Dos poemas

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Tuitah

 

                                                                                            Para Adriana Med

 

Oí en la fronda los jilgueros,

bajé por la escalera, subí a ver, y me encontré que todos

se habían por el canto transformado

en gomezdelasernas, cabrerainfantes, wildes.

Se alternaban en diálogo amebeo, entre caviar y vinos;

allá tocaban la bandurria, y más allá, la mandolina.

Hablaban del ñandú con dulce encono.

Y todos en gramática armonía sacaban bien sus cuentas,

y nunca preguntaban sin antes ver su google, su wiki, su jimbreen.

 

Desdeñé las galletas pero no al anfitrión.

 

–Ñeh.

 

 

 

 

Lo que hay es la luz

 

Lo que hay es la luz.

Lo demás es silencio.

Lo que hay es tu voz.

Allí plantar un árbol.

Cultivar una piedra.

Y comernos un higo.

 

Lo que hay es un higo.

Lo hemos dado a luz.

Míralo: es ya una piedra.

Ya le crece el silencio.

Musgo sombra de árbol.

Ramas hojas tu voz.

 

Como el viento tu voz.

Con dos sílabas: higo.

Un fruto que da un árbol.

Que lo planta en la luz.

Escúchalo en silencio.

Te convido a ser piedra.

 

Sé en mi jardín mi piedra.

Sé lo que eres: voz.

Sé tu voz en silencio.

Sé también ese higo.

Tú ya me has dado a luz.

Yo te daré a ti un árbol.

 

Una palabra: árbol.

Y debajo una piedra.

Una sílaba: luz.

Para otra: tu voz.

Pruébala: sabe a higo.

Cómela así, en silencio.

 

Y mira así, en silencio.

Oye el rumor del árbol.

Piensa el sabor del higo.

Mira el musgo en la piedra.

Devuélvete a tu voz.

Ponlo todo a tu luz.

 

Hay luz en el silencio.

Hay tu voz y hay un árbol.

Y una piedra es un higo. ~

 

 


Una peculiaridad de estos dos poemas es que se escribieron directamente en las páginas de Twitter, aunque cada uno de manera muy distinta. El primero, “Tuitah”, fue una secuencia espontánea de tres tuits que después uní y muy ligeramente corregí. El último verso fue la única adición sustancial. El segundo fue una improvisación, obligada a seguir la secuencia de terminaciones de la sextina con seis palabras que no elegí yo. Como el orden de aparición de los tuits no puede alterarse, no había posibilidad de dar marcha atrás. Tampoco había que dejar más que el mínimo tiempo necesario entre un tuit y otro para conservar la atención del lector, reclamada por otras mil apariciones.

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