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Los guardaespaldas mexicanos de Trump

Descuiden. Nada le ocurrirá al magnate fascista por incitación mía. Espero que en cuatro años los votos lo echen para siempre de la Casa Blanca.
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Donald Trump es la mayor amenaza que se cierne sobre México desde la Guerra de 1847. Ha prometido deportar millones de compatriotas, denunciar el Tratado de Libre Comercio, pagar su muro mediante el secuestro  de las remesas (una de nuestras principales fuentes de divisas y subsistencia para millones de familias). El escenario dantesco de los próximos meses (o años) incluye una inestabilidad sin precedente: mayor inseguridad en las fronteras, el campo y las ciudades; zozobra de las familias por el destino de sus parientes;  miedo de los Dreamers de perder su libertad y ser deportados; miedo de los niños de amanecer sin sus padres; miedo de los padres de regresar a México con niños desarraigados, que apenas hablan español. Miedo de ser golpeado en una escuela, en una cancha de futbol, en una calle, por tener la piel morena, hablar un inglés con acento, apellidarse Pérez o creer en la Virgen de Guadalupe. Miedo de ser mexicano en tierra ajena.

Ese es el drama que entraña para México la inminente administración de Trump. Pero a los guardaespaldas mexicanos (que no faltan en la red) les preocupa otra cosa: les preocupa la seguridad física de…Trump.

Hace unos días, alarmado por el discurso de odio de Trump y los incidentes de violencia que se están dando, sugerí que las infamias del presidente electo de Estados Unidos estaban legitimando “agresiones incluso físicas” y pedía enfrentarlo (lo cual no quería decir agredirlo). Cualquier persona de buena fe podía entender el sentido de mi comentario: me refería a las agresiones físicas contra los mexicanos que su discurso está propiciando. Pero los guardaespaldas, esos racistas que se ocultan bajo el manto de la izquierda, leyeron el tuit como una incitación a la violencia contra Trump y entraron en shock.

Descuiden. Nada le ocurrirá al magnate fascista por incitación mía. Espero que en cuatro años los votos lo echen para siempre de la Casa Blanca.

Los guardaespaldas lo lamentarán: quisieran que se reeligiera, que herede el poder a sus hijos, que funde una dinastía y limpie de mexicanos el territorio americano.

 

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Historiador, ensayista y editor mexicano, director de Letras Libres y de Editorial Clío.


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