en las primeras dรฉcadas de la democracia electoral โcomo con la renovaciรณn del Consejo en 2007 y 2014, reformas cortoplacistas de las reglas electorales y las criticas constantes a su actuaciรณn, etc.โ, estas intervenciones tuvieron que ser negociadas y acordadas entre varios partidos, lo cual limitaba su alcance. Sin embargo, dada la abrumadora victoria de Morena en 2018 y sus mayorรญas legislativas, estamos frente a un escenario en que un solo partido podrรญa debilitar al INE y al sistema electoral sin negociar con la oposiciรณn. De prosperar esta iniciativa, junto con la prรณxima designaciรณn de cuatro nuevos consejeros en 2020, el partido en el poder tendrรญa una influencia desmedida sobre el รกrbitro electoral nacional que, por definiciรณn, debe de estar por encima de los intereses de cualquier partido o gobierno.
Puede ser รบtil usar una analogรญa vial para explicar el papel que juegan los รกrbitros electorales y los partidos polรญticos en una democracia. El INE puede ser considerado como un agente de trรกnsito, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federaciรณn (TEPJF) como los jueces de รบltima instancia, mientras que los partidos serรญan los conductores โquienes, a su vez, redactaron las reglas de trรกnsito. Cuando un partido se pasa una luz roja, un agente de trรกnsito deberรญa estar cerca para ponerles una multa o infracciรณn. Si tanto los agentes como los jueces son independientes y autรณnomos de los conductores โy estรกn listos para sancionarlos por cualquier faltaโ, รฉstos tendrรญan menos incentivos para cometer mรกs faltas, a sabiendas que provocarรญan una sanciรณn o castigo proporcional por parte de las autoridades, lo cual puede ser mรกs costoso que la ventaja de hacer trampa en el corto plazo.
Por ende, aรบn cuando el sistema de agentes de trรกnsito y jueces electorales puede ser relativamente oneroso, su independencia y autonomรญa es crucial. Sin ellas, los partidos tendrรญan fuertes incentivos para no cumplir con las reglas del juego electoral que ellos mismos redactaron y prometieron cumplir.
Exceder los topes de gasto de campaรฑa, comprar votos, usar electoralmente programas sociales o adquirir espacios mediรกticos pueden ayudar a un partido o candidato a ganar una elecciรณn si no hay sanciones creรญbles o costosas. Si todos los partidos hacen lo mismo, estas ventajas indebidas pierden fuerza relativa; sin embargo, ningรบn partido puede dejar de hacer trampa por temor a que los demรกs sรญ lo hagan. Para evitar este dilema, hay que contar con รกrbitros electorales autรณnomos e independientes y no interrumpir o cambiar las reglas de su designaciรณn una vez que estรกn en el cargo. Si รฉstos hacen bien su trabajo, los partidos tienen pocos incentivos para violar las reglas del juego: contarรญamos con menos caos vial, elecciones mรกs libres y justas. Si los รกrbitros electorales son capturados por el partido en el gobierno, la democracia se debilita de manera ineludible.
Si los รกrbitros electorales han visto debilitada o golpeada su autonomรญa en el pasado, ยฟpor quรฉ importa tanto ahora que lo haga un partido dominante en un gobierno unificado? En primer lugar, porque manda la seรฑal de que Morena en realidad no es diferente a los demรกs partidos que dominaron el sistema de partidos por mรกs de veinte aรฑos, y que preferirรกn debilitar aรบn mรกs a los รกrbitros electorales antes que fortalecerlos o consolidarlos. En segundo, porque el INE ha construido una autonomรญa relativa considerable a pesar de las presiones partidistas recurrentes. Sin embargo, si este nuevo ataque prospera, no queda claro cuรกnto mรกs podrรญan resistir frente a la aparente intenciรณn de captura, velada o expresa, por parte del presidente o su partido. En tercer lugar, esta iniciativa puede interpretarse como una seรฑal de que los lรญderes del nuevo partido en el poder no aprendieron las lecciones del declive de los otros partidos. Al no permitir la entrada de nuevos actores y una mayor competencia durante los primeros aรฑos de la transiciรณn democrรกtica, los partidos tradicionales se protegieron en contra del castigo potencial del electorado ante sus malos gobiernos. Su actual debilidad y desfortunio se debe, en parte, a su afรกn por cerrar espacios a nuevos partidos polรญticos, candidaturas independientes y a los mismos votantes.
Sin embargo, si la sociedad y el electorado rechazaron a los partidos polรญticos tradicionales, podrรญan tambien rechazar a un nuevo partido que, de manera entre cรญnica y arbitraria, intente cambiar las reglas e instituciones electorales para conseguir una ventaja indebida. El riesgo de que el nuevo partido en el poder capture por completo al รกrbitro a travรฉs de estrategias disimuladas, como la de rotar la presidencia del INE al contentillo de cada legislatura, es que en el futuro cercano las y los votantes pierdan la libertad de poder castigar a los malos gobernantes, misma que ha llevado aรฑos construir. Debilitar al INE como รกrbitro independiente y autรณnomo debilita a nuestra democracia.
es profesora-investigadora del CIDE.