El latรญn medieval inventรณ la palabra modernus (en el siglo VI, segรบn el Oxford English Dictionary), pero ignorรณ el uso moderno de la palabra cultura aparecido en el latรญn clรกsico. No estรก en Santo Tomรกs de Aquino (www.corpusthomisticum.org), ni en la Terminologie des universitรฉs au XIIIe siรจcle de Olga Weijers.
La palabra cultura (en latรญn) estรก dos veces en la Suma teolรณgica, pero con sus primeros significados: โcultivo de la tierraโ, โculto, veneraciรณnโ. Esto, a pesar de que la Suma (segรบn los รญndices de la nueva versiรณn espaรฑola de la BAC) cita mรกs de cien veces a Cicerรณn, incluso en un pasaje cercano a donde รฉste afirma que el espรญritu, como la tierra, necesita cultivo, y que la filosofรญa es eso: cultura autem animi philosophia est, la filosofรญa es el cultivo del espรญritu.
Segรบn Ernout y Meillet (Dictionnaire รฉtymologique de la langue latine), no fue Cicerรณn el primero en extender el uso de cultura al cultivo personal. Ya se decรญa cultus (cultivado, elegante) y tambiรฉn incultus. Pero lo importante no es la prioridad, sino el hecho de que el nuevo significado se haya perdido en la Edad Media. ยฟCรณmo explicarlo?
Los romanos pasaron de cultura โcultivo de la tierraโ y cultura โculto, veneraciรณnโ a cultura โcultivarseโ: el cultivo de sรญ mismo por el culto a los clรกsicos. Elementos de este concepto: la superaciรณn personal; tomando como modelo lo mejor del pasado; aunque no haya surgido entre nosotros; para integrar lo mejor del milagro griego a las circunstancias propias, y continuarlo. Esto incluye la imitaciรณn como mรฉtodo prรกctico de desarrollo artรญstico, recomendado por Horacio: dรญa y noche estudia los modelos griegos (Arte poรฉtica). Ademรกs, inventaron la palabra classicus, que corresponde a este concepto.
Un siglo despuรฉs de Cicerรณn, apareciรณ un concepto de superaciรณn mรกs audaz. San Pablo (un judรญo fariseo y ciudadano romano helenizado) abriรณ una zona de libertad donde toda cultura particular se rebasa a sรญ misma: una metacultura religante donde โno hay diferencia entre judรญos y griegosโ (Rom. 10, 12). Esta concepciรณn metacultural del cristianismo convirtiรณ a San Pablo en el fundador de Occidente. El โtriรกngulo de nuestra culturaโ, โla fusiรณn de las tradiciones griega, latina y judรญa es cristianaโ (Arnaldo Momigliano, Ensayos de historiografรญa antigua y moderna).
Los primeros cristianos fueron y se sentรญan judรญos. Vivรญan la nueva fe como una especie de judaรญsmo superior, y pensaban que los no judรญos, al convertirse al cristianismo, debรญan circuncidarse, guardar el sรกbado, no comer carne de puerco, etc.; es decir: convertirse a la cultura particular donde apareciรณ el cristianismo. Contra lo cual, San Pablo afirma que, despuรฉs de Cristo, las leyes mosaicas no son obligatorias. Para el hombre nuevo, cumplirlas o no cumplirlas resulta secundario (I Cor. 7,19).
Pero esta libertad fue creando ritos nuevos, como la eucaristรญa. Y ยฟquรฉ sucede cuando el cristianismo pasa de las culturas mediterrรกneas del pan y del vino a las culturas del maรญz y el pulque, o el arroz y el sake? Los conversos de tierras lejanas, ยฟdeben crear sus propios ritos o aculturar el trigo y los viรฑedos? Mรกs gravemente aรบn, ยฟquรฉ sucede con la libertad del hombre nuevo cuando se impone por las armas?
La libertad metacultural no se queda en el vacรญo de un salto liberador. Vuelve a tierra, produce formas nuevas. Pero รฉstas tienden a fijarse como culturas particulares. Lo cual resulta equรญvoco. Las nuevas formas particulares ยฟson o deben ser universales? La metacultura paulina fue desatando la creatividad, provocando renacimientos. Incluyรณ, naturalmente, la apertura romana. El culto del milagro griego pasรณ de Roma a la cristiandad oriental, al Islam, al siglo xii medieval, al Renacimiento. Pero el florecimiento, la vitalidad creadora, la superaciรณn de formas anteriores, pueden confundirse con una estructura polรญtica supranacional, que sueรฑe en construir un nuevo Imperio romano, mediante conquistas y cruzadas.
