En nuestro nรบmero de julio publicamos dos acercamientos crรญticos a la UNAM, uno de Gabriel Zaid y otro de Guillermo Sheridan, que merecieron todo tipo de respuestas, algunas, las menos, serias y respetuosas, otras simplemente viscerales y que se descalifcaban por sรญ mismas. En un afรกn por mantener viva esta discusiรณn, vital para la universidad e importante para el paรญs, recuperamos este ensayo publicado por el historiador Alfredo Ruiz Islas.โ La redacciรณn
Contra lo que pudiera parecer, y muy a pesar de que resulta una instancia un tanto inรบtil โvista la forma en que se conduce, sin tomar en cuenta las denuncias que recibe sino con un muy sobado โsรญ, ya te oรญ; te contesto cuando me dรฉ la ganaโโ, no dedicarรฉ esta entrada a la oficina del Abogado General de la Universidad Nacional sino a quienes, con argumentos extraรฑos en ocasiones, reduccionistas en otros, y torcidos las mรกs, se asumen como defensores ex officio de la misma instituciรณn. Concretamente, me referirรฉ al artรญculo de Arnaldo Cรณrdova titulado “La Universidad y la derecha”, aparecido el 29 de agosto, en las pรกginas de La Jornada.
El doctor Cรณrdova, todo mundo lo sabe, es un connotado pensador de izquierda que, al calor del pensamiento en boga durante la dรฉcada de 1960, cobrรณ amplia fama con su libro La ideologรญa de la Revoluciรณn Mexicana. Es, asimismo, un opinador asiduo sobre la realidad nacional y, sobre todo, un crรญtico enfebrecido de lo que รฉl llama โla derechaโ. ยฟQuรฉ es, para Arnaldo Cรณrdova, โla derechaโ? Bien a bien, no se sabe. Por momentos, parece ser cualquier postura favorable a la apertura del mercado y la disminuciรณn del papel que, con respecto a la vida nacional, guarda el Estado. Sin embargo, en ocasiones parece que “la derecha” es todo lo que no es “la izquierda” y, en este sentido, “la izquierda” tampoco es “la”, sino “una” sola, aquรฉlla con la que concuerdan los muy cerrados paradigmas de Arnaldo Cรณrdova.
En esta ocasiรณn, el acadรฉmico de marras se ha metido con Gabriel Zaid y con Guillermo Sheridan a propรณsito de las crรญticas que ambos le endilgan a la universidad en el nรบmero de julio de Letras Libres. Como los aludidos no necesitan quiรฉn los defienda โde hecho, nadie en esa revista necesita defensores espontรกneos; ellos se bastan y se sobran solitos, como se lo demostrรณ Enrique Krauze a quienes, de un modo u otro, pretendieron salvar los muy cuestionables trabajos presentados en la compilaciรณn Mรฉxico en tres momentosโ, yo me concentrarรฉ, รบnicamente, en exponer la serie de falacias, inexactitudes, contradicciones y errores garrafales que contiene el citado artรญculo de Cรณrdova, en el entendido de que a) estoy plenamente de acuerdo con la opiniรณn que emite acerca de las universidades privadas; b) creo firmemente que las carreras de humanidades no son improductivas, sino todo lo contrario.
Salvado el escollo, irรฉ por partes. Lo primero es el flagrante error que comete Cรณrdova al decir โllevo 43 aรฑos trabajando de tiempo completo en la UNAM, y siempre he sido crรญtico de los mecanismos que operan en ellaโ. Con el debido respeto, eso es una barbaridad. ยฟCuรกntas veces, en esos mismos aรฑos, Cรณrdova ha pedido que su plaza definitiva de tiempo completo se ponga a concurso? ยฟEn quรฉ momento se ha opuesto a programas como el PRIDE, que efectivamente crean una brecha entre los profesores bien pagados โcomo รฉl mismoโ y los de asignatura, como el que estas lรญneas escribe? ยฟCuรกndo ha pedido que se le baje el sueldo? El autor del artรญculo es muy hรกbil cuando indica que los sueldos de los altos funcionarios son “de hasta siete u ocho veces el de un profesor de primer nivel”. ยฟQuรฉ entiende por “primer nivel”? ยฟLa crรจme de la crรจme de los acadรฉmicos? ยฟLos que apenas inician? ยฟQuiรฉnes, doctor Cรณrdova, son esos acadรฉmicos “de primer nivel”? Porque, si se refiere a los de asignatura con una o dos clases, permรญtame decirle que el sueldo de un acadรฉmico de tiempo completo, con todo y prestaciones, puede ascender a cerca de 40,000 pesos mensuales, mientras que el primer sujeto referido ganarรก, por cuatro horas al mes, cerca de 1,600 pesos. ยฟEs eso justo, parejo y equitativo? Evidentemente no pero, como el fondo del artรญculo es presentar al enunciante como un sujeto crรญtico, resulta mรกs conveniente montar la comparaciรณn con las autoridades que con los propios acadรฉmicos.
