Cuando Donald Trump se proclamรณ vencedor de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, hace apenas dos meses, su triunfo generรณ una corriente de simpatรญa que se propagรณ entre los representantes de la derecha populista en Europa. De algรบn modo, sentรญan que esa victoria era tambiรฉn suya. Nigel Farage enseguida se ofreciรณ a trabajar para el nuevo inquilino de la Casa Blanca en Bruselas y Marine Le Pen dijo que el resultado suponรญa โesperanza para Franciaโ. Tambiรฉn Beppe Grillo o Geert Wilders saludaron el triunfo de Trump. El lรญder del Movimiento Cinco Estrellas italiano lo definiรณ como el advenimiento del โapocalipsis de lo mainstreamโ, identificando su causa con la de Trump: โEl mundo es de los bรกrbaros: ยกNosotros somos los bรกrbaros!โ. Por su parte, Wilders, que encabeza un partido de extrema derecha xenรณfoba en Holanda, utilizรณ la expresiรณn โprimavera patriรณticaโ para definir el momento histรณrico y polรญtico que vivimos en Occidente.
Es curioso cรณmo los nuevos defensores de la soberanรญa nacional que luchan contra las instituciones supranacionales, ya sean la OTAN, el Euro o la Uniรณn Europea, han entendido la necesidad de tejer redes de solidaridad global para la causa que representan. Reaccionan contra la modernidad, contra el multiculturalismo, contra la globalizaciรณn, contra el pluralismo, pero eso no quiere decir que no sean conscientes del tiempo en el que viven. Saben que necesitan una marca. Que tendrรกn mรกs oportunidades de triunfar en sus paรญses si los ciudadanos les perciben como parte de un todo mayor, de una comunidad de valores que cuenta con representantes en todo el mundo.
Se trata, eso sรญ, de una representaciรณn que dista mucho de la concepciรณn institucional, democrรกtica y racionalista que constituye el proyecto de la Uniรณn Europea. La solidaridad populista no cuenta con cauces formales para su promociรณn, se mueve en el terreno de las emociones, es simbรณlica, identitaria. Son atributos ganadores en el mundo posmoderno que, ademรกs, son capaces de generar adhesiones inquebrantables: los lazos sentimentales son siempre mรกs fuertes que aquellos que liga la razรณn.
En este sentido, el populismo ha demostrado entender mejor los mecanismos psicolรณgicos que rigen el momento histรณrico que sus rivales liberales y progresistas. Tienen una visiรณn apocalรญptica de la modernidad, pero, al mismo tiempo, estรกn plenamente integrados en ella. Por su parte, los lรญderes que defienden la democracia liberal y el Estado social estรกn dejando pasar una gran oportunidad de sellar una alianza progresista. Serรญa posible promover una corriente de solidaridad que rivalizara con la cosmovisiรณn populista. Existe una cierta comunidad de valores que dotan de identidad a una corriente polรญtica constituida por polรญticos o partidos jรณvenes, que pretenden superar el inmovilismo de las opciones tradicionales y que ofrecen una visiรณn optimista respecto a un futuro de oportunidades y progreso.
De Trudeau a Macron, del D66 holandรฉs a Ciudadanos, existe una masa crรญtica de opciones socioliberales que podrรญa constituir una marca polรญtica. Una interconexiรณn de valores y afectos que permita sentir las victorias de uno como el รฉxito de todos. Que circunscriba el programa de cada partido en un proyecto global solidario. Que genere un identificaciรณn entre los electores, de tal suerte que puedan reconocer en una formaciรณn la franquicia de un proyecto mayor, de una alianza progresista que es fuerte y cuenta con representantes en todo Occidente. El fenรณmeno polรญtico de los รบltimos aรฑos es el populismo. Quizรก los votantes tengan dificultades para definirlo, pero no tienen ninguna para identificarlo. La alianza de progresistas deberรญa aspirar a generar un reconocimiento similar, que les sitรบe no solo como una comunidad de valores, sino como la marca polรญtica que se opone al populismo.
Esta ya no es una batalla electoral nacional, es una batalla global entre dos cosmovisiones, la de los que quieren mรกs soberanรญa nacional y menos inmigraciรณn, y la de quienes quieren sociedades abiertas e integraciรณn. La de quienes ven el futuro como una amenaza ante la que replegarse y la de quienes miran al futuro como una oportunidad. Y las grandes batallas solo se ganan con aliados.
Aurora Nacarino-Brabo (Madrid, 1987) ha trabajado como periodista, politรณloga y editora. Es diputada del Partido Popular desde julio de 2023.