Carta de Reims: En honor a la lectura

De haber estado Reims, en Mรฉxico, nuestras siempre desatinadas autoridades no hubiesen dudado en apropiarse del predio, cambiar el uso del suelo y otorgar el permiso de construcciรณn para un centro comercial.
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Habituado cada vez mรกs a que los paรญses se administren como empresas que no entienden otro lenguaje que el de las acciones, rendimiento, activos, capital de riesgo, producciรณn y consumo, esto es, el de la economรญa de mercado, resulta casi chocante que no haya sido la champagne lo que mรกs me ha llamado la atenciรณn al llegar a Reims, capital de esta bebida local, nacional e internacional por excelencia, sinรณnimo de lujo y estatus, savoir faire y savoir vivre, sino su extraordinaria red de bibliotecas –tres mediatecas, tres bibliotecas, tres bibliobuses y una biblioteca patrimonial–, y por tanto, el cuidado y la atenciรณn que una ciudad de menos de 200,000 habitantes –la doceava de Francia, y una de las mรกs limpias–, puede dedicar a la riqueza intangible, esto es, al conocimiento.

El capitalismo ha terminado por enseรฑarnos, y nosotros, sus hijos, por aprenderlo, que los espacios “inรบtiles”, sean parques, estadios, predios abandonados o dejados de la mano de dios, grandes superficies de tierra en el centro y alrededores de las ciudades que fueron lugar de ocio o entretenimiento en otra รฉpoca, deben convertirse de la noche a la maรฑana, sin el menor pudor, ni consulta ni รฉtica, ni permisos, ni armonรญa urbana o paisajรญstica, en las catedrales del presente, mega plazas del absurdo adonde va la gente para evadir su aburrimiento mientras, confinada, se dedica a la contemplaciรณn de objetos y productos la mayorรญa de las veces inalcanzables para su bolsillo: los centros comerciales.

Asรญ ocurriรณ con el Parque del Seguro Social, antes Parque Delta, el estadio de beisbol que acogiรณ a los muertos del sismo del 85 en el Distrito Federal; asรญ pasรณ tambiรฉn con el antiguo Toreo de la Condesa, que fue trasladado a Naucalpan y ha repetido su fatal destino, la demoliciรณn, para convertirse en un futuro prรณximo en otro monstruo comercial, uno mรกs –como si no hubiese ya suficientes y fueran tan necesarios–, como el que se construye en los terrenos aledaรฑos al Club Amรฉrica, en Coapa –bajo la nada transparente autorizaciรณn de la delegaciรณn Coyoacรกn–; es evidente que pocos son los interesados en que esos magnรญficos espacios puedan ser algรบn dรญa amplias zonas verdes y, menos aรบn, hermosas bibliotecas, fuentes de conocimiento y armonรญa con el entorno, patrimonio para las generaciones futuras y para las presentes.

Afortunadamente, las trampas administrativas, ya no digamos la corrupciรณn, que tanto gustan  a los polรญticos mexicanos, entre ellos a los delegados encargados de otorgar permisos para engrosar sus arcas privadas, estรกn severamente penadas en otras latitudes donde no se habla espaรฑol.

En Reims, sin duda, hubiese sido un delito si tras la reconstrucciรณn de la ciudad luego de la devastaciรณn que sufriรณ en la primera Guerra Mundial, ahรญ donde alguna vez hubo una biblioteca levantada en los aรฑos posteriores a la Revoluciรณn Francesa, se hubiese alzado, por ejemplo, un centro comercial con ese tipo de nombre que fascina al nuevo rico, Lomas Altas, Bosques de Pedrera, Antara-Coliseo, Galerรญas Siglo XXI, Centro Nuevo Milenio.

En cambio, con el dinero que el magnate americano Andrew Carnegie destinรณ para la paz internacional, se edificรณ una nueva biblioteca en el mismo lugar, justo detrรกs de la soberbia catedral de Notre Dame de Reims –lugar de consagraciรณn y coronaciรณn de los reyes franceses y uno de los primeros monumentos inscritos en el patrimonio mundial de la humanidad por la UNESCO–, y cuya arquitectura Art Dรฉco no sรณlo le otorgรณ una singular belleza, mรกs poderosa que cualquier campaรฑa publicitaria para convencer a la gente que no lee, de que lea, sino estar considerada como uno de los monumentos histรณricos del paรญs.

Quizรก mรกs singular es, sin embargo, el pasado de la mediateca Jean Falala, rebautizada asรญ en honor al que fuera alcalde de esta ciudad durante 16 aรฑos –de 1983 a 1999–; se trata de un edificio de tres niveles enteramente de vidrio, construido en una superficie de 6,500 m2, justo enfrente de la Catedral, y desde los cuales se puede apreciar la majestuosidad gรณtica de la misma; la mediateca, que cuenta con 160,000 documentos en todos los soportes, se levantรณ en 2002 en el mismo lugar en el que estuvo durante dรฉcadas… la comandancia central de la policรญa de Reims.

“La llegada de la modernidad sobre este sitio tan bello de la plaza de la catedral no debe provocar un estallido de la arquitectura, una autonomรญa de ruptura en la forma urbana; por el contrario una transformaciรณn dulce, y un arreglo fino que hagan que el edificio resista a la covisibilidad con la catedral en el silencio. La armonรญa de esta covisibilidad serรก asegurada por la proporciรณn clรกsica obtenida a partir de una base cuadrada y declinada segรบn los principios del arte de la construcciรณn”, explicรณ su arquitecto, Jean Paul Viguier, cuando presentรณ el proyecto.

De haber estado Reims, en Mรฉxico, nuestras siempre desatinadas autoridades no hubiesen dudado en apropiarse del predio, revenderlo a precio de oro, robarse la mitad, cambiar el uso del suelo, y otorgar el permiso de construcciรณn para un centro comercial, un edificio de tres plantas, en cemento, que no sรณlo hubiese cancelado la visiรณn de la catedral, sino algo peor, la oportunidad de que las futuras generaciones gozaran de un espacio armรณnico y esplรฉndido para el estudio, la lectura, y la escritura de algรบn texto, como este mismo que ahora escribo, acunado por la asombrosa fachada y la historia de 800 aรฑos de una de las catedrales mรกs hermosas del mundo.

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Periodista y escritor, autor de la novela "La vida frรกgil de Annette Blanche", y del libro de relatos "Alguien se lo tiene que decir".


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