Apersรณnese en el Centro Histรณrico. Caminรฉ con rumbo a la estaciรณn San Juan de Letrรกn del Metro o intente dar con la gigantesca antena de Telmex. A la altura de las calles de Peredo, Vizcaรญnas o Meave, entre Josรฉ Marรญa Marroquรญ y Luis Moya. Ahรญ se encuentra la calle de Pugibet y, sobre esa calle, el famoso mercado de San Juan, el mejor mercado del mundo.
Una vez en la puerta tome un respiro. Descanse. Mientras podemos ir hacia atrรกs. Aunque fundado oficialmente el 26 de octubre de 1955 (en los tiempos de Ernesto P. Uruchurtu), el nacimiento del mercado se registra en la รฉpoca prehispรกnica. Sabemos con cierta seguridad que se estableciรณ libremente en el espacio que alberga ahora la Plaza de San Juan (al parecer sobreviviรณ a otros tianguis como el de Tlatelolco porque su abasto regular de agua impidiรณ a los espaรฑoles usar el argumento de la insalubridad para clausurarlo), y que no fue sino hasta el Porfiriato que se construyรณ el inmueble que lo albergรณ hasta mediados del siglo veinte. Su sede actual, un edificio horizontal de bodegas a la que se mudรณ obligadamente por un incendio, fue propiedad del industrial Ernesto Pugibet, y albergรณ su compaรฑรญa cigarrera, “El Buen Tono”, como se conoce popularmente al parque local.
Le pido este momento de pausa no para darle hambre sino porque resulta mรญnimamente necesario para el acercamiento a tal fenรณmeno cultural. En principio por ejemplo, hay que reconocer que la idea de perfilar al mercado de San Juan desde sus tiempos modernos –el tiempo, digamos, de su redescubrimiento por el mundo del los chefs y el mundo restaurantero desde los aรฑos noventa a la fecha–, serรญa por demรกs una tentativa reduccionista. Es decir: San Juan no es una moda ni sรณlo es un oasis para el abasto de productos finos o caros porque estos lujos sofisticados, muchos de importaciรณn claro (que permiten a los creadores gastronรณmicos y sus firmas toda la potencia de una creaciรณn cosmopolita), pueden conseguirse en algunas tiendas departamentales o abarrotes delicatessen de la ciudad. Y tal vez mรกs finos y mรกs caros.
Ahora bien, adentrarse al Mercado de San Juan con la mirada del marchante indianista (ese sueรฑo en donde nadie habla espaรฑol, todos somos hermosos y fuertes, portamos taparrabos, comemos huauzontles y tepezcuintles), resulta de igual modo inefectiva, de cineasta trasnochado. Ninguno de estos extremos ayudan a distinguir el todo de San Juan. Mucho menos las esparcidas sugerencias de intervenir a San Juan con la mente del “marchante-cazador de safaris”, el lugar de lo exรณtico (¡Vamos en Jeep por cocodrilo, leรณn, zorrillo, chango!), o bien como el escenario para la cura milagrosa (toda la fiesta del reino vegetal a favor del cuerpo apesadumbrado). Para ello serรญa mejor (usted de seguro pensarรก lo mismo, querido amigo) dirigirse al Zoolรณgico de Chapultepec o al Mercado de Sonora. Por cierto que San Juan ni es el mercado mรกs viejo en su sede (lo es el mercado Abelardo Rodrรญguez) y tampoco el mรกs grande, que es la Mereced con su zona para Dulces (Mercado Ampudia), su gran zona de antojitos y su รกrea de comida preparada. ¿Entonces, me preguntarรก usted con todo derecho, quรฉ es lo que en mi opiniรณn crea la poesรญa del Mercado de San Juan? Pues la respuesta es sencilla y rรกpida. El Mercado de San Juan es el mejor porque no puede haber otro igual en el mundo, es รบnico en su tipo, un afortunado accidente de esta tierra e irrepetible. Porque si bien es verdad que en otros lugares del paรญs uno halle lo que ahรญ se vende, la cosa no se da al revรฉs: muchos productos que hay en el Mercado de San Juan son inconseguibles. En la Boquerรญa de Barcelona, el Mercado de San Miguel en Madrid o el Billingsgate de Londres no hay Jumiles o Chinicuiles, Escamoles o Gusanos de Maguey. No hay Chapulรญnes, ni Caracoles ni Ranas, ni Renacuajos (atepocates) o Hueva de Mosco (ahuautle). Ahora bien, ya listo, pase usted y vรฉalo con sus propios ojos. Maravรญllese de lo que hay ahรญ como le sucediรณ hace mรกs de cien aรฑos a Jacques Paire, un cocinero francรฉs: “Despuรฉs de visitarlo pensรฉ que nunca terminarรญa de descubrir alimentos mexicanos originales.” “Seguรญa sorprendiรฉndome la enorme variedad de comestibles vernรกculos que observรฉ a lo largo de los pasillos.” “Cada รกrea constituรญa por sรญ misma un bello y variado espectรกculo.”.
