Salió en la prensa un señor director danés de cine entre cuyas características se cuenta “sentir cierta simpatía por Hitler”, como declaró en una conferencia de prensa en el festival de Cannes.
Al día siguiente, las autoridades lo expulsaron del festival. Algunas personas manifestaron que el castigo les parecía excesivo. Otros dijeron que se lo merecía (“estoy disgustado más desde una perspectiva semiótica que semítica”, dijo por ejemplo Jason Solomon, presidente de los críticos cinematográficos ingleses).
Luego el señor cineasta danés hizo para la prensa una especie de Sieg Heil! mostrando el tatuaje que decora su manita. El tatuaje, del que el cineasta danés parece hallarse muy ufano, es este:
Bueno, yo francamente no soy muy aficionado al cine –a menos que salgan vaqueros, o barcos de velas, o Audrey Hepburn, o Jack Lemmon, o dioses mitológicos o Consuelo Guerrero de Luna– así que dudo ver nunca una película de un señor cuya imaginación le ha alcanzado para hacerse ese tatuaje y, supongo, espantar con él a su mami.
Pertenezco, ¿qué remedio?, a la generación previa al arribo de ese estentóreo dialecto que en su formidable novela I Am Charlotte Simmons Tom Wolfe llama el fuck patois: un inglés monosilábico que percute obsesivamente la palabra fuck ante cualquier situación dada.
Yo me quedé en la generación que –lo digo con rubor–, de tatuarse algo, se habría tatuado LOVE.
Recuerdo “Noche en claro”, un poema de Octavio Paz en Salamandra (1962). El poema evoca, entre otras circunstancias, un viaje en el metro de Londres. Entre el montón de pasajeros, el poeta observa a una pareja de adolescentes, “niños feroces gatos salvajes / dos plantas ariscas enlazadas”. De pronto, cuando el muchacho abraza a su pareja, observa que
sobre el abrigo de ella color fresa
resplandeció la mano del muchacho
las cuatro letras de la palabra Amor
en cada dedo ardiendo como astros
Tatuaje escolar tinta china y pasión
anillos palpitantes
oh mano collar al cuello ávido de la vida
pájaro de presa y caballo sediento
mano llena de ojos en la noche del cuerpo
pequeño sol y río de frescura
mano que das el sueño y das la resurrección
Una mano abierta que dice LOVE. Un puño cerrado que dice FUCK…
Por lo que a mí toca, sí hay a quien irle.
Es un escritor, editorialista y académico, especialista en poesía mexicana moderna.