El sueรฑo se prolonga en la Revoluciรณn (jacobina, comunista, nazi) que se asume como metacultura y propone una nueva forma de ser: el hombre nuevo de una cultura nueva que rebasa las culturas particulares. La confusiรณn de la apertura paulina con el poder universal viene de Constantino, el emperador romano que quiso ser sumo pontรญfice del cristianismo. La metacultura en el poder puede llevar al delirio de creerse el destino superior de todas las demรกs culturas particulares. La imposiciรณn universal de mi cultura particular no es una imposiciรณn: es el despertar de los pueblos a la cultura universal del hombre nuevo. La resistencia a los tiempos nuevos (de la Ilustraciรณn, el socialismo, la raza superior) es romรกntica, reaccionaria, degenerada.
Y, sin embargo, hay creaciones particulares dignas de ser universales. Que el sistema mรฉtrico decimal se haya impuesto por las armas del Imperio napoleรณnico es detestable, pero su creaciรณn tuvo ventajas, finalmente reconocidas por los britรกnicos invictos. Las pesas y medidas vernรกculas, integradas a las culturas locales, y de gran tradiciรณn, tienen que ser vistas con respeto y simpatรญa. Pero su lรณgica (que la tienen) es inferior al sistema decimal. De igual manera, la numeraciรณn romana es inferior a la arรกbiga: menos transparente, no sรณlo menos prรกctica. Los algoritmos para sumar nรบmeros romanos son lรณgicos y respetables, pero perfectamente desechables, una vez que se inventa la aritmรฉtica รกrabe.
Lo mejor es lo mejor, venga de donde venga. La verdadera inferioridad no estรก en que otros lo hayan inventado, sino en rechazarlo porque no surgiรณ de nosotros. Lo mejor no es mejor por surgir de nosotros o de los otros. Tanto el entreguismo como la cerrazรณn ante la cultura ajena valoran en funciรณn del origen, no de lo mejor, que debe ser reconocido, si de veras es mejor.
Pero, ยฟdesde dรณnde se puede hacer este juicio? ยฟDesde la cultura A que juzga a la B? ยฟDesde la B que juzga a la A? Hay quienes piensan que los juicios de valor son algo inseparable de cada cultura, y por lo tanto relativos. Exageran. El mero hecho de considerar relativos todos los juicios de valor es tambiรฉn un juicio de valor, contradictorio. ยฟSurge desde un lugar separado de todas las culturas particulares? Si no es asรญ, ยฟde dรณnde viene que una cultura particular pueda hacer juicios absolutos de sรญ misma y de todas las demรกs?
Dos personas de culturas distintas, no se comprenden totalmente, pero tampoco son absolutamente extraรฑas entre sรญ. Por eso el bilingรผismo, la traducciรณn, la diplomacia, las misiones, la etnologรญa, son posibles. Por eso fue posible que los apaches adoptaran los caballos, monturas y armas de fuego de los invasores, para combatirlos. No puede haber guerra sin mutua comprensiรณn, hasta cierto punto. Sin adivinaciรณn tรกctica de lo que el otro quiere hacer. Sin ponerse uno en el lugar del otro. Todo combate tiene algo de mimรฉtico. Las cruzadas contra el Islam islamizaron a Occidente. La cruzada anticomunista del senador McCarthy llevรณ a Washington los juicios de Moscรบ. Toda comprensiรณn de las otras culturas tiene algo de contagio inconsciente y de ceguera inconsciente, pero las confusiones y malos entendidos no implican mundos impenetrables.
Toda cultura tiene una zona metacultural que le permite (hasta cierto punto) verse desde afuera, compararse con otras, criticarse y criticarlas. Esta zona (tal vez aparecida en la especie humana despuรฉs del lenguaje y antes que la escritura) no es un conjunto de contenidos universales (o dignos de ser universales) sino una capacidad universal, como el lenguaje, que rebasa las lenguas particulares.
