Camaradas mexicanos en Norcorea (primera parte)

En 1968, 53 mexicanos, egresados o alumnos todavรญa de normales rurales de Mรฉxico se educaron en Pyongyang. Fueron once meses bajo โ€œdisciplina militar rรญgidaโ€.
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Leyendo informaciรณn sobre las normales rurales topรฉ con la enigmรกtica Federaciรณn de Estudiantes Campesinos Socialistas de Mรฉxico (FECSM), a la que esas normales estรกn afiliadas, y que las aconseja, asesora y educa por medio de los Clubes de Orientaciรณn Polรญticas e Ideolรณgicas (COPI) que cada normal rural hospeda.

Ya me referรญ aquรญ a la FECSM, sobre cuya existencia, organizaciรณn y poder —como se me hizo saber por diferentes medios, y mรกs bien con energรญa— no se pregunta, so pena de severas reprimendas. Y aunque se preguntara: la informaciรณn y la “documentaciรณn interna” de esa federaciรณn que es la clave del “pensamiento normalista” —como dijo su lรญder Josรฉ Luis Aguayo en 1965— estรก vedada incluso a los estudiosos que simpatizan con el movimiento.

Diversas fuentes de la abundante bibliografรญa sobre movimientos sociales y armados seรฑalan las relaciones que hubo entre la FECSM, el Partido de los Pobres (PDLP) de Lucio Cabaรฑas, la Liga 23 de Septiembre y otras organizaciones.

Leรญ entonces que algunos de sus militantes coincidieron en la Universidad de la Amistad de los Pueblos Patrice Lumumba de Moscรบ, y que muchos de ellos eran normalistas.

Y estando ahรญ, en Moscรบ, todos estos grupos vinieron a dar con el mรกs extraรฑo pensamiento, y fue que les pareciรณ convenible y necesario asรญ para el aumento de su honra como para el servicio de su repรบblica, fundar el Movimiento de Acciรณn Revolucionaria (MAR) con objeto de liberar a Mรฉxico de sus opresores.

Para lograrlo, dice uno de sus “puntos bรกsicos”, concluyeron que “la organizaciรณn necesaria para el cambio revolucionario debe ser polรญtico-militar”, como apunta Fernando Pineda Ochoa en En las profundidades del MAR. El oro no llegรณ de Moscรบ (Mรฉxico, Plaza y Valdรฉs, 2003, con imprimatur de Carlos Montemayor).

Decidida la ruta polรญtico-militar, las organizaciones reunidas en el MAR necesitaron apoyo. “¿A quiรฉn dirigirse?”, dice Pineda que se dijeron. No a la URSS, pues Nikita Jruschov ya habรญa decidido que la transiciรณn al socialismo fuese pacรญfica. Los cubanos eran amigos del gobierno mexicano. Vietnam estaba en guerra. “Con los compaรฑeros argelinos tampoco se pudo concretar nada”. Los chinos les pusieron como condiciรณn hacerse maoรญstas. Asรญ que solo les quedaba Norcorea, que ni tarda ni perezosa “acepta solidarizarse con el pequeรฑo nรบcleo de revolucionarios mexicanos”.

El “pequeรฑo nรบcleo”, que era el primero de tres grupos, fue discreta, laboriosa y costosamente (escalas en Parรญs y Berlรญn, etcรฉtera) trasladado a una base militar cerca de Pyongyang a fines de 1968. El grupo pasรณ casi un aรฑo “teniendo la posibilidad de prepararse en dos especialidades: comunicaciones y demoliciรณn”, algรบn marxismo y el pensamiento luminoso del Gran Lรญder Kim-Il Sung.

De los 53 mexicanos que se educaron en Pyongyang, “un buen nรบmero eran egresados de las normales rurales” o bien “pertenecรญan a estas escuelas”, dice Pineda. Fueron once meses bajo “disciplina militar rรญgida”. Lo bueno es que, ademรกs de aprender teorรญa y prรกctica de la dinamita, habรญa tambiรฉn sesiones que fomentaban “la crรญtica y la autocrรญtica como un ejercicio democrรกtico” (todo esto estรก escrito muy en serio).

La vida de cincuenta mexicanos originarios de Guerrero, Michoacรกn y Chihuahua en un campo militar norcoreano habrรก sido absolutamente inaudita. ¿Cรณmo lograron sobrevivir a un mundo en el que hasta las cochinillas marchan en formaciรณn militar, sincronizada en milรญmetros, volteando a ver con amor a su Gran Lรญder?

Dice Pineda que no fue fรกcil. Pusnรณ. Al sรญndrome del Jamaicรณn y a la abstinencia de frijolitos habรญa que agregar jornadas de diez horas aprendiendo a echar dinamita, haciendo lagartijas sobre cardos y, lo peor de todo, sosteniendo discusiones democrรกticas sobre la “teorรญa foquista” del inmortal Che Guevara, o sobre la “cรฉlebre tesis de la Universidad Fรกbrica” del no menos inmortal Karl Marx.

Entre los mexicanos, escribe Pineda, habรญa “un reducido grupรบsculo” que comenzรณ a tener “puntos de vista opuestos a la dirigencia al considerar excesiva la dureza empleada para contener problemas de indisciplina”. He ahรญ un ponderado pรกrrafo de retรณrica juche que demanda traducciรณn al mexicano: “Unos pocos gรผeyes empezaron a emputarse por los chingadazos que les metieron los camaradas militares por andar echando desmadre”.

Claro, mรกs interesante aรบn serรญa saber lo que los camaradas instructores norcoreanos decรญan de sus alumnos mexicanos…

La cosa es que ese “reducido grupรบsculo” o, si usted prefiere, los “pocos gรผeyes”, se rebelรณ y…

Continuarรก… 

 

 

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Es un escritor, editorialista y acadรฉmico, especialista en poesรญa mexicana moderna.


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