Aquรญ sรญ se maneja lo que es el Caviar y Angulas Espaรฑolas, y Cigalas y Langostinos de Dinamarca, Cangrejos de Alaska, Centollos, Abulones, Cangrejos de Amรฉrica del Sur, Vieiras, Ostras y Almejas de Inglaterra, Mejillones de Nueva Zelanda, Esmedregales, Jureles de รfrica, Lenguados, Rapes, Dorados, Huachinangos, Robalos, Tiburones, Tenazas de Cangrejo Moro, Atunes y Salmones, Anguilas, Rayas, Percebes, Jibias, Zamburiรฑas y demรกs frutos del mar. Armadillo, Iguana, Zorrillo, Venado, Conejo, Lechรณn, Cabrito, Carnero, Jabalรญ, Avestruz, Bรบfalo, Cocodrilo de La Florida, Pato, Faisรกn, Codorniz, Gallina de Guinea, Leรณn, Cocodrilo y mucho mรกs. ¿De nuestra herencia ibรฉrica? ¡Nada que no haya en un Museo del Jamรณn! Las Morcillas, Chistorras, Butifarras Catalanas, los Jamones Serranos y de Bellota, los de Jabugo. El Fuet, el Lomo Embuchado, los Solomillos, la Sobrasada, los Patรฉs, sin dejar detrรกs a los quesos: italianos, franceses, holandeses, argentinos, curados ahumados, especiados de diferente manera. Y por cierto que del mundo del oriente, el de las especies (uno se siente como en el souk de Marrakech), o el mundo verde de las huertas, ni se diga que tambiรฉn hay: Pimienta Roja, Blanca, Negra, Verde; Vainas de Vainilla, Estragรณn, Romero, Comino, Tomillo, Albahaca, Hoja Santa. Tambiรฉn hay Jengibre, Hoja de Crisantemo, Chรญcharo Chino, Frijol de Soya, Rรกbano Blanco, Pimienta China, Tofu, Vinagre de Arroz, Aceite de Ajonjolรญ, Fideo transparente, Algas, Acelgas, Lirio, Tomatillo, Pepino Europeo, Ejote Francรฉs, Echalotes, Zanahoria y Elote bebรฉ, Endivias, Repollos, Lechugas Coreanas e Italianas, Radiquios, Yuca, Malanga y รame, para sentirse en Cuba, Ajos, Cebollas, Chilacayotes, Azafrรกn de raรญz, Naranja Agria, Hinojo, Puerro, Ayocote, Quimbombรณ (se me van olvidando, disculpe usted), Plรกtano Verde, Jitomate Cherry, Arรบgula, Ciruelas, Hongos, Mangos, Papayas, Carambolos, Piรฑas, Sandรญas, Limas, Frambuesas, Melones, Kiwis, Arรกndanos, Lichis, Maracuyรกs y tantos y tantos mรกs que seguramente no conocemos.
Parece mentira. Comestibles de todos los lados del mundo comprados por todos los comelones habidos y por haber: chefs empresarios, chefs primerizos, cocineros vernรกculos, turistas extranjeros o nacionales, viajeros en fin de la misma ciudad (“Comer es viajar con la lengua”, decรญa Xavier Villaurrutia), filรณsofos personalรญsimos del sabor (todos en una trabazรณn mandibular, con la hiel rota), o muy bien informados o seguros de su capacidad cรณsmica para el disfrute. Porque ampliando la respuesta, el Mercado de San Juan reclama su autenticidad desde su gente. Y eso lo supo Paire, que escribiรณ al final de su texto sobre nuestro mercado: “Todo aquello me pareciรณ sumamente exรณtico, aunque detrรกs de esa impresiรณn la vista de alimentos tan diferentes permitรญa atisbar una realidad profunda y vibrante, mรกs allรก de lo que habรญa percibido hasta entonces.” Por ejemplo, no hay vendedor sin pasiรณn ahรญ, que no bien informe al cliente sobre lo que compra: de donde viene, quรฉ hacer con รฉl y cรณmo, el porquรฉ de su precio, ciertamente elevado desde siempre. Y eso, tal รฉtica y tal estรฉtica de comunicaciรณn sentimental, no es una virtud que pulule, ya no digamos en los mercados, sino en la vida misma. Que lo disfrute. Usted y el mercado lo merecen.
El mercado de San Juan, lugar de maravillas, se ubica en el centro de la ciudad de Mรฉxico. Al salir de este espacio que satura de estรญmulos a los sentidos por la variedad de productos que ofrece, los visitantes estรกn a unos pasos de magnรญficas muestras de arquitectura . Una caminata sin rumbo fijo descubrirรก joyas de la construcciรณn colonial, desde edificios pรบblicos hasta iglesias y casonas, impactantes todas por su magnitud y sus detalles.
Escritor, editor y promotor cultural. Ha publicado 8 libros, entre ellos Zopencos (2013), Yendo (2014) y Sayonara (2015). Es propietario de Hosterรญa La Bota.