“33 mineros atrapados dentro de una mina a 700 metros bajo tierra” debería ser una noticia lo suficientemente poderosa e impactante por si sola y su vigencia periodística no tendría que agotarse hasta que los 33 hombres fueran rescatados.
“33 mineros atrapados dentro de una mina a 700 metros bajo tierra” debería ser una noticia lo suficientemente poderosa e impactante por si sola y su vigencia periodística no tendría que agotarse hasta que los 33 hombres fueran rescatados. Pero, como somos un público acostumbrado a las tragedias cortas con héroes elocuentes y escenografías cambiantes, si las tragedias duran más de tres días y dichos héroes no han sido enfrentados de manera misteriosa, inexpugnable e inevitable con su destrucción física o moral y/o rescatados entre lágrimas y caritas e cumpleaños los medios de comunicación por nuestra culpa o nosotros por culpa de los medios empezamos a desviar nuestra atención hacia historias colaterales, tramas insignificantes que hacen más catchy el asunto. En este caso, la intención de esta subdivisión y generación de noticias menores es mantener el interés sobre la mina y los mineros, pero no necesariamente en que ¡hay 33 mineros atrapados dentro de una mina a 700 metros bajo tierra!
Durante los primeros 3 días (6,7 y 8 de agosto) los medios de habla hispana informaron puntualmente el estado de las cosas: Había 33 mineros atrapados en una mina. Las familias de estos hombres estaban en vilo. Piñera, el presidente de Chile, se decidió a adelantar su regreso de Colombia para acudir a San José de Copiapó. Se alistaba un plan de rescate. La comunidad internacional empezaba a dar muestras de apoyo (moral). Se buscaba esclarecer las causas del accidente y fincar responsabilidades.
Para el cuarto día, algunos medios de comunicación se sentían escasos de ingredientes noticiosos respecto a la tragedia. Por fortuna un dato dejado en el cajón de la redacción post mundialista salvó la monotonía informativa: “Uno de los 33 mineros es un futbolista que jugó con la selección chilena [en los ochenta]”. La noticia no contribuyó a los trabajos de rescate, pero conmovió a la afición [de los ochenta]…
Del 10 de agosto –Día del minero– al día 16, la información que refería a los 33 de la mina de San José de Copiapó mantuvo un tono respetable: habían pasado más de 120 horas bajo tierra y no se sabía si estaban vivos o muertos. Una Comisión Investigadora había sido creada. El presidente chileno cesó a tres altos cargos vinculados con el sector de minas. Durante esos días “la ayuda de Dios”, a la que apelaba el presidente chileno, y una sonda eran la única expectativa de salvataje de los mineros chilenos.
Diez días después del derrumbe y con pocas esperanzas de contactar a los mineros, la farándula empezó a sobrevolar la historia de la mina. Ya saben lo que dicen: ¡the show must go on! Los titulares anunciaban: “Grupos chilenos reeditan clásico en honor a mineros”, Quilapayún, Inti Illimani y Los Tres se unían “en forma inédita para grabar su propia versión de la canción "A la mina no voy", en muestra de fraternidad y apoyo". Diego Luna que llegaba a Chile por esas fechas y que se enteraba de lo ocurrido le dedicó el “estreno sudamericano” de Abel “a las familias y a toda la gente que ahorita la está pasando tan mal y decirles una vez más que todos los esfuerzos que ustedes hagan por conectarnos, valen la pena. Cuando uno viaja por Latinoamérica se da cuenta de que estamos pasando por lo mismo”. La noticia no contribuyó a los trabajos de rescate, pero conmovió a la Academia…
Después del 22 de agosto, una vez que se hubo confirmado que los 33 estaban vivos y bien en el refugio, empezó una ola de noticias catchy: "Ricky Martin pide fortaleza a mineros chilenos", "Estos mineros son héroes, dice Don Francisco.", "Excéntrico empresario chileno da 8,000 euros a cada minero", "El milagro de los mineros chilenos se escribe en cartas de amor", "'Papá te queremos mucho': hijos de minero chileno". Las noticias no contribuyeron a los trabajos de rescate, pero subió el rating de Sábado Gigante y la prensa rosa se dio un festín…
Los medios de comunicación que sostenían que la noticia seguía siendo que "¡hay 33 mineros atrapados dentro de una mina a 700 metros bajo tierra!", informaron que comenzaba a estructurarse un complicado y meticuloso plan de rescate que podía demorar hasta cuatro meses. El reto mayúsculo, advertían, será mantenerlos con vida y en las mejores condiciones físicas, psicológicas y emocionales.
Sabiéndolos vivos, una máquina perforadora Strata 950 –que excavará el conducto por el cual eventualmente podrán ser rescatados los mineros– voló desde Alemania. Durante los días de espera más noticias catchy se apoderaron de los medios: “Mineros pidieron botella de vino y empandas para las fiestas patrias”. Calle 13 y el astronauta José Hernández Moreno mandaban saludos a través de Twitter a los mineros. Las noticias no contribuyeron a los trabajos de rescate, los saludos vía Twitter no llegaron a los mineros (que ni saben qué es eso del Twitter) pero las regiones vitivinícolas de Chile y la comunidad twittera se sintieron parte del coro de la tragedia.
El 27 de agosto los mineros filmaron –con una minicámara enviada por los rescatistas– desde el fondo del yacimiento cómo era su vida en el refugio de 6 por 9 metros en donde permanecen desde el derrumbe. El video, aunque era una noticia valiosa por sí misma, generó otra ola de noticias sin sustancia: “Experto en inteligencia emocional detecta 10 detalles claves en video de mineros atrapados”, “Ya comenzó rodaje de película sobre mineros chilenos: El director Rodrigo Ortúzar se trasladó hasta el campamento Esperanza para filmar las primeras escenas de un filme que tiene como nombre tentativo Los 33”.
El que haya ¡33 mineros atrapados dentro de una mina a 700 metros bajo tierra! ya no es noticia, ahora es un reality show. Ya no nos interesa LA tragedia; ahora parece que nos ocupan más sus miserias personales y por eso la prensa ahora nos “informa” que los mineros sufren la abstinencia de alcohol y tabaco, que hay dos esposas esperando al mismo esposo-minero, y que los “mineros atrapados piden alcohol y alburean”. Nos interesa saber qué videojuegos conviene mandarles para que se entretengan. Nos interesa saber cómo lograron Samsung y PlayStation ser las marcas de entretenimiento oficial que le quitarán la depresión a lo mineros. Nos interesa saber si Piñera calculó fríamente que su presencia en Copiapó le redituaría con el 56% de aprobación popular en la encuesta de Adimark de agosto. Nos interesa la posible disputa entre Karen Record y Emi Music para relanzar los temas de Juan Luis Guerra "Burbujas de Amor" y "Ojalá que llueva café" que se oían como música de fondo en uno de los videos transmitidos de los mineros. Nos interesan tantos temas y todos de tan poca sustancia que casi se nos olvida que todavía ¡hay 33 mineros atrapados dentro de una mina a 700 metros bajo tierra!
– Cynthia Ramírez
Es politóloga, periodista y editora. Todas las opiniones son a título personal.