Tercer Informe de Gobierno: muy poco, muy tarde

Al final, el presidente parece decirnos: “vamos a seguir haciendo exactamente lo mismo que hemos hecho estos tres años, solo que con más fuerza y con muchas ganas”.
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Para la mayoría de la gente en México, el Informe de Gobierno es el día en el que el presidente toma el micrófono para recetarnos una andanada de cifras autocomplacientes.  Pero esto no debería ser así. El Informe tendría que ser el discurso político más significativo del año. El ritual anual no es malo en sí mismo, siempre y cuando sea aprovechado como la oportunidad para que el presidente haga un corte de caja realista, reconozca problemas, proponga soluciones sensatas, comparta su visión de futuro, rinda cuentas y anuncie los próximos pasos a seguir en la conducción del gobierno. Más que “el día del presidente”, el Informe debería ser el “día en el que el presidente nos habla a todos”.

Lamentablemente, en su discurso con motivo del Tercer Informe de Gobierno, Peña Nieto dejó ir esa oportunidad de hablarnos. Y eso que el arranque parecía muy prometedor:

“Quiero hablarles, de lo que nos molesta y perturba como sociedad, de lo que nos afecta y preocupa como mexicanos. El último año, ha sido difícil para  México. Nuestro país se vio profundamente lastimado por una serie de casos y sucesos lamentables

Los hechos ocurridos en Iguala o la fuga de un penal de alta seguridad, nos recuerdan situaciones de violencia, crimen o debilidad del Estado de Derecho. Señalamientos de conflictos de interés ─que incluso involucraron al Titular del Ejecutivo─; […] han generado molestia e indignación en la sociedad mexicana.

Estas situaciones, son muy distintas entre sí, pero todas lastiman el ánimo de los mexicanos y la confianza ciudadana en las instituciones. A este ambiente, se suma ahora la preocupación de las familias, por el futuro de la economía. […] hoy México enfrenta una situación de desconfianza en lo interno, y de incertidumbre en lo externo, por la economía internacional.”

Abordar estos temas, en este tono y al inicio del discurso, fue tal vez el único gran acierto del mensaje del presidente, porque comenzó transmitiendo sensibilidad ante la realidad nacional, y empatía con el malestar colectivo. Pero la esperanza declinó en cuanto se adentró en la retahíla de cifras positivas y se desvaneció por completo al llegar al cierre.

¿Por qué Peña Nieto nos quedó a deber con este discurso? Aquí cinco reflexiones:

1. Porque en un buen discurso, las cifras dan soporte a los argumentos, pero no son los argumentos. El discurso del 2 de septiembre estuvo lleno de cifras que por sí mismas no comunican nada. Daba cierta pena ver que, incluso en la parte donde hablaba del tema económico, las tomas al Gobernador del Banco de México lo sorprendían revisando su celular. Eso pasa cuando se anestesia a la audiencia con sobredosis de números. 

2. Porque el lenguaje persuasivo es concreto y emotivo, y el que utiliza el presidente es sumamente abstracto y racional. Para que un discurso sea memorable, debe usar lenguaje que le hable a la audiencia y que además de la razón, apele a alguna emoción. Veamos un ejemplo.

EPN sobre la educación en el Tercer Informe:

“En un mundo más integrado y competido, cada vez es más importante que los niños y jóvenes cuenten con una Educación de Calidad. Ése es, precisamente, el objetivo de la Reforma Educativa: dar a cada niño y joven de México, las herramientas que les permitan escribir su propia historia de éxito.  Hoy, nuestro compromiso es implementar ésta, la más trascendente de todas las reformas que hemos concretado. Trabajaremos hasta que la Reforma Educativa sea una realidad, en todo el territorio nacional.”

Obama sobre la educación en el State of  The Union de este año:

“Todavía vivimos en un país donde demasiados estadounidenses brillantes no pueden pagar la educación que necesitan. Eso no es justo para ellos ni sensato para nuestro futuro. Por eso estoy enviando al Congreso un audaz plan para bajar el costo de las universidades comunitarias a cero. 40 por ciento de nuestros estudiantes eligen estas universidades. Algunos son jóvenes y empiezan su carrera. Otros son adultos que buscan un mejor trabajo. Otros son veteranos de guerra y padres solteros que quieren reingresar al mercado laboral. Quien quiera que seas, este plan es tu oportunidad para graduarte sin terminar endeudado. Pero te lo tienes que ganar. Tienes que mantener buenas calificaciones y graduarte a tiempo.”

3. Porque la narrativa de las reformas simplemente no conecta con la gente. En esta bitácora he explicado que las reformas no tienen una narrativa que emocione, que incluya a la sociedad y que nos llame a la acción. Nunca hubo una comunicación eficaz sobre el propósito colectivo de las reformas, más allá de un crecimiento económico que no llega. Para la gente, son resultado de acuerdos entre las élites que no beneficiarán su economía de forma relevante.  

4. Porque el discurso no plantea una solución pertinente ni creíble a los problemas descritos al inicio. Los diez puntos del final son una colección de ideas disímbolas. Unas ya se habían planteado antes, como el tema de justicia cotidiana o los planes para el desarrollo del sur del país. Otras son cosas que de todas maneras se harán, como el apoyo al campo o el Paquete Económico 2016. Algunas sí son novedosos, pero ¿qué tienen que ver las clases de inglés, un fideicomiso para infraestructura escolar o la creación de la Secretaría de Cultura con la desconfianza y la incertidumbre presentadas al principio del discurso como los males a vencer?

5.    Porque el mensaje político estuvo completamente fuera de lugar y de tono. El cierre del discurso no hace un llamado a la acción a toda la sociedad para alcanzar un futuro deseable o para enfrentar un reto en común. Por el contrario, el presidente contradice por completo su mensaje inicial, en el que dice entender las razones del enojo de la sociedad, al señalar que:

“Los medios digitales y las redes sociales reflejan estos sentimientos de preocupación y enojo; manifiestan que las cosas no funcionan y dan voz a una exigencia generalizada de cambio ─de cambio inmediato─.[…] En este ambiente de incertidumbre, el riesgo es que en su afán de encontrar salidas rápidas, las sociedades opten por salidas falsas. Me refiero al riesgo de creer que la intolerancia, la demagogia o el populismo, son verdaderas soluciones. […] En esos episodios, la insatisfacción social fue tal, que nubló la mente, desplazó a la razón y a la propia ciudadanía; permitiendo el ascenso de gobiernos que ofrecían supuestas soluciones mágicas”.

El mensaje parece ser: “entiendo que estén molestos pero ya supérenlo, porque si siguen enojados se les va a nublar el juicio y van a terminar peor, votando por populistas y demagogos”. ¿Cómo puede ser esto un mensaje inspirador, un llamado a la acción que nos convoque a todos, una señal de liderazgo político que suma voluntades para enfrentar la pobreza, la desigualdad, la corrupción o el escenario económico internacional tan difícil que se nos está viniendo encima?

Al final, el presidente parece decirnos: “vamos a seguir haciendo exactamente lo mismo que hemos hecho estos tres años, solo que con más fuerza y con muchas ganas”. No sé ustedes, pero yo creo que se avecinan tiempos todavía más difíciles para nuestro país.

 

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Especialista en discurso político y manejo de crisis.


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