El pasado 1 de diciembre, Andrรฉs Manuel Lรณpez Obrador pronunciรณ un discurso en el que enumerรณ los que รฉl considera los logros mรกs importantes en los dos aรฑos que lleva en la presidencia. A pesar de que las verdades a medias y las mentiras escandalosas contenidas en el texto superaban por mucho a las afirmaciones veraces, escuchรฉ a algunos comentaristas polรญticos decir que esto era lo mismo que han hecho presidentes anteriores en sus discursos de informe de gobierno: pintar con cifras y afirmaciones optimistas un paรญs de colores, completamente alejado de la oscura realidad que viven las mayorรญas.
No podrรญa estar mรกs en desacuerdo con ese argumento, que pretende normalizar a Lรณpez Obrador, sobre todo porque lo que hace el presidente no es comunicaciรณn gubernamental, sino propaganda. Hay muchas diferencias importantes, pero aquรญ explico tres fundamentales.
Primero, la comunicaciรณn crea mensajes a partir de informaciรณn que estรก basada en los hechos o en realidades objetivas que pueden ser verificadas por terceros. La propaganda usa mensajes total o parcialmente falsos que no pueden ser verificados. Cuando los presidentes de la transiciรณn (Zedillo, Fox, Calderรณn y Peรฑa Nieto) hablaban de cifras, se entendรญa que lo hacรญan a partir de fuentes oficiales y que lo que presentaban como avances estaba basado en datos y hechos sujetos al escrutinio de la sociedad. Cada afirmaciรณn podรญa desmentirse, refutarse o ponerse en contextos menos halagadores.
En cambio, cuando AMLO dice cosas como โlas fuerzas federales no cometen masacres ni se remata a los heridosโ, o que โno se fabrican delitosโ, estรก haciendo afirmaciones dirigidas a elevar su propia imagen, pero que no tienen una fuente externa para ser verificadas. A esto se suma como agravante que Lรณpez Obrador dedica al menos dos horas diarias a deslegitimar a cualquier otra fuente de informaciรณn distinta a su palabra. Desmentirlo se ha vuelto deporte extremo, pues quien lo hace se tiene que arriesgar a los insultos del presidente y el acoso de sus seguidores, sin que esto cambie en un รกpice sus decisiones.
Segundo, la comunicaciรณn busca generar un entendimiento compartido de un problema, tema o asunto pรบblico. Busca tambiรฉn explicar a las audiencias asuntos complejos para que puedan entenderlos y tomar mejores decisiones. Un gobernante podrรญa decir respecto al coronavirus que โlogramos reducir el ritmo de contagios gracias al uso del cubrebocasโ y, aunque la reducciรณn sea modesta, la afirmaciรณn puede inducir al pรบblico a usar el cubrebocas y, en efecto, reducir mรกs el nรบmero de contagios.
La propaganda, en cambio, impone sus mensajes para crear realidades favorables a quien la emite, mediante tรกcticas como la sobresimplificaciรณn (โlos neoliberales nos heredaron un sistema de salud en ruinasโ), la repeticiรณn permanente de mentiras para manipular a las audiencias (โya domamos la pandemiaโ / โactuamos con responsabilidadโ) y la desinformaciรณn intencional (โHugo Lรณpez-Gatell dice que el cubrebocas no es tan efectivoโ), todo para llegar a la conclusiรณn falsa que escuchamos en el discurso de dos aรฑos de gobierno: โenfrentamos la pandemia con entrega, eficacia y estrategias no convencionales que nos han permitido ir saliendo poco a poco de la adversidadโ.
Tercero, la comunicaciรณn puede utilizar la persuasiรณn, es decir, tratar de ejercer influencia legรญtima en las personas con argumentos racionales y emocionales, reconociendo que cada una tiene sus propias opiniones e ideas, que son libres de cambiar o no sus percepciones, entendimientos, sentimientos y conducta. La propaganda, por su parte, no persuade, sino que confunde y manipula sistemรกtica y deliberadamente al ciudadano. No lo respeta como individuo, sino que lo considera como parte de una masa que debe comportarse de cierta manera para lograr ciertos fines.
Cuando los presidentes de la transiciรณn democrรกtica nos decรญan que sus gobiernos actuaban buscando lo mejor para el paรญs, lo hacรญan sabiendo que cada ciudadano era libre de creerles y votar por su partido en la siguiente elecciรณn, o rechazarlos por completo y votar por otro. Cuando AMLO nos dice que รฉl y solo รฉl garantiza la honestidad, y cualquier otra opciรณn es sinรณnimo de corrupciรณn y maldad, nos estรก diciendo que en realidad no somos libres, porque al criticarlo o votar por otra opciรณn, estarรญamos del lado de โminorรญas conservadoras acostumbradas a medrar al amparo del poder econรณmico o de poder polรญticoโ. Al deslegitimar el disenso, AMLO reduce nuestras opciones, en un discurso antipluralista que representa un verdadero peligro para la democracia.
Normalizar a Lรณpez Obrador, es decir, tratar de volverlo โun presidente mรกsโ es, en el mejor de los casos, un grave error analรญtico. En el peor, es un acto de deshonestidad intelectual o una estrategia mรกs para que la gente no se dรฉ cuenta de la profundidad de las crisis que hoy vive Mรฉxico y el tamaรฑo e intensidad de las mentiras que se nos dicen a diario para ocultarla. No, no todos los presidentes han sido iguales y por eso no todos los informes son iguales. Zedillo, Fox, Calderรณn y Peรฑa Nieto hicieron cosas para bien y para mal, con diferentes balances. AMLO estรก escribiendo su sexenio, y los datos de su gestiรณn estรกn ahรญ, independientemente de que en su retรณrica รฉl se describa como alguien intachable, infalible y superior a todos. Mientras exista la evidencia y la libertad para difundirla, es obligaciรณn de quien se quiera decir analista contrastarlos a todos con la misma vara: la de los hechos y los resultados. Lo demรกs es propaganda.
Especialista en discurso polรญtico y manejo de crisis.
