Una de las cosas más llamativas de Izquierda Española, el partido que se ha registrado esta semana, es la reacción que ha producido. Simpatizo con el antinacionalismo de la formación y tengo discrepancias con su visión de la economía y el mercado, con su postura sobre la OTAN o Maastricht, con sus ideas sobre el liberalismo y buena parte de su retórica, pero esa respuesta furibunda hace que suban en mi estima. La parte más desinhibida y conspiranoica de los críticos insinuaba una operación de la derecha para debilitar a la izquierda. La derecha tiene problemas para organizar una oposición mínimamente comprensible: como para andar montando operaciones ocultas. Un reparo curioso que se les ha hecho es su poca españolidad: ¿adónde van con ideas y logos tan afrancesados? Esos símbolos contradicen las esencias nacionales, que son difusas pero a veces se manifiestan en auxilio del Gobierno.
Sin embargo, la acusación más frecuente es que no sean de izquierdas. Esta crítica, sin duda, es razonable. Entre los argumentos está que su líder, el inteligente y elocuente Guillermo del Valle, militase en UPyD. Haber estado en UPyD anula para siempre tu carrera izquierdista, a menos que decidas hacerte alto cargo y escribir las memorias de Pedro Sánchez. Además, les entrevistan en medios de derechas y de centro. ¿Cómo va a ser de izquierdas un partido que se opone a la redistribución desde las comunidades autónomas pobres a las comunidades autónomas ricas? ¡Esa es la esencia del progresismo!
Ser de izquierdas es estar a favor de políticas educativas como la inmersión, que perjudican a los niños más pobres, e indignarse por que el rey Baltasar no sea negro de verdad. Es oponerse a que los niños puedan estudiar en su lengua materna y ser partidario de la creación de barreras de entrada para gente de otras comunidades. Ser de izquierdas es revalorizar las pensiones y el que venga detrás que arree. Ser de izquierdas es proclamar que hay españoles de primera y de segunda, y que unos delitos se olvidan si quien los comete pertenece a determinada clase y profesa cierta ideología.
La izquierda no nacionalista no tiene arraigo en España, señalaban (como puntualizaba Cristina Losada, hubo una izquierda no nacionalista en España: el único PSOE que obtuvo mayorías absolutas. Pero eso fue en otro país, etc.). Ser de izquierdas es creer que los fueros medievales son superiores al concepto de ciudadanía y meter frases de El señor de los anillos en tus intervenciones del Congreso, el logro del que presumía el indescriptible Jorge Pueyo. Hablar de clase, ciudadanía, redistribución, igualdad ante la ley y solidaridad no es reaccionario sino algo mucho peor. Es no entender el mundo: ser de izquierdas consiste en decir que ser de izquierdas es defender lo que Pedro Sánchez defienda esta semana y en decir que ser fascista es todo lo demás, incluyendo lo que Pedro Sánchez defendía la semana pasada. @gascondaniel
Este artículo se publicó originalmente en El Periódico de Aragón.
Daniel Gascón (Zaragoza, 1981) es escritor y editor de Letras Libres. Su libro más reciente es 'El padre de tus hijos' (Literatura Random House, 2023).