Hay en este sexenio una nostalgia histórica profunda. El deseo de volver a una Edad de Oro, que no fue tan dorada. Aquel presidencialismo magno, magnánimo, magnífico.
Hoy abundan las noticias del futuro. Titulares:
Sin miedo, combatiremos la corrupción. Nos va a ir muy bien en economía. No van a faltar las medicinas. Pandemia no hará nada a los mexicanos. No se va a tirar un solo árbol por el Tren Maya. Especialistas decidirán, no vamos a improvisar. Facilitarán trámites a discapacitados. 400,000 empleos permanentes serán creados. Un millón de árboles frutales y maderables serán sembrados en 2019 y 2020. Se crearán 100 universidades en todo el país. Habrá Constitución Moral. Voy a purificar el país. Denunciar ante el ministerio público tomará sólo 15 minutos.
Los brasileños inventaron una chunga sobre las promesas políticas: “Brasil es el país del futuro ¡y siempre lo será!”. Pero, en México, las visiones de un futuro mejor están teñidas de nostalgia.
En aquella Edad de Oro, hoy recuperable:
–El Estado hegemonizaba la política, la economía y la educación.
–La educación pública era perfecta. No hacía falta evaluarla.
–Los dichos, hechos y fotos del Señor Presidente eran el tema principal de las noticias.
–El Señor Presidente siempre tenía razón.
–Eran mal vistos los “moditos” de la prensa libre y la empresa libre.
–Se amenazaba con auditorías a las empresas rejegas.
–Pémex no era una empresa, era un símbolo de la independencia nacional.
–Los secretarios de Estado no hablaban sin mencionar al Señor Presidente.
–Regla fundamental: No se le dice No al presidente.
–Algunos funcionarios lo traicionaban. Desgraciadamente, era un santo rodeado de pillos.
–Los presidentes se daban “baños de pueblo” por todos los rincones del país.
–El comercio exterior era menos deseable que “¡Consuma lo que el país produce!”.
–En la Cuarta Transformación, como en los últimos 83 años, La Hora Nacional es la hora feliz, feliz, feliz.
–En las grandes ocasiones celebradas en el Zócalo, se daba al resto del país la oportunidad de sumarse a la multitud en cadena nacional.
–Miguel Alemán militarizó las calles (1/V/1952).
–Ruiz Cortines preconizó la austeridad, combatió la corrupción y propuso una “Marcha al mar” para descentralizar.
–Luis Echeverría ganó la presidencia (con 86% del voto) ofreciendo el fin de la corrupción y la violencia, así como un cambio radical: Arriba y Adelante.
–El presidente Cárdenas casi no hablaba. Pero Echeverría, que se creía un nuevo Cárdenas, no podía contener su locuacidad. Hablaba a todas horas, de todo, en cualquier circunstancia, con monólogos interminables.
–Las finanzas públicas las llevaba Hacienda, hasta que Echeverría decidió que “Las finanzas se manejan desde Los Pinos” y el secretario de Hacienda renunció.
–Reyes Heroles habló de “populismo dadivoso” (1/IV/1977).
–López Portillo se identificaba con Don Quijote, que desfacía entuertos y combatía a los molinos eólicos.
–De la Madrid ofreció “renovación moral” y aseguró que en pocos años ya ni se hablaría de la corrupción. Así fue.
–En los años 80, hubo funcionarios temibles como Manuel Bartlett Díaz y Fernando Gutiérrez Barrios, luego acusados de muchas cosas.
–Regeneración de Morena evoca el periódico Regeneración, de los perseguidos hermanos Flores Magón. Afortunadamente, no se opone al régimen ni padece cárceles.
–Seguridad Alimentaria Mexicana recuerda al Sistema Alimentario Mexicano de López Portillo. Hasta con precios de garantía.
–Peña Nieto se entrevistó con Trump.
–El impulso retro más poderoso de todos es superar la división de poderes y volver a la Unidad Nacional. Nada de autonomía legislativa ni judicial. Ni estados “libres y soberanos”. Ni fideicomisos autónomos. La división corroe el alma nacional. Todos los poderes deben subordinarse a uno.
En los tiempos del PRI, Renato Leduc recordó aquellos “Tiempos en que era Dios omnipotente y el señor Don Porfirio presidente. Tiempos ¡ay! tan iguales al presente”.
Publicado en Reforma el 26/VII/2020.
(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.