Teatrillo de posiciones

A dos meses de las elecciones generales, los partidos insisten en la dinรกmica de bloques cerrados y el cierre en filas.
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Se cumplen dos meses desde las elecciones generales y la polรญtica espaรฑola permanece en una guerra de posiciones y de relatos. Prevalece la defensa del partido. El multipartidismo y la necesidad del pacto se combinan con la polarizaciรณn y el cierre en filas. Es necesario el mestizaje partidista pero apenas hay mestizaje ideolรณgico: los partidos buscan la diferenciaciรณn constante y la defensa a ultranza de su supuesta identidad. A la hora de las negociaciones, los lรญderes polรญticos hacen esfuerzos por llegar con una posiciรณn de ventaja. Tensan la cuerda, trazan lรญneas rojas, complacen a los suyos. Recuerdan a los negociadores en un alto al fuego en una guerra: los dos bandos aumentan hasta el รบltimo minuto los ataques para partir con ventaja en la negociaciรณn de paz.

El PSOE insiste en una estrategia rajoyista. Afirman que han ganado las elecciones y que son los demรกs los que tienen que ponerse de acuerdo para votarles en la investidura. Es una postura arrogante. Como ha recordado Ignacio Varela en El Confidencial, โ€œSรกnchez es el รบnico candidato viable, pero ello no le autoriza a tumbarse a la bartola y reclamar que le den el problema resuelto […] ha transmutado su obligaciรณn personal de alcanzar la mayorรญa en un imperativo categรณrico de concedรฉrsela para los demรกs partidosโ€. Los socialistas dieron por hecho que Unidas Podemos les votarรญa sin condiciones, convertidos los morados en un apรฉndice del PSOE, y ahora se lamentan de que les pidan algo a cambio. El PSOE quiere gobernar en solitario pero tiene 123 diputados. No puede actuar como si se le debiera lealtad absoluta. Y Podemos, con 42 diputados, exige ministerios (aunque no โ€œde Estadoโ€).

Ciudadanos, por su parte, insiste en el rearme ideolรณgico alrededor del no a Sรกnchez. La ruptura con Roldรกn y con Valls y la crisis interna (real pero tambiรฉn exagerada por los medios) no han motivado la autocrรญtica sino el cierre en filas. En clara alusiรณn a los crรญticos, Rivera ha dicho: โ€œSi algunos quieren que el sanchismo campe a sus anchas, que monten otro partidoโ€. El presidente del partido incluso ha rechazado una reuniรณn con Pedro Sรกnchez (que sรญ aceptรณ Pablo Casado) porque tiene claro que โ€œno es noโ€. El sorpasso al PP es complicado, pero en algo hay que darle la razรณn a la estrategia de Rivera: los desplantes, el ruido y la oposiciรณn intransigente estรกn colocando a Cs como lรญder de la oposiciรณn de facto, ante un PP en cierto modo desaparecido.

Pero la principal escenificaciรณn viene de Vox. Convertido en una tercera pata ninguneada del bloque de derechas, se dedica a hacer ruido: hace enmiendas a la totalidad, rompe acuerdos (el portavoz de Vox en el Congreso, Ivรกn Espinosa de los Monteros hablรณ de la โ€œdictadura progreโ€ y del โ€œtricentritoโ€ de Cs y PP al anunciar la ruptura de negociaciones con el Partido Popular), denuncia al expresidente Zapatero por colaboraciรณn con ETA. Los partidos tienen pocos incentivos para ir mรกs allรก del teatrillo de posiciones, pero VOX ni siquiera puede salir de รฉl.

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Ricardo Dudda (Madrid, 1992) es periodista y miembro de la redacciรณn de Letras Libres. Es autor de 'Mi padre alemรกn' (Libros del Asteroide, 2023).


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