Demasiadas coincidencias para ser una coincidencia. Asรญ podrรญa definirse en una nuez el entramado que liga al modelo polรญtico que el presidente ruso Vladimir Putin erigiรณ paso a paso en los primeros aรฑos del siglo y el que Donald Trump pretende construir ahora en los Estados Unidos.
Los lazos financieros entre Trump y el Kremlin estรกn sepultados en las declaraciones de impuestos que el presidente electo se negรณ a hacer pรบblicas, pero los polรญticos estรกn a la vista de todos. Por acciรณn y por omisiรณn. Son evidentes en la defensa a ultranza que Trump ha hecho de Putin โaรบn despuรฉs de que los informes de las agencias de inteligencia estadounidenses no dejan lugar a dudas de que el gobierno ruso hackeo sitios en Internet para alterar el resultado de la elecciรณn de noviembre en contra de Clinton y a favor de Trump. Y transparentes en la elecciรณn de Secretario de Estado de Trump: Rex Tillerson, un hombre que como director de Exxon Mobil firmรณ acuerdos con el sector petrolero ruso y fue condecorado por Putin.
Sin embargo, el enlace polรญtico entre el Kremlin y Donald Trump fue, desde el inicio de la carrera electoral, Paul Manafort, el director de la campaรฑa en los primeros meses. Spin doctors, le llaman en inglรฉs a las eminencias grises postmodernas que trabajan tras bambalinas perfilando campaรฑas, midiendo las preferencias de sectores del electorado โa travรฉs de encuestas y de las redes socialesโ para bombardearlos con lo que esperan oรญr, y diseรฑando programas de gobierno al gusto del consumidor. Un territorio donde no hay ideologรญas, ni principios: el รบnico valor es el dinero.
Manafort es el spin doctor por excelencia. Por aรฑos trabajรณ en Ucrania, para los candidatos que Vladimir Putin favorecรญa, y haciendo jugosos negocios con los polรญticos y empresarios corruptos a los que frecuentaba. Sus aventuras ucranianas le costaron su puesto, cuando Trump y su equipo tenรญan todavรญa un dejo de pudor intelectual y creรญan que la cercanรญa con gente como Manafort podรญa costarles la elecciรณn. Pero antes, Paul Manafort, que conocรญa como pocos en Estados Unidos el modelo polรญtico putinesco, debe haberle dado a Trump la receta. La que habรญan ideado los spin doctors de Putin tan implacables como รฉl, y mรกs astutos que cualquiera de los silvestres asesores que rodean a Trump.Entre ellos, Gleb Pavlovsky y Vladislav Surkov.
En la Rusia de Putin todos los medios se volvieron Fox News โel gobierno expropiรณ las compaรฑรญas televisoras y mandรณ al exilio a sus dueรฑosโ al servicio del presidente. El telepopulismo, inaugurรณ la era de la postverdad โen la que navegรณ Donald Trump hasta llegar a la Casa Blancaโ, el uso de la mentira, la descalificaciรณn sistemรกtica de sus opositores, y las teorรญas conspiratorias como una arma de comunicaciรณn masiva para apuntalar al rรฉgimen.
El equipo de Trump no tuvo que convertir a un polรญtico gris, insignificante y anticarismรกtico como Putin, en el lรญder indispensable, elegante y botoxeado, que hoy da entrevistas y hace declaraciones en algรบn salรณn barroco del Kremlin con displicencia paternalista. Trump es en sรญ mismo una marca y los dorados exquisitos y fallidos en donde habita son parte de ella. Pero el GOP tendrรก que lidiar, como la cleptocracia que rodea a Putin, con su propio Frankenstein.
En Rusia, el lรญder indispensable se volviรณ realmente indispensable: es el eje inamovible del sistema. En los Estados Unidos, el Partido Republicano, arquitecto de la polarizaciรณn que llevรณ a Donald Trump al poder, tendrรก que encontrar la manera de restaurar el entramado democrรกtico que derruyรณ durante el gobierno de Obama o condenar al paรญs al autoritarismo y la confrontaciรณn.
Vladimir Putin apelรณ al mismo conglomerado de ciudadanos que son el electorado base de Donald Trump. La definiciรณn que dio el propio Pavlovsky en 2004, es un eco directo de la manipulaciรณn trumpiana del electorado norteamericano en 2016.โ La mayorรญa victoriosa de los aรฑos 2000 se construyรณ sobre los perdedores en busca de venganza โburรณcratas, pensionados, obrerosโโฆY mรกs importante aรบn con el apoyo de las mujeres a quienes los demรณcratas habรญan descuidado y que se volvieron las mรกs fervientes seguidoras de la coaliciรณn de Putin.โ*
Como en la elecciรณn de noviembre en los Estados Unidos, en Rusia los losers se volvieron ganadores y los ciudadanos educados, urbanos y bien informados en los (eternos) perdedores polรญticos. La โdemocracia dirigidaโ que habitan estos rusos es, tal vez, el peor escenario futuro para los votantes estadounidenses que le regalaron a Trump el control de los tres poderes supremos del paรญs. Un sistema, donde la corrupciรณn es la moneda de cambio, y donde el partido oficial que domina todas las instituciones hace campaรฑa como en una democracia, pero recurre para mantenerse en el poder, a todos los medios ilegales y fraudes de un sistema autoritario.
En Estados Unidos, los republicanos llevan aรฑos poniendo los cimientos de una โdemocracia dirigidaโ como la rusa. Entre ellos, el famoso gerrymandering de 2010, que rediseรฑรณ los distritos electorales para asegurar la elecciรณn y reelecciรณn de los candidatos republicanos, sin oposiciรณn real; la restricciรณn del voto a minorรญas que apoyan al Partido Demรณcrata, y la eliminaciรณn del lรญmite en las sumas que patrocinadores millonarios dedican a favorecer a candidatos republicanos ultraconservadores.
Las medidas que Trump ha anunciado para evitar que diversas empresas se establezcan y produzcan dรณnde quieran y cรณmo quieran aprovechando la globalizaciรณn y el libre mercado, parecen inspiradas tambiรฉn en la economรญa dirigida de Putin, donde el Estado es dueรฑo y rector de las principales industrias estratรฉgicas.
El problema para los Estados Unidos en el umbral de la era Trump es que las polรญticas que anuncia el nuevo presidente, copia y calca voluntaria o no de la democracia dirigida de Vladimir Putin, no resolverรกn los problemas econรณmicos de su electorado cautivo, ni la polarizaciรณn del paรญs.
El epitafio de Trump serรก igual al de Putin: la historia del triunfo electoral de un polรญtico hรกbil y sin escrรบpulos y el fracaso de su proyecto de construir o restaurar un Estado moderno y democrรกtico.
*Citado en Ben Judah. Fragile Empire. How Russia fell in and out of love with Vladimir Putin.
Estudiรณ Historia del Arte en la UIA y Relaciones Internacionales y Ciencia Polรญtica en El Colegio de Mรฉxico y la Universidad de Oxford, Inglaterra.