Entre 2005 y 2007 la Gerencia de Seguridad Institucional del Sistema de Transporte Colectivo (STC) reportó:
De acuerdo con una nota publicada en Milenio, durante 2010 se registraron 24 suicidios. Francisco Bojórquez, director del Metro, dijo al reportero: “Cada incidente nos afecta, como 20 minutos en promedio y en ese tiempo la afectación a los miles de usuarios es muy crítica, nuestros cálculos señalan que el costo de afectación a usuarios y por detener temporalmente toda la línea llega a estimarse cada uno en 2 millones de pesos”.
En 2009, entrevisté a Luis Macías, un conductor del Metro que entre otras cosas me habló sobre los suicidios:
Hablemos de otras fallas no menos humanas: los suicidas. ¿Le ha tocado arrollar a alguien?
En estos 10 años, a Dios gracias, solo me ha tocado una. Todavía la recuerdo. Era morenita, de pelo largo, menudita. Yo siempre digo que la chamaca esa me vio a los ojos antes de aventárseme. Todos los compañeros que han tenido esa experiencia dicen que los que se avientan siempre te ven a los ojos, pero ahora ya no sé, a lo mejor solo fue el susto.
¿Y qué sintió usted?
Pues sentí gacho. Te sacas de onda. La chamaca ésta se aventó cuando el tren estaba entrando a la estación de Isabel La Católica. El tren entra al andén a 70 kilómetros por hora, no te da tiempo de frenar a tiempo. Vi que se aventó y en ese momento jalé el freno de emergencia. No me va a creer, pero le juro que hasta oí cómo le tronaron todos sus huesitos.
Después de que se aventó, ¿qué pasó?
Pues seguí el procedimiento. Llamé a la subestación para pedir el corte de energía, para que si quedó viva no se vaya a electrocutar. Después la subestación detiene los trenes y pide el apoyo de los vigilantes, de protección civil y de la Cruz Roja o el ERUM. Desalojan la estación y a uno le preguntan si está en condiciones de bajar a verificar el cuerpo para ver si está con vida. Casi nunca se salvan y casi siempre el tren les pasa encima y los destaza.
¿Usted bajó a ver?
Yo la verdad preferí no bajar a verla. Mis compañeros me dijeron que sí se había muerto pero que el cuerpo estaba entero. Eso facilita mucho las cosas [que se muera y que el cuerpo quede entero] y solo retrasa el servicio como veinte o treinta minutos, porque si el cuerpo todavía está con vida hay que mandar traer unos gatos [hidráulicos] especiales para levantar los vagones y si se murió pero se destazó, ¡pues peor!, es un reguero de sangre y hay que andar buscando y recogiendo las partes del cuerpo. Es una cosa muy impresionante. Luego echan polvo químico en las vías para que la sangre no se vea tan roja. Todas esas manchas amarillas que usted ve sobre las vías es sangre, pero así, en amarillo, no se ve tan gacho.
Y a la mañana siguiente ¿de vuelta al trabajo?
No, no. A uno lo mandan al servicio médico y de entrada le dan 3 días de descanso. Después el psicólogo decide cuánto tiempo más se necesita para volver a trabajar.
¿Cuántos días le dieron a usted?
Solo los tres de rigor, por eso fue bueno no bajar a ver el cuerpo.
¿Sintió culpa?
No, si yo no hice nada. No fue mi culpa. Muchas chamacas se avientan porque el novio las dejó, ¿usted cree? A lo mejor a esa también la dejo el novio. ¿Culpa? Culpa la del novio o de ella por dejada.
¿Por qué cree que la gente se avienta a las vías del metro?
Porque es la forma más barata y segura de morirse. Solo dos pesos, muerte segura.
Es politóloga, periodista y editora. Todas las opiniones son a título personal.