“Este me lo remiten, ya verรกs”, celebra mi compaรฑero. El sujeto, un hombre blanco de unos 47 aรฑos, tiene el vientre abultado como si esperara trillizos y los peces le han comido los ojos. En otras circunstancias, nadie se alegrarรญa de pasar el resto de la semana a su lado, pero la Segunda Recesiรณn ha hecho que se desplomen las peticiones de lecturas. Solo los familiares de los suicidas estรกn dispuestos a correr con los costes. Llegan hiperventilados, con pequeรฑos derrames en las mejillas, pรบrpuras de llanto, y se desploman ante mi jefe rogando explicaciones. Politraumatismo, sobredosis de analgรฉsicos, ahogamiento hรบmedo. Ese es mi porquรฉ, y es gratuito, pero no les vale. Quieren literatura. Y aunque no les entiendo, nada en contra. Al menos la base cientรญfica es sรณlida. Yo misma participรฉ en los estudios experimentales del Neuroreader, que ha demostrado una fiabilidad del 96% para determinar un pasado de adicciones, depresiรณn y parafilias. La herramienta de corpus lingรผรญstico ordena por frecuencia de apariciรณn el lรฉxico total de un sujeto. El Carcitester nos permite conocer a quรฉ edad fue el primer cigarrillo, el primer aerosol, el primer pedazo de pan quemado. Y se puede saber si una persona visitรณ la Ciudad de Mรฉxico por la concentraciรณn especรญfica de plomo que revelan los rayos w. Todo esto es objetivo, pero los intรฉrpretes le dan una vuelta de tuerca. Recogen las migas de pan y crean lazos que no existen. Esta es mi opiniรณn: son historiadores del cuerpo, y quiรฉn se fรญa de la Historia.
Mi jefe irrumpe en la sala con sus andares de estrella del western. “¿Quรฉ tiempo se espera maรฑana?” Hace unos meses me cortรฉ con el portaobjetos y un fragmento del cristal se me quedรณ incrustado en la yema de un dedo. Mi cuerpo no ha sido capaz de expulsarlo, pero lo ha acomodado envolviรฉndolo en una crisรกlida de tejido calloso que, cuando hay humedad, aflora como un bulto puntiagudo. Ahora se me conoce como “la chica del tiempo” y tolero el chiste. Quรฉ remedio. “No se esperan precipitaciones”, contesto.
รรฑigo Balmaseda es el fundador de Lecturas ProTec, empresa lรญder del sector en la cornisa cantรกbrica. Estudiamos juntos la carrera de medicina y formamos parte de la primera promociรณn del Mรกster en Tรฉcnicas Forenses Especiales de la Universidad del Paรญs Vasco. Yo me doctorรฉ con honores y รฉl no. รl heredรณ una fortuna y yo soy su empleada. Me sorprende que visite la morgue. Su hรกbitat es otro: el de la atenciรณn al cliente, el de los pisos superiores con vistas al mar. “¿Tienes un segundo?” Estoy tintando un cultivo de tejido linfรกtico, pero asiento. Me quito los guantes y lo acompaรฑo a mi despacho, un cubรญculo diminuto adyacente a la sala de autopsias que deberรญa ser un retrete y no un lugar de trabajo. De camino, sorteamos el cadรกver del ahogado e รรฑigo rebufa. “Suicida, ¿no? Es el tercero esta semana. No estรก mal para ser otoรฑo.” Al contrario de lo que piensa la gente, nuestra temporada alta no coincide con las navidades sino con la llegada de la primavera. Acabaremos descubriendo que el suicidio tambiรฉn es una alergia.
