Habรญa una vez un vasto mar que cubrรญa una tercera parte de la superficie del cuarto planeta del sistema solar. Distintos rรญos atravesaban su extensiรณn rojiza, regada por la lluvia, para llegar a deltas fluviales, antesala de un gran cuerpo de agua. El pasado trece de junio en la revista Nature Geoscience, los cientรญficos Gaetano Di Achille y Bryan Hynek publicaron un estudio que apoya la teorรญa de que existiรณ un ocรฉano en Marte –parte de una hidrosfera– hace aproximadamente tres mil quinientos millones de aรฑos. Esta hipรณtesis es vieja pero cobrรณ fuerza en el siglo XIX cuando la observaciรณn de ciertas huellas geolรณgicas en la superficie marciana detonรณ la especulaciรณn sobre si eran marcas de agua en movimiento. Este indicio llevรณ a la ciencia ficciรณn a fabular sobre la vida en Marte.
Las conjeturas sobre la presencia de agua comienzan en 1666 cuando el astrรณnomo Giovanni Cassini identificรณ en el planeta dos cascos polares. Lo que vino despuรฉs fue un juego de confusiones productivo para la literatura. En Astronomรญa y astrofรญsica (1878), Giovanni Virginio Schiaparelli postulรณ la existencia de un mar en el polo sur de Marte. Tambiรฉn hizo un mapa de las marcas geolรณgicas que habรญa observado en la superficie del planeta rojo y las llamรณ canali, haciendo referencia al cauce que con peculiar simetrรญa dibujaban. La palabra fue traducida al inglรฉs no como channel sino como canal, que connotaba mรกs bien la edificaciรณn humana de surcos para guiar el curso del agua. En 1909 la teorรญa de los canales fue completamente sepultada, las primeras refutaciones aparecieron alrededor de 1894. Sus crรญticos coincidรญan en que los canali que observรณ Schiaparelli habรญan sido ilusiones รณpticas. Vistos con telescopios de mayor potencia los canales simplemente se disiparon. Pero la hipรณtesis sobre la hidrosfera de Marte perdurรณ en la literatura.
El gran precursor de las ficciones sobre marcianos fue el cientรญfico Percival Lowell y su libro Marte (1895). Presa de la mala traducciรณn del manuscrito de Schiaparelli (y de sus sospechosas visiones), Lowell elucubrรณ en su obra la dura vida de los habitantes del planeta rojo y afirmรณ que habรญan sido forzados a construir “canales” de varios miles de kilรณmetros para traer agua de los cascos polares e irrigar la tierra de arado en ese entorno rocoso. Este texto fue fundamental para La guerra de los mundos (1898), de H. G. Wells, pues le permitiรณ imaginar un pretexto para que los extraterrestres en busca de recursos invadieran nuestro planeta. En sus Crรณnicas Marcianas (1950), Ray Bradbury responde a la colonizaciรณn de la Tierra narrada por Wells, y explora la idea de los terrestres como colonizadores del planeta vecino. Mucho se ha discutido sobre las contradicciones dentro de las crรณnicas de Bradbury, pero uno de los elementos que le da verosimilitud al conjunto de relatos son los canales que comunican las ciudades marcianas –casi todas en ruinas– y el mar desierto a orillas del cual estaban asentadas. El germen que habรญa dado vida a los marcianos se habรญa mudado a la ficciรณn cientรญfica.
Aunque serรญa hasta 1964 que una nave llegarรญa a Marte, en 1950 Bradbury habรญa narrado ya la รฉpica de cuatro expediciones al planeta rojo; quizรก inspirado en el primer cohete no tripulado que en 1944 logro salir de la atmosfera terrestre. La nave Mariner 4 fue la primera que logrรณ orbitar alrededor de Marte y fotografiar su superficie. Las imรกgenes desรฉrticas aplazaron las creencias sobre la realidad de la hidrosfera marciana. Se necesitaba de una comprobaciรณn cientรญfica que llegรณ tras la exploraciรณn de la historia geolรณgica del planeta hecha con satรฉlites y robots. Hoy los investigadores han logrado descubrir, por medio de fotografรญas satelitales, que la altura de aparentes deltas marinos es parecida. Esto nos invita a pensar en una lรญnea costera comรบn que es testimonio de un gran ocรฉano ubicado en el hemisferio norte de Marte –y no en el sur como creรญa Schiaparelli. Ese cuerpo de agua existiรณ casi dos mil millones de aรฑos antes de que hicieran su apariciรณn en la Tierra los homo sapiens.
La existencia de canales fue desmentida, pero en Marte se han encontrado otros accidentes que aparentan ser testimonio de rรญos o lagos que sรญ llevaron agua. Una de las consignas que guรญan la exploraciรณn del universo seรฑala que encontrar esa sustancia vital en estado lรญquido es el primer paso para encontrar extraterrestres. Tal vez la bรบsqueda de vida en Marte no nos confronte en un principio con seres vivos, sino que reclamarรก de historiadores de la vida cรณsmica y de arqueoastrรณnomos con una sensibilidad romรกntica como la que definรญa Goethe: “lo que se dice romรกntico de una regiรณn es un sereno sentimiento de lo sublime bajo la forma del pasado”. Establecida la realidad de ese mar que rodea las Crรณnicas marcianas de Bradbury, esperamos ahora los primeros testimonios que quizรก nos revelen las formas de vida y el tipo de civilizaciones que poblaron el planeta vecino.
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(Ciudad de Mรฉxico, 1980). Trabaja como profesor, es ufรณlogo por convicciรณn y escribe. Kant y los extraterrestres (Tierra Adentro, 2012) es su primer libro.