Protestas en Cuba: ¿el caimán comienza a despertar?

La falta de medicamentos y alimentos, además de la covid, hicieron surgir las primeras protestas en San Antonio de Baños, que pronto se extendieron a otras ciudades. Internet ha sido fundamental. Por eso el gobierno ha tratado de cortar la conexión con el exterior.
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El caimán comienza a despertar… ¿Comienza a despertar?, se preguntan muchos exiliados cubanos que a través de las redes sociales están siguiendo las protestas en Cuba en contra del gobierno de Miguel Díaz-Canel. Aunque las imágenes animan, hay la preocupación de que la falta de liderazgo acabe condenando al fracaso estas manifestaciones que por primera vez en la historia han trascendido con fuerza gracias a las redes. La pandemia parece ser el detonante en una isla cuya dictadura, hoy en día, todavía se pone de ejemplo y es orgullo de la izquierda más radical.

La medicina cubana, tan promocionada a través del mundo entero, parece estar desacompasada con los tiempos que corren, y aunque muchos alegan que el fracaso ante la gestión de la pandemia se debe a la falta de recursos debido al embargo impuesto por Estados Unidos en 1960 y convertido en bloqueo al endurecerse en 1961, falta voluntad del régimen castrista para actuar en beneficio del pueblo en una situación extraordinaria. ¿Se esperaba algo distinto?

Los cubanos en la isla parecen haberse cansado de las excusas presentadas por los fieles defensores de la revolución, que en la mayoría de los casos no padecen en su piel al régimen y lo alaban desde el extranjero o desde puestos de un poder inalterable dentro de la propia Cuba. Lo que seguramente sigue presente es el miedo. Hay que recordar que las manifestaciones en contra del régimen castrista se pagaban, al inicio y no tan al inicio de la revolución, con cárcel o fusilamiento. Hoy en día, todavía puedes terminar preso. Aun así, los cubanos han salido a las calles, a todo riesgo, para exigir un cambio de gobierno, mejoras en las condiciones de vida y ser vacunados.

La última vez que sucedieron unas protestas de este tipo fue en el llamado “Maleconazo”, en 1994, aunque hay teorías que señalan que ese fue un movimiento creado por Fidel Castro para llevar a cabo una razzia con esa excusa. Esta vez, las manifestaciones se dan tras la renuncia de Raúl Castro a la presidencia (abril de 2021) y con un gobierno menos ¿fuerte? que no ha resuelto la crisis económica y que tampoco ha sabido manejar la pandemia.

Gloria Chibás, exiliada cubana residente en Caracas, pide que “los países democráticos del mundo apoyen este movimiento y que no se termine encarcelando a los ciudadanos y apagando las protestas como ha pasado en Venezuela”. Chibás es hija de Raúl Chibás, uno de los tres firmantes del Manifiesto de la Sierra Maestra, quien poco después de haber triunfado la revolución, se desilusionó del nuevo régimen y se tuvo que exiliar.

Falta de liderazgo

La falta de medicamentos y de alimentos y la covid en Cuba dejan imágenes como la del cadáver de un hombre en un ataúd abandonado a las puertas de un cementerio de Ciego de Ávila (ciudad del centro). Según cuenta la persona que ha grabado a distancia el vídeo, no hay sepulturero que quiera enterrarlo por miedo a contagiarse. La situación económica es crítica. Una persona que está en la isla ha respondido para este artículo que la gente tiene hambre. “Y cuando hay hambre no puedes hacer más nada que buscar comida. Hoy no pude ir a protestar porque tenía que buscar qué comer”. Someter por la vía del hambre es una forma eficaz de reprimir las libertades y de acallar a la gente. Nada nuevo: lo hicieron Stalin y Mao en la URSS y en la China comunista.

“La incompetencia del gobierno cubano es rampante. El gran problema es que detrás de este movimiento civil no hay liderazgo, aunque es el comienzo del fin”, asegura, con desengaño pero con cierta esperanza, un perseguido político que no puede revelar su identidad, quien estuvo vinculado a las fuerzas de seguridad de Fidel Castro en los años ochenta, hoy exilado.

El papel de las redes sociales

En el año 1958, cuando se gestaba una revolución que una buena parte del mundo aplaudía de pie, nació Martha Quintana en Guanabacoa, municipio de La Habana de donde, se dice, provienen los mejores espiritistas, santeros y paleros de Cuba y cuna de la voz profunda del famoso Bola de Nieve. Guanabacoa es uno de los lugares que se ha sumado a las protestas bajo el grito de “¡Libertad!”. Aunque, según cuentan activistas en Twitter, las primeras protestas surgieron en provincias del interior del país como San Antonio de los Baños (Artemisa, al oeste de la isla), también se han registrado manifestaciones en Matanzas, Camagüey, Santiago de Cuba, Cienfuegos y, desde luego, en la capital. Activistas de derechos humanos denuncian que hay personas muertas, heridas y detenidas. Nadie sabe cuántas y difícilmente se sabrá, pero algunos medios ya suman más de 50 presos.

Quintana, exiliada en 1983, sostiene que los cubanos, más que estar vivos, son supervivientes: “El cubano no es alegre porque le gusta lo que vive, lo es para sobrevivir, para aguantar tantos años de opresión. El Malecón es su confesionario, le habla al mar como si hablara con Dios, diciendo lo que no puede decir en su casa porque las paredes tienen oídos”. Esta mujer que perteneció al equipo olímpico de nado sincronizado cuando el deporte era una bandera del castrismo, considera que “al pueblo cubano se le ha visto como héroe de una revolución y custodio de la dignidad latinoamericana y europea, y es todo lo contrario, es la vergüenza de un mundo que va hacia adelante mientras Cuba está paralizada en el tiempo”. Paradójicamente, añade, el internet al que, más o menos, algunos tienen acceso, “le está dando fuerza y resonancia a lo que sucede y el régimen oculta”. Cabe destacar que, al momento de escribir estas líneas, el gobierno cubano ya ha mandado tumbar toda conexión posible del pueblo con el mundo exterior por vía electrónica.

José Martí, convertido a juro y artificialmente en adalid de la revolución de Fidel Castro fuera de hora, decía que tenía dos patrias: Cuba y la noche. No sospechaba ni de lejos el apóstol de la isla que su noche poética se trocaría, al cabo de varias décadas, en un ámbito para una pesadilla demasiado atroz y larga. ¿El caimán comienza a despertar? Han pasado 62 años desde que “los barbudos” entraron en La Habana, triunfantes, el primero de enero de 1959. ¿Quién le pone el cascabel al animal? Por lo pronto, el pueblo cubano llano y sufriente se ha resteado en nombre de la libertad para recuperar Cuba… y la noche.

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Anna Carolina Maier es periodista. 


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