“Oye, ¿te acuerdas de la paracaidista del jueves? Acabo de recibir su lectura.” Llamamos paracaidistas a los que se arrojan por la ventana, Cobains a los de arma de fuego, Bloody Maries a los que se cortan las venas… Los ahogados son los รบnicos sin mote. Creo que nos dan menos lรกstima por el estado en que los encontramos. Creo que solo trivializamos con aquello que nos conmueve y aquella mujer del pasado jueves nos conmoviรณ. Se precipitรณ de un sexto piso con su despedida inscrita en el cuerpo. gracias a todos. fue genial hasta que dejรณ de serlo. no lectura, por favor. Pero sus familiares la encargaron de todos modos. Aquรญ aprendes cosas sobre el gรฉnero humano y una de las mรกs importantes es que la muerte es similar a la apertura de un sumario. Un muerto es de todos, como la memoria histรณrica.
“Se llamaba Marta Artetxe. ¿Te suena de algo?” No, no me suena. Ni mucho ni poco. Es decir, podrรญa tratarse de mi ginecรณloga o de la marca de magdalenas que desayunรฉ esta maรฑana. “¿Estรกs segura?” Asiento: estoy segura. “Porque tu nombre aparece en el informe. Estabas registrada en sus campos lingรผรญsticos. Podrรญa ser una coincidencia, claro, pero…” Pero me llamo Noor Garcรญa-Cuevas; mis tocayas no son legiรณn por estos lares. Comienzo a masajear mis sienes, intentando hacer memoria, pero todo cuanto rescato de la autopsia del jueves es un crรกneo roto, una melena acartonada por la sangre, astillas de fรฉmur que atraviesan medias. Maldita sea. Es la primera vez que me ocurre, la primera vez que me mencionan. Mis padres murieron hace tres aรฑos en un accidente de trรกfico, pero solo quise saber lo siguiente: que los รณrganos internos de ella se descolocaron por el impacto y que รฉl muriรณ de asfixia, estrangulado por el cinturรณn de seguridad. Fue un pequeรฑo escรกndalo que me negara a que los leyeran. Una traiciรณn corporativa. Pero, a raรญz de aquello, la mayorรญa de mis compaรฑeros siguiรณ mi ejemplo y los que no lo hicieron se toparon con sorpresas desagradables que acabamos descubriendo todos: las infidelidades del marido de Concha la de rayos, un episodio de incesto en la infancia del padre de Jorge… En el 80% de los casos, no saber es mucho mejor que hacerlo.
“Aquรญ tienes el informe. El traductor no te menciona porque no alcanzas el umbral de relevancia, pero en el anexo tienes el corpus completo y, por la cronologรญa, parece que fuisteis amigas en el colegio. He pensado que te gustarรญa leerlo; que igual te ayuda a hacer memoria.” Estoy bastante sorprendida por el grado de consideraciรณn que estรก demostrando รรฑigo, pero le doy las gracias con frialdad. No quiero malentendidos y es un hombre que tiende a ellos. El mes pasado invitรณ a Melissa, la becaria gay, a un fin de semana en el Caribe. Observo que se aleja cabizbajo. Miro el reloj y es la hora de comer. Hace un dรญa esplรฉndido, por lo que recojo mi laboratorio y me dirijo a los acantilados con mis gafas de sol, un tupper de ensalada de pasta y el material de lectura que me ha proporcionado รรฑigo. Tomo asiento en el banco de siempre. Una instalaciรณn artรญstica que denunciaba la explotaciรณn econรณmica del suicidio los tiรฑรณ de rojo y este es el รบnico que se salvรณ. Hundo los pies en la hierba hรบmeda, siento las astillas de la madera y contemplo el mar hasta que la superficie se me antoja inmรณvil, como si las olas no fueran sino el reflejo de los rayos del sol sobre una placa de Petri. Me da pereza estropear este instante con la lectura de una chica que aquรญ, donde yo veo paz, vio muerte, pero el informe me seรฑala y tengo que enfrentarme a รฉl; no hay escapatoria.
