Iba por Paseo de la Reforma, en la ciudad de México, quedé junto a este camión de transporte urbano y tomé la foto apresuradamente.
No está de más anotar que en México una de las acepciones de la palabra “calavera” es la siguiente:
Foco y su pantalla generalmente dorada que se coloca en la parte trasera de los automóviles para que se puedan distinguir de noche
como señala el Diccionario del español usual en México (en línea) de Luis Fernando Lara et al. No tengo idea de por qué se le habrá dado tal empleo, aunque seguramente habrá alguna explicación macabra.
Lo que sí sé es que el piloto de este camión en particular logró, como expresión de sus “usos y costumbres”, sin duda populares, que sus calaveras redundasen tres veces: como focos, como calaveras y como nazis, una mezcla inaudita de gestapo y zompantli.
Todo para la mejoría general de la estética urbana, la alegría de los paseantes, el entusiasmo de los imbéciles y la edificación moral de los niñitos.
(El teléfono para recibir quejas es, también, decorativo.)