En la novela suya que mรกs me gusta, La tรญa Julia y el escribidor, Vargas Llosa fantasea a un รกrbitro de futbol. “Don Joaquรญn” es tan pasmosamente atinado, elegante, justo y ecuรกnime, que las multitudes acuden al estadio mรกs a verlo pitar a รฉl que jugar a los jugadores. Es muy divertido. Nunca estรก a mรกs de diez metros del balรณn, los locutores lo admiran, los cronistas analizan sus decisiones, los jugadores lo respetan y los espectadores lo ovacionan al final de cada juego.
La FIFA responde en cรกmara sรบper lenta a las artimaรฑas de los jugadores, como si aรบn estuviera en el mundial de 1950. Su resistencia al empleo de la tecnologรญa como apoyo del sistema arbitral –y, por lo tanto, a la justicia– es extraรฑamente legendario y se presta a las teorรญas de la conspiraciรณn. Apelar a la ciencia le produce un conflicto superior al que suelen generar los adelantos mรฉdicos en el inestable รกmbito de la รฉtica o la religiรณn. Los cambios son con gotero: que haya computadoras capaces de decidir si el balรณn cruzรณ la lรญnea de gol ha sido un avance que contrasta con la renuencia a revisar jugadas dudosas con un jurado de ojos infinitamente amplificados por el video.
En una cabina hay tres รกrbitros ante una pantalla: en cinco segundos juzgan si hubo o no hubo fuera de lugar; en dos segundos votan y se pronuncian: asunto arreglado. Que esos videoรกrbitros se pronuncien puede ser a solicitud de los entrenadores (digamos, como en americano, que tienen derecho a tres pronunciamientos por partido) o de los mismos รกrbitros. Si el abanderado no estรก del todo seguro que hubo fuera de lugar, solicita la revisiรณn.
El riesgo de que revisar jugadas tijereteรฉ el ritmo del juego es mรญnimo: no lo harรญa mรกs que las interrupciones ya justificadas (lesiones; festejos de gol, etc). En el mismo tenor, ¿cรณmo aceptar la novedad de las “pausas de rehidrataciรณn” y rechazar el videoarbitraje? Esto de la “rehidrataciรณn” me parece, por cierto, una babosada: un falso medio tiempo. ¿Habrรก pausas de calorcito cuando se juegue en el frรญo? ¿O pausas de sequedad en las tormentas? La idea de que resistir las condiciones climรกticas es parte de la formaciรณn del jugador ha quedado, obviamente, relegada. Y quรฉ desagradable, durante una de esas pausas, fue ver a Messi bebiendo persicola, comiendo sabripapas y dando al traste con el afรกn de apartar a los niรฑos de la chatarra…)
Por otro lado, los videoรกrbitros disminuirรญan las pausas injustificadas: la sรบbita metamorfosis del musculoso gambetero en la Traviata agonizante se verรญa inhibida si esos รกrbitros expulsan, a fuerza de multas y castigos, a la musa histriรณnica del campo de futbol. Un artรญculo reciente del The New Yorker explica que el equipo de Estados Unidos se siente en desventaja por no administrar el concepto del “clavado” con la pericia argentina (u holandesa). La liga norteamericana tiene un comitรฉ disciplinario que revisa los videos y sanciona a los clavadistas. Ese jugador educado para el fair play y un sentido de la hombrรญa contagiado del hockey y el futbol americano, estรก en franca desventaja. ¿Hombrรญa? Un acadรฉmico descubriรณ que los hombres fingen lesiones dos veces mรกs que las mujeres, y que entre mujeres hay dos veces mรกs lesiones reales que ni se marcan ni concluyen en clavados…
Por cierto, en otro artรญculo leรญ que hay una manera muy sencilla de detectar un clavado. Los jugadores que los cometen suelen arquear la espalda hacia atrรกs y alzar los brazos: la postura exactamente contraria a la que adopta un cuerpo que va a darse un madrazo autรฉntico, cuya reacciรณn instintiva es proteger el pecho y la cara con los brazos adelante…
En un sitio de internet interesante, soccerscience.net, se analiza muy en serio el problema de los clavados: “una de las mรกs controversiales, detestables y penosas acciones del juego”. La teorรญa es que clavarse deriva de la “teorรญa animal de seรฑalizaciรณn”, a saber, cuando el plausible beneficio es superior al posible daรฑo y cuando el riesgo de ser castigado es bajo. Las estadรญsticas muestran que el clavado es mรกs frecuente entre los atacantes en zona de gol y mรกs cuando hay empate.
La pericia de un crack en el futbol es una forma superior de la gracia y el deleite. Que a veces esa pericia se degrade a trampa, lejos de ser deplorable se convierte en muchas partes –Mรฉxico incluido, claro– en un mรฉrito mรกs. Yo lo encuentro nefasto, sea quien sea la vรญctima. Jamรกs, lo siento, entenderรฉ que haya mรฉrito en anotar con trampa. Como no quiero que se lo hagan a mi equipo, no quiero tampoco que mi equipo lo haga: lo que quiero es futbol.
Y, bueno, tampoco habrรญa que exagerar. En un memorable partido del que sale en hombros como un torero, ese personaje de Vargas Llosa, el รกrbitro “Don Joaquรญn”, consigue algo inaudito: expulsa del campo de juego, uno a uno, a todos los jugadores de un equipo marrullero hasta que no queda ya contra quiรฉn jugar. Hubo justicia, pero ya no hay futbol.
(Publicado previamente en el periรณdico El Universal)
Es un escritor, editorialista y acadรฉmico, especialista en poesรญa mexicana moderna.