No ojeaba uno desde mis tiempos de estudiante, pero reconozco sin problemas el lรฉxico, el estilo, los tรณpicos. Cรณmo no iba a hacerlo si, despuรฉs de todo, este gรฉnero literario lo inventamos nosotros. El formato sigue siendo el mismo; ni siquiera ha cambiado el formulario, con sus membretes de arabescos y tinta verde. En la esquina superior izquierda aparece el nombre del sujeto y su nรบmero de identificaciรณn. El grueso del texto estรก delimitado por un marco rectangular que le da una apariencia infantil, de cuaderno de colegio. Aunque los anexos pueden llegar a contener centenares de pรกginas, la redacciรณn principal no sobrepasa las cincuenta, y aquรญ entra la parte mรกs sesgada del proceso: la selecciรณn. Por lo general, el filtro lo realiza un algoritmo. Se consideran relevantes las personas o lugares que se mencionan un nรบmero determinado de ocasiones, aquellas que aparecen a lo largo de periodos prolongados de tiempo, las que se corresponden con incidencias mรฉdicas o improntas emocionales importantes… Yo no he pasado el corte, pero encuentro la combinaciรณn de mi nombre y mi apellido en el Anexo i, en el corpus lingรผรญstico. Ocupo la entrada 18,765, entre “buganvilla” y “coseno”. Trigonometrรญa de tercero de secundaria. Renglones mรกs arriba, me topo con personas que sรญ resultan familiares: Amaya Gorostiza, la chica del corrector dental rosa; Borja Nieto, el escritor que nos daba Lengua; Ander Elorza, mi primer novio. Tengo entre mis manos la lectura de alguien que jamรกs llamรณ la atenciรณn. Alguien con quien tal vez compartรญ pupitre en una asignatura optativa, alguien que me dio fuego o pidiรณ mis apuntes y preguntรณ mi nombre sin que yo preguntara el suyo.
Siento algo extraรฑo el pecho, como si de pronto fuera mรกs frรกgil, cartilaginoso.
Lo malo de estos relatos es que sabes desde el principio cรณmo terminan.
Marta Artetxe nace el 24 de marzo del aรฑo 2002. Aprende a andar a los nueve meses, cinco antes que el 90% de la poblaciรณn; el primer lexema inscrito en su corpus es “casa”, los รบltimos, “solo serรก un segundo”… sus padres se llamaron Ana y Josรฉ Luis… Josรฉ Luis muere de un infarto cuando ella estรก en preescolar y, durante aรฑos, le escribe cartas manuscritas en un juego de papeles perfumados que le regala por esas fechas un niรฑo llamado รngel Martรญn. Las arroja a la hoguera de San Juan el 23 de junio de 2020… Estudia la primaria en el Gabriel Aresti de Bilbao y su mejor amiga de la infancia se llama Sandra Bueno. Sandra y ella se pintan las uรฑas mutuamente y luego se las cortan. Guardan los desechos en una caja de cartรณn que llega a contener, aproximadamente, 2,500 lascas de queratina coloreada… Estudia la secundaria en el instituto Miguel de Unamuno… En el aรฑo 2015, su canciรณn preferida es “The winner takes it all” de Abba… Acnรฉ grado tres en rostro, nuca, pecho y hombros que hoy tratarรญamos con Rexinolt+ 300 mg… Autopercepciรณn en 2016 clasificada como “mala” segรบn la escala de Arthur-Pinkin… Impronta emocional profunda tras la lectura de Emma, donde se identifica con el personaje de Harriet… Colocaciones lingรผรญsticas frecuentes: “doy asco”, “la gente me odia”, “la gente no me habla”, “huelo mal”… En 2017, comienza a experimentar cogniciones profundamente adversas en relaciรณn al instituto. El episodio desencadenante es una clase de nataciรณn donde sus compaรฑeras de clase esconden su muda de recambio y en el autobรบs de vuelta anuncian a gritos que no lleva bragas. Ander Elorza le levanta la falda para comprobarlo… tras encontrar mierda de perro en su taquilla, comienza a faltar a clase sistemรกticamente, lo que repercute en sus calificaciones… En 2018, su canciรณn preferida es “Otherside” de Red Hot Chili Peppers… El histรณrico de aminoรกcidos revela deficiencias de serotonina y dopamina desde el aรฑo 2019… Se enamora por primera vez de Ana Elorriaga, a quien escribe cartas de amor que firma con pseudรณnimo masculino… abandona los estudios y entra a trabajar en la cadena de supermercados Eroski… En 2020, su canciรณn preferida es “Chop suey” de System of a Down…
