Foto: Paul Roer

El memorial del 11 de septiembre. Entrevista con el arquitecto Michael Arad (2/2)

Segunda parte de la entrevista con al arquitecto Michael Arad sobre su diseño del memorial del once de septiembre.
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Leer la primera parte aquí.

 

Délano/Nienass: Esta idea de la nación de inmigrantes está muy presente en Estados Unidos y en Nueva York en particular. ¿Cómo crees que se relaciona el memorial con el discurso de Estados Unidos como una nación de inmigrantes? ¿Estaban presentes estas ideas cuándo estabas pensando en el diseño del memorial?

Arad: Sí, mucho. Especialmente cuando estábamos pensando en cómo acomodaríamos los nombres en el memorial. Y para mí, lo que realmente quería transmitir a los visitantes eran estas ideas gemelas de pérdida colectiva y pérdida individual. Creo que todos de alguna manera tuvimos una pérdida ese día, habiendo atestiguado lo que pasó. Y esa pérdida obviamente es un eco pálido, una pérdida mínima comparada con la de las familias que perdieron a alguien ese día. Pero al diseñar el memorial quería enfatizar tanto la individualidad de cada persona y el sentimiento de una respuesta colectiva.

Para mí, poner el énfasis en un nombre era poner el énfasis en la sensación de personalidad e individualidad. Hay tanto que se encierra en un nombre, y obviamente un nombre carga consigo una sensación de identidad: de identidad personal, pero también religiosa y nacional. Había muchas otras exigencias en torno a los nombres y la información que debíamos incluir: el lugar de empleo, el lugar de residencia o el lugar de origen. Había muchas ideas en el aire. Y para mí, cada una empezaba a encerrar a los nombres en grupos cada vez más pequeños y yo no quería ver eso. Cuando empiezas a separar a la gente por el lugar en el que trabajaban, empiezas a sugerir un tipo de agrupamiento que enfatiza algunos atributos sobre otros y yo pensaba que de alguna manera eso disminuía el sentimiento de individualidad y la noción de colectividad. Entonces presionamos mucho para que la lista incluyera los nombres y nada más, porque esa otra información podría diluir lo que considerábamos más importante.

Al final, acomodamos los nombres en nueve grupos que reflejan en dónde se encontraban las personas ese día, de acuerdo al edificio en el que estaban: las dos torres y el Pentágono, los cuatro vuelos, las víctimas de los ataques de 1993, y los socorristas, que a su vez están agrupados dependiendo de dónde venían, ya sea la estación de bomberos o de policía. Dentro de esos agrupamientos, logramos abrir la posibilidad de que participaran las familias, una idea que describí como adyacencias significativas, que justifican el por qué un nombre está junto a otro, a partir de información proporcionada por las familias. ¿Murieron otros ese día con los que su familiar tuviera alguna conexión? Entonces lo que parece como un arreglo aleatorio de nombres, en realidad es algo intencional para darle a cada persona su lugar específico en el memorial, geográfico, físico y personal. A primera vista no puedes ver un patrón pero si lo observas con más cuidado puedes empezar a percibir que hay algo más ahí que no está a la vista. Empiezas a pensar que estos nombres podrían ser del mismo lugar, o que estos eran una misma familia, etcétera. Entonces ves que hay un sistema aquí, una lógica escondida, insertada en el diseño del memorial de manera intencional para permitir que haya significado en esas adyacencias, algo que permite pensar en las vidas de esas personas, no sólo en sus muertes, y sugiere una relación con sus familias, sus amistades, etcétera. Y la manera en que cada quién interprete esos significados a lo largo del tiempo depende de cada persona. Una vez que está ahí el significado es como una semilla que se ha plantado y que puede dar fruto en diferentes lugares.

Creo que todo esto, aunado a las historias de las personas que murieron, que estarán disponibles por medio de la fundación del memorial en su momento, logran que un número de cerca de 3,000 muertos se divida en una historia y otra historia y otra historia, y cuando las escuchas, son historias de pérdidas humanas y no puedes evitar conectarte con ellas de una forma que es difícil lograr con algo abstracto como un número con el que no te puedes relacionar. Creo que al recrear estas historias poco a poco empiezas a ver lo universal en lo humano y en lo individual, y te ayuda a empezar a comprender.

 

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es profesora de estudios globales en The New School en Nueva York. Su trabajo se enfoca en las políticas migratorias de México y Estados Unidos.


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