Aparece mรกs tarde la cuestiรณn del debate entre universitarios. Como bien dice Cรณrdova, la UNAM se la vive en el debate; degraciadamente, no se poseen los espacios adecuados para llevar tales debates a un terreno productivo. Sin ir mรกs lejos: el debate protagonizado en 2009 entre partidarios de la ocupaciรณn del auditorio Justo Sierra de la Facultad de Filosofรญa y Letras y opositores debiรณ desarrollarse en un estacionamiento, y luego cada quien echรณ mano de lo que tenรญa mรกs cerca para ganar adeptos, mientras la autoridad se hacรญa la desentendida y nada pasaba. Hasta ahรญ, correcto, punto para Cรณrdova. El problema aparece cuando รฉl mismo decide que la universidad es un monolito donde todos pensamos igual, y que cualquier ataque procede de las fuerzas del mal ubicadas afuera de ella, concretamente en “la derecha”. Suena misteriosamente a argumento staliniano, castrista o hitlerista: el enemigo es ese otro que no es como yo soy, es el diferente y, claro, estรก afuera, porque adentro todos somos iguales y, si no somos iguales, pues hay que igualarnos, por las buenas o por las malas. Vaya despropรณsito. O sea que, si entiendo bien, para criticar a la universidad sin ser “un mal universitario” โmote que le endilga don Arnaldo a Sheridanโ debo ser “de izquierda”, lo que sea que se entienda por eso, y criticar las posturas “de derecha” que aparecen en mi casa de trabajo.
Asรญ las cosas, la รบnica causa de los problemas de la universidad es que exista “la derecha”. Cรณrdova mismo lo advierte: los problemas comenzaron cuando entrรณ Soberรณn, un rector de derecha y reaccionario. Menos mal que, por congruencia, indica que ambas cosas no son lo mismo, aunque tal menciรณn no rebasa, por desgracia, el espacio conferido a ella en el artรญculo, al ser sabido que, para Cรณrdova y los suyos, ambas palabras son sinรณnimos, lo que no es necesariamente cierto. Sin embargo, tal es la fuente del problema: “la derecha”. No lo son las charriles prรกcticas sindicales; tampoco lo es el nulo caso que se hace a la legislaciรณn universitaria; menos lo son los รญnfimos niveles de titulaciรณn ni la escandalosa deserciรณn; tampoco lo es el parasitismo que aqueja a muchos acadรฉmicos e investigadores que, en aรฑos, no han escrito un artรญculo ni desarrollado un experimento a cabalidad. No: seรฑalar eso serรญa propio de “un mal universitario”. Entonces, doctor, ยฟquรฉ seรฑalamos?
ยฟQuรฉ viene despuรฉs del mencionado alegato? El PRD, y aquรญ sรญ no sรฉ en quรฉ planeta vive Arnaldo Cรณrdova. Tal vez en el de las enunciaciones literales, donde el hecho de que el partido se haya metido hasta la cocina universitaria deberรญa implicar que los estudiantes portaran gafetes, credenciales y playeras perredรฉs, que se supieran el himno del partido y que, como borregos, votaran en masa por los impresentables candidatos amarillos… o los rojos, acaso peores. Seรฑor mรญo: obviamente, no existe un cogobierno universitario, en el que tal partido decide, hace o deja de hacer, pero resulta evidente que sรญ influye en la vida universitaria. Para ello, basta ver las filias de los dos รบltimos rectores, el descaro con el que se han alineado con los postulados del perredismo o del pejismo, la gente que han colocado en puestos claves del aparato universitario โRosaura Ruiz serรญa el mejor caso, secretaria de una secretarรญa universitaria sin programa ni funciones clarasโ y su amable connivencia con los lรญderes del partido. Lรญderes o mesรญas, da igual. ยฟNo hay, entonces, una burocracia aliada con el PRD? De nuevo, vรกlgame.