Abandono mi lectura en la pรกgina diecisiete del informe. He estado un cuarto de hora absorta y me reencuentro con el banco, el mar y la hierba como si acabara de despertar de un sueรฑo, es decir, con desconfianza. Hay marejada y las olas impactan con fuerza contra las rocas. Observo el modo en que se ensortijan las rรกfagas de espuma y pienso que hay cierta belleza en la imagen de un cadรกver a la deriva. Luego reviso el Anexo iii, donde aparece el historial bioquรญmico del cuerpo, y compruebo que, en efecto, la descompensaciรณn de neurotransmisores de Marta Artetxe fue siempre pronunciada. Antes de doctorarme, escribรญ un artรญculo titulado “Prevenir a tiempo” en el que instaba a las autoridades sanitarias a luchar contra el suicidio mediante campaรฑas de informaciรณn sobre el anรกlisis de aminoรกcidos que, hoy por hoy, sigue siendo el predictor mรกs fiable de la depresiรณn clรญnica. Pero no hay dinero para nada, ni siquiera para carteles.
Vuelvo al trabajo con desgana. El cadรกver del รบltimo ahogado ya no estรก en la sala de autopsias, lo que significa que ha sido transferido al รกrea de traducciรณn. Era previsible. Cuando llegue el momento, a mรญ tambiรฉn me leerรกn, aunque no quiera. Y entonces sucederรก algo que me aterra mรกs que la disecciรณn, mรกs que el juicio o la falta de intimidad: los vivos sabrรกn de mรญ lo que yo no consigo recordar. Sabrรกn, por ejemplo, quรฉ palabra dije antes, si “mamรก” o “papรก” o “casa”. Sabrรกn quiรฉn fui a los quince aรฑos; cuรกl era mi canciรณn preferida y por quรฉ me desagradaba Marta Artetxe, si es que habรญa algรบn motivo. Tomarรกn los hechos puros y enhebrarรกn un tapiz de causas y efectos. Propondrรกn explicaciones: que arrojรฉ sus bragas a un sumidero abierto del polideportivo porque habรญa batido mi marca en los cien metros libres; que lo hice para congeniarme con las chicas crueles de la clase, para desviar su atenciรณn; o que fue fruto del sadismo; que, como demuestra una asimetrรญa en la densidad neuronal interhemisfรฉrica, mis niveles de empatรญa siempre fueron bajos. Sea cual sea la sentencia, esta pasarรก a la Historia con la arrogancia de lo cientรญfico.
A media tarde llega el cadรกver de una celebridad local; el ganador de un concurso televisivo que ha sufrido un paro cardiaco en directo, mientras lo entrevistaban. Mi jefe baja al depรณsito y nos convoca a una reuniรณn en el comedor. Hoy saldremos por el acceso del parking, para esquivar a la prensa. “Mucha atenciรณn al historial de drogas.” Estรก eufรณrico porque los famosos dan dinero. Los derechos de sus lecturas los compran las editoriales y las pujas pueden ser millonarias. Nos espera una noche larga. Reparte suplementos de cafeรญna entre todos y, cuando llega mi turno, baja la voz y pregunta: “¿Has leรญdo el informe?” Asiento y acepto la pastilla que me ofrece. “Era una compaรฑera de clase. En realidad, no nos conocรญamos.” La engullo sin necesidad de agua, porque tengo la boca llena de saliva. ~
(Bilbao, 1988) es autora de las novelas Cuando fuimos los mejores (Almuzara, 2007) y De mรบsica ligera (451 Editores, 2009).