Entre el tiradero de cadáveres, las cataratas de decapitados, encajuelados, acidificados, amputados; entre los alaridos y los gritos, las persecuciones, los retenes, las balaceras, las granadas y los AK-47, los helicópteros y los chalecos antibalas; entre el chirriar de dientes, el chillido de los neumáticos, las sirenas ululantes y los disparos nocturnos; entre los chorros de lágrimas y sangre los ricachones se exhiben en las zonas higienizadas de los diarios, todos fashion.
Entre los géisers de hojalata y polvo, entre los racimos de niños miserables decorados de moscas, mocos y manchas, los tragafuegos astrosos, las ancianas perchero, las putas flamígeras, los mendigos que cargan sus costras de cochambre, los ricachones beben drinks.
Entre las marchas y manifestaciones, huelgas y plantones, bloqueos y barricadas; entre el esputo de los demagogos, la morriña de los diputados, los balbuceos de los gobernantes, los alaridos de los líderes sindicales, la alharaca de los mesías, el tartamudeo de los gobernantes, los ricachones eligen yate.
El rico que no piensa al levantarse qué puede, debe hacer por México no es rico, es ricachón. El depredador que urde estrategias para no pagar impuestos no es rico, es ricachón.
Lo único más publicitado que los cadáveres, en México, son los aspavientos de los ricachones. Las mariantonietas en su corte de criadas malpagadas, “damas” instintivamente peroxidadas, laboriosamente pilateadas, masajeadas, yogaficadas, guorcauteadas, tetasiliconeadas, trompabotoxeadas, totalmente victoriasicreteadas y guccichiadas, retacando juanetes en sus zapatitos de cristal, tintineando la saliva portátil de sus joyas, el fulgor de sus tans, yogasudantes, koanmeditantes, arteparlantes. Y los caballeros refundidos en sus apos, armanimaneados y dolce&gabbaneados, aerodinámicos espermatozoides en el condón de sus Ferraris, colgados del coeficiente intelectual de su Bvlgari, pedorreantes de nubelcuisín, eructantes de biborova, amasados por sus putas eslovacas, ladrándole a su blacberri, y el domingo, ya perdonados quienes los ofenden, van al club a ver a Princesita y a Champion que montados en “Tonnerre” y en “Boucle d’Or” cabalgan hacia la olimpiada de 2028.
Los ricachones en la pasarela de su chabacanería, más veloces que su arribismo. Sentados en la corte de los milagros de su boato tercermundista. Estelares en el show de su prepotencia. Vienevienes de Wall Street. Amos del (tercer) mundo. Batmans de la triquiñuela. Siempre en la puja de su esnobismo, empujando bolas de oro pestilente, ricachones graduados en catar vinos pedantes y concelebrar caviares, decorados de titanio y piel chamois, trabucando pedigrí con marchantes de heráldica, mercando honoris causae en universidades con licenciaturas en especulación y posgrados en usura, sangre azul garantizada por un Gotha de paspartú.
Nada han patentado, explorado, salvado, descubierto. Sólo nuevas formas de engañar en un país donde engañar es meritorio. Se miran, se aplauden, se retratan, se enseñan. Ricachones peritos en rotar obreros “eventuales” y despedirlos a tiempo. Amos del glutamato monosódico, tycoons de la papa frita, magnates de la galantina, emperadores del descuento, robber barons de la anemia, acólitos de la franquicia, potentados del giro negro, marchantes de ataúdes, magnates de la construcción que construyen palacetes para vendérselos a los magnates que venden autos de lujo a los magnates de la construcción. Aristocracia centavera, usureros de toma y daca, chantajistas, con fortunas de diamantina que multiplican con otros ricachones igual de venividivicis; tapando el sol con un contrato, invirtiendo en lechos de Procusto, metidos en los pañales de Midas, a la vera de purpurados que entonan maitines en baños de vapor y rematan indulgencias en campos de golf.
Vuestros placeres son baratos y os hacen aún más ricos. Os veo buscando un burgués del XVIII entre los anticuarios de Amberes que luego presumiréis antepasado, poniéndoos poéticos al describir las lágrimas del vino en la copa de catar, dictando conferencias sobre el Nasdaq o los usos del carey. Os veo ordeñando a la Victoria de Samotracia, pagando fortunas para salir en ¡Hola! de la mano de por lo menos un remoto Braganza, cabeceando en La Bastilla mientras agoniza Mimí, comprando adrenalina en Las Vegas, realizando el descomunal esfuerzo de leer una novela de Dan Brown, equilibrando a duras penas el culo tricolor en las pistas de Verbier, envidiando el cutis de vuestro sastre en Saville Road, llevando a vuestra esposa –toda ascos y mohínes– a orar a Getsemaní…Bah. Según el Sistema de Administración Tributaria hay empresas que defraudan al fisco pagando acaso el 1,7% de sus ingresos acumulados. Ricachones. Una amenaza para México. En los países en los que ya no hay nada que robar –decía Wolinski– es donde más abundan los ladrones. ~
Es un escritor, editorialista y acadรฉmico, especialista en poesรญa mexicana moderna.