La crítica literaria toma formas insospechadas. Estamos acostumbrados a hallarla en las secciones de reseñas literarias; nos enfrentamos a los sesudos ensayos en los volúmenes que compendian el trabajo de toda una carrera: es asunto serio. En su faceta minúscula, privada, la crítica literaria toma la forma de una línea, un tache, varios signos de exclamación o unas palabras garabateadas en el margen de un libro. Esta serie es una celebración de esa forma elemental, críptica y fragmentaria de la crítica literaria.
En esta ocasión, echamos una mirada a la marginalia del escritor Gabriel Wolfson en dos libros, La sangre devota. Zozobra. El son del corazón de Ramón López Velarde (edición de Alfonso García Morales), Madrid: Hiperión, 2001 y El chivo expiatoriode René Girard, Barcelona: Anagrama, 1986.
ver p. 279, “Qué adorable manía”, donde el sexo traza surcos en la arena “con su perenne rogativa”
Ana: la que no ha sido adúltera