Cierra el artรญculo con una serie de nรบmeros lindos, que no son sino una apologรญa del trabajo de nuestra universidad, justo lo que Cรณrdova dice que no hace, no ha hecho y no harรก. ยฟDe quรฉ nos sirven los nรบmeros, si al menos dos de cada cuatro acadรฉmicos cobran sin dar el golpe? ยฟSi muchos estudiantes ven en la reprobaciรณn una prรกctica normal, un estado comรบn al hecho de estar en una instituciรณn como la nuestra? Sรญ, es obvio que la UNAM es mejor que el Tec, la Ibero, la Anรกhuac y la UDLA juntas, pero saberlo no es suficiente consuelo porque eso no elimina la fuente del problema: las prรกcticas torcidas, las conductas inadecuadas, el burocratismo, las plazas ocupadas por inamovibles, las mafias del poder, el manejo discrecional de los recursos, la inequidad de los sueldos, la colusiรณn de la instituciรณn universitaria con un partido polรญtico, la naturalidad con que se deja hacer y pasar cualquier tipo de cosas en el campus. Ser mejores que los otros no nos exime de dar cuentas โcuentas claras, no las tรญpicas cuentas del Gran Capitรกn que se presentan cada aรฑoโ ni de medirnos segรบn los estรกndares que rigen al resto. ยฟSomos los mejores? ยฟPor quรฉ no lo demostramos asรญ, sin retruรฉcanos?
Asรญ las cosas, concluye Cรณrdova su artรญculo con su idea fija: la derecha tiene la culpa de todo. La derecha ataca a la universidad y quisiera verla cerrada. ยฟDe dรณnde saca eso? Segรบn รฉl, de lo que expone Gabriel Zaid, a quien “poco le falta para decir que serรญa mejor cerrarla”. Exacto: es posible que poco le falte โyo lo dudoโ, pero no lo dice. Y no lo dice porque, para cualquier persona con cinco milรญmetros de frente, resulta un absurdo. Sin embargo, ese mismo “poco falta” se convierte en “no lo dice, pero lo estรก pensando”, mismo que se traslada ipso facto a todos los enemigos de la universidad pรบblica que, en sus retorcidas mentes, quieren lo mismo: cerrar la UNAM y, como decรญa aquel correo โque estaba para morirse de la risa, lo que sea de cada quienโ firmado por X Dรถring โque primero era รdgar, luego era Federico, y al final podรญa haber sido Epaminondasโ, convertir el campus en un “manhatan” [sic] al sur de la ciudad. Tal es el problema, comรบn a los fascismos pero, como puede verse, tambiรฉn a los espรญritus dogmatizados y confundidos: crearle argumentos al oponente, decir lo que no dijo โpero que sรญ estรก pensando, cรณmo demonios noโ, segregarlo y atacarlo. Y, sobre todo, tacharlo asรญ: “es de derecha; es el maligno; la derecha es asรญ, es el mal”. ยฟCuรกl derecha? Se ignora hasta el momento. ยฟY la izquierda? ยฟHace algo? ยฟExiste acaso? Nada, ni una ni otra, porque todo en este mundo es plural y, asรญ como en un lado existen las mentes enloquecidas que aรฑoran los viejos tiempos del echeverrismo โcon su discurso esquizofrรฉnico de pseudo izquierdaโ o que quisieran ver el arribo de la dictadura del proletariado โaunque luego se espantarรญan al ver las excelentes prรกcticas que tal sistema conllevaโ, y en el otro hay los que pelean por eliminar cualquier instituciรณn pรบblica y acceder al Estado รญnfimo, en ambos lados hay gente coherente. Por tanto, reducir los argumentos a derecha=mala, izquierda=buena, es disparatar; lo cual resulta por demรกs impropio de un acadรฉmico que, como Arnaldo Cรณrdova, se gana la vida en la Facultad de Ciencias Polรญticas.
Muy bonito, muy bonito.
– Alfredo Ruiz Islas
historiador, escritor y catedrรกtico en la Facultad de Filosofรญa y Letras de la UNAM.