Es conocida la anécdota de que Gabriel García Márquez paró la impresión de Cien años de soledad sólo para cambiar un adjetivo que no le convencía. Richard Ford, que estuvo a punto de dejar la literatura por oficios menos ingratos, como el de periodista deportivo, fue más allá que García Márquez con El día de la Independencia. Ford no sólo leyó en voz alta, dos veces, el manuscrito original de más de setecientas páginas, como lo cuenta Don Lee, sino que además le pidió a su editor revisar conjuntamente el manuscrito. La conclusión de ambos fue que había un exceso de adverbios, que Ford se esforzó por corregir a dos semanas de la impresión final. El resultado le mereció a El día de la Independencia pasar a la historia de la literatura americana por ser, aparte de una obra excepcional, la primera novela, y hasta ahora la única, en ganar el premio Pulitzer y el PEN/Faulkner de ficción.
La literatura de Ford empieza por la novela negra, pasa por la novela de aprendizaje y sigue con un tipo de novela introspectiva, en la que el autor norteamericano es único, con una fuerte dosis de lo que se dio en llamar "realismo sucio" por algo fue durante años el mejor amigo de Raymond Carver. Lo que ha hecho de Ford uno de los mejores narradores contemporáneos es su capacidad para reflejar la vida ordinaria, común, alienada a veces, del ser humano; la vida de hombres y mujeres a la deriva. Esa manera de encapsular en un detalle, en un fragmento, en un trozo de escritura, la vida; esa forma de percibir e identificar tan claramente el lastre del hombre moderno, su lucha por sobrevivir después de la tormenta. En otras palabras, lo que ha hecho Ford ha sido sintetizar what the life is about, o qué diablos hacemos aquí.
Ese mismo Richard Ford es el que accedió a responder, de puño y letra, un cuestionario. Sus respuestas, sintéticas, incluso crípticas, tienen un valor fundamental: el de un escritor cuya trayectoria literaria es, simplemente, intachable. Ésta es una esquina de piel al descubierto.
Su mundo literario resulta tan intenso que me es difícil suponer que no haya rasgos autobiográficos. ¿Cuánto de cierto hay en ello?
Cualquier historia que no sea puramente ficción es un fracaso. No intento nada que sea autobiográfico. Todo es artificial, no real.
Hay en sus novelas experiencias vitales que me hacen deducir que usted ha "encajado los golpes" y salido de ellos menos tambaleante de lo que sale el común de la gente. ¿Cuáles son esas experiencias de las que está alimentado su mundo de ficción?
El talento del escritor reside en imaginar experiencias, no necesariamente en vivirlas en carne propia. Yo he tenido una vida relativamente confortable, una vida sin muchas dificultades, una vida dedicada a escribir. Mis "golpes" han sido ordinarios; sólo los he utilizado para imaginar en grado más profundo. Es algo normal.
Habla de un mundo que nos pertenece: todos tenemos algo de esos hombres y mujeres contemporáneos que usted retrata. ¿Cuál cree que sea la mayor carencia del hombre moderno?
El fracaso para comprender lo que nos rodea, tanto global como personalmente. El solipsismo es nuestra gran falla.
Usted ha vivido en casi todo Estados Unidos. Va y viene de cualquier sitio. ¿Cómo resiste, vive y construye una vida sin desarrollar ningún apego por una ciudad o una casa?
Supongo que he sido afortunado. He compartido mi vida con una persona, mi esposa Kristina, durante 38 años.1 En otras palabras, el trabajo es suficiente casa para mí.
Usted nació en el sur de los Estados Unidos y escribió una novela con México de escenario. ¿Le interesa ese mundo marginal, violento y oscuro de la frontera entre ambos países?
Me interesó en su momento. Siempre he estado interesado en las fronteras, en los límites. Es ahí donde está el drama. Agoté mi interés, sin embargo, en la relación México-Estados Unidos cuando escribí La última oportunidad, en 1980.
¿Podría adelantarnos algo sobre sus últimos trabajos?
Se trata de un nuevo libro de historias cortas titulado A Multitude of Sins, publicado en los Estados Unidos el pasado mes de febrero.
En El día de la Independencia dice que "no hay mayor desilusión que la incapacidad para compartir con otra persona un conocimiento que consideramos esencial". ¿Qué tipo de conocimiento esencial quisiera compartir?
No puedo resumirlo en uno solo. Lo que escribo en mis novelas, en mis historias, es un intento de imaginar un conocimiento esencial y divulgarlo. No obstante, todavía hay mucho por ser imaginado. ~
Periodista y escritor, autor de la novela "La vida frรกgil de Annette Blanche", y del libro de relatos "Alguien se lo tiene que decir".