Hay un testimonio negativo de esta capacidad en el mito de la Torre de Babel, que aparece en muchas culturas (J.G. Frazer, El folklore en el Antiguo Testamento). El mero hecho de suponer que, alguna vez, todo el gรฉnero humano hablaba una misma lengua implica una nostalgia de comunicaciรณn, una capacidad de remontar las lenguas particulares, de ver la propia desde afuera. Y hay un testimonio positivo en el milagro de Pentecostรฉs (Hch. 2), una especie de โtraducciรณn simultรกneaโ sin traductores. Cada uno de los presentes escuchaba la predicaciรณn en su propia lengua (arameo, griego, latรญn, รกrabe), como si el hombre nuevo se situara en un lugar de encuentro por encima de las lenguas particulares.
Ninguna cultura particular es o debe ser universal (digna de suplantar a todas las demรกs), porque todas lo son (en tanto que anรกlogas, especialmente en su capacidad metacultural). Todas pueden saltar mรกs allรก de sรญ mismas. Muchas tienen, ademรกs, rasgos comunes. Y algunos contenidos (como la numeraciรณn arรกbiga) parecen dignos de volverse universales, por razones prรกcticas. Pero lo verdaderamente universal (ademรกs del lenguaje, y gracias al lenguaje) es la metacultura, esa zona (vacรญa de contenidos, porque es un salto por encima de los contenidos) donde todas las culturas estรกn en presencia de las otras y se comprenden entre sรญ y a sรญ mismas, desde afuera.
La metacultura no fue creada por San Pablo, pero su audacia para situarse ahรญ (proponer la superaciรณn de todas las culturas particulares) y entender el cristianismo como una apertura universal, puso en marcha el desarrollo occidental, que se extendiรณ por el planeta, con toda su creatividad y todas sus barbaridades.
Los medievales no sรณlo inventaron la palabra modernus, sino el concepto de la historia como progreso, que es un mito cristiano del siglo XII (Joaquรญn de Fiore). Contra la tradiciรณn de que todo tiempo pasado fue mejor, crearon la tradiciรณn de que lo mejor estรก por venir, de que hasta los clรกsicos son superables. Fueron los medievales, no los modernos, los que afirmaron ser enanos frente a los gigantes (Platรณn, Aristรณteles), pero enanos que ven mรกs lejos que ellos, porque estรกn montados en sus hombros (Bernardo de Chartres). Aristรณteles cita autores griegos. Cicerรณn, clรกsicos griegos y latinos. Santo Tomรกs de Aquino, autores bรญblicos, clรกsicos griegos y latinos, cristianos griegos y latinos, filรณsofos รกrabes y judรญos. No se conocรญan entonces los textos de Sumeria, Egipto, Persia, la India, China, Japรณn y Mesoamรฉrica, pero de haberlos conocido, los hubiera estudiado.
Santo Tomรกs era un profesional, no un aficionado como Cicerรณn. Lee a los clรกsicos, se pone al tรบ por tรบ con los grandes textos, los continรบa, los comenta y va mรกs allรก, como investigador y profesor, en las clases que dicta a los aspirantes a subir en el mundo universitario, eclesiรกstico, cortesano. La diferencia estรก en el dictado y las credenciales. Su cรกtedra no es una tertulia. En cambio, Cicerรณn y otros patricios romanos leen y comentan libremente a los clรกsicos en sus villas, sin pedir ni expedir certificados. La aficiรณn a los clรกsicos, el gusto de leer y cultivarse (leyendo, pensando, conversando, escribiendo) se mantiene hasta la caรญda del Imperio. Cuando llegan los bรกrbaros, hay todavรญa patricias romanas como Santa Marcela, que se reunรญa con sus amigas para leer y comentar los salmos en hebreo y los evangelios en griego.
Aparentemente, estos clubes de lectura laicos, pero no legos, desaparecieron en la Edad Media. Resurgen con el Renacimiento. Quizรก por eso, los profesores medievales no necesitaban este concepto de cultura. Quizรก por eso, Petrarca les inventรณ una leyenda negra. El Renacimiento (la cultura libre) floreciรณ al margen y en contra del credencialismo profesional (la cultura burocratizada). Fue una especie de protestantismo contra la universidad. Y, como el protestantismo, prosperรณ con la imprenta, la lectura libre, la instituciรณn editorial, que nace al margen y en contra de la universidad. ~
(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.