Ondulando entre zalamerías e inculpaciones, quien se cobija en el seudónimo Dust3 me achaca incluir en un supuesto odio hacia (toda) la izquierda mexicana al “presidente que expropió el petróleo”. Dust3, escondido, me difama, pues no puede aducir ningún texto o manifestación oral en los que yo hubiera cometido esa “inclusión”. Después, pregonándose respetuoso, me niega el derecho a criticar a “sus” compatriotas, y luego me pregunta por qué lo llamo fascista. “La patria”, decía el siempre vigente doctor Johnson, “es el último refugio de los sinvergüenzas”. De los fascistas también, digo yo.
Eso aparte, me veo obligado a pedir a los moderadores de esta página que publiquen todo lo que sea crítica a los blogueros de Letras Libres, pero no imputaciones calumniosas como las de este cobardito “Dust3” erigido en dedo flamígero de la justicia política. Discusión, polémica, guerra de ideas y aun de ideologías, todo lo que se quiera, pero no insultos, que además de venir envueltos en zalamerías se envuelven en seudónimos. Es verdad que en este medio electrónico no se puede saber quién da su nombre real o un seudónimo, pero que al menos, si el tal lanza inculpaciones y calumnias, se registre y se haga aquí público su código de Internet. No tienen la misma categoría moral ni los mismos derechos de publicar quienes opinan con nombre y rostro descubiertos que quienes acusan, inculpan y difaman ocultando su identidad. Esto debería quedar claro tanto para la dirección de Letras Libres como para cualesquiera publicaciones.
Es escritor, cinéfilo y periodista. Fue secretario de redacción de la revista Vuelta.