El insomnio es como naufragar y nadar y nadar sin arribar a ninguna playa, es pasarse la noche tejiendo y destejiendo y retejiendo la tela de Penélope de no se sabe cuántos bifurcados destinos, es recorrer una y otra vez una ardiente cinta de Möbius, es discutir con seres imaginarios que tienen nuestra misma voz, es como estar con los ojos cerrados pero con los párpados transparentes, es una torre de Babel mental en la cual se cruzan miles de líneas telefónicas de todas partes del mundo, es estar entre las sabanas como entre olas de lija, es como si el pensamiento fuese un rompecabezas en que las piezas no encajan y siempre falta una, es caminar sin descanso por un laberinto de espejismos o por un espejismo de laberintos, es una insurrección en la ciudad que interiormente somos, es un tiempo en que se nos ocurren innumerables ideas geniales que al día siguiente se nos revelarán o locas o estúpidas, y es también mil y una noches desveladas dentro de la gran noche en la que una Sheherezada demoníaca nos cuenta un infinito de historias, algunas de las cuales bien pudieran ser las pocas que van a continuación, tomadas del Cuaderno del Perpetuo Insomne.
TODO LLEGA UN DÍA
Me jura Jorge F. Hernandez haber visto en el cementerio de San Miguel Titinzán, sobre la tumba de un amigo suyo recientemente suicidado, una lápida con esta inscripción:
“¡A Dios gracias, al fin se acabó el insomnio! –Licenciado Atenor Medrano”
MUTACIÓN
Ay, Etelvina Gerundiez!, puesto que a pesar de mi devoción por ti no quieres ser mía, has pasado ya de ser la mujer de mis sueños a ser la mujer de mis insomnios. –Cartujo José Luis Martínez S.
AÚN MÁS INQUIETANTE
En los hondos, los polvorientos, los apolillados archivos de la Real Academia de San Juan Titinzán, el poeta y erudito Armando González Torres ha hallado un grueso manuscrito de don Francisco de Quevedo con una obra aún más alucinante y cruel que Los Sueños del mismo autor y titulada Los Insomnios.
CON EL PSICOANALISTA
–Bueno, señor Roberto Pliego, sí: sufre usted de insomnio, pero eso al menos lo libra de tener pesadillas.
–¡Pero, doctor, si mi pesadilla de todas las noches es el insomnio!
LAS FAMOSAS OVEJAS
Como se pasaba las noches sin dormir, a don Enrique Krauze le aconsejaron que imaginara saltarinas ovejas y que las contase una a una. Eso hace, pero ellas cada vez llegan más en montón, no se dejan contar y lanzan fuertes y largos berridos que motivan el insomnio de don Enroqie.
SEGÚN EL LEXICÓN:
Insomnio. 1) Tener dentro del cráneo una ciudad incendiada. / 2) Tener dentro del cráneo mil distintas revoluciones (sociales, políticas, morales) por minuto. / 3) Cada noche el Apocalipsis. 4/ Cruce de discursos hablados en lenguas, en esperanto, en volapuk o en dialectos del blablablá.
DE OTRO MODO, PERO IGUAL
Por fin, después de noches y noches –me dijo Andrés Marceño–, he podido dormir largamente, pero siempre soñando, y lo que sueño es que no logro dormir, de modo que al despertar me siento como después de haber pasado una noche de insomnio… lo cual en resumidas cuentas me parece que viene resultando lo mismo.
HASTA LA MADRUGADA
En la alta noche propicia al insomnio, es decir al desvarío y la alucinación, cuando te miras al espejo y, sintiéndote aburrido de encontrar el mismo rostro de siempre, haces unas cuantas muecas para distraerte un poco (como si te pusieras una tras otra una serie de máscaras de carnaval), ocurre una suerte de silencioso clic en tu pensamiento y empiezas a asustarte pregúntándote quién es ese que desde allí te mira, qué estará pensando, por qué también él parece estar asustado tras tus muecas, y cuál de los dos, es decir Tú o el Otro Tú, es el que verdaderamente existe, y entonces, antes de que te arrebate el vértigo, corres como un niño aterrado a tu habitación a meterte en la cama y a taparte la cabeza con la manta, y tiemblas toda la noche en espera de que llegue la analítica luz de cuchillo del alba, porque te has dado cuenta de que allí, ante el impasible y acaso algo irónico espejo, has creado un Tercer Tú, un radicalmente desconocido monstruo fosforescente, un demonio de la alta noche que te obliga a tener los ojos siempre abiertos y sin parpadeo, haciéndote ver extrañas y amenazantes quimeras que ni la analítica luz de cuchillo del alba habrá de disolver.
Es escritor, cinéfilo y periodista. Fue secretario de redacción de la revista Vuelta.