¿Es el spanglish un idioma?

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El spanglish, el híbrido callejero de español e inglés que se ha extendido a los debates televisivos entre hispanos y las campañas de publicidad, constituye un grave peligro para la cultura hispana y para el avance de los hispanos en la corriente hegemónica de la cultura estadounidense. Aquellos que lo condonan e incluso promueven como un aglomerado inocuo no se dan cuenta de que estamos ante una relación fundada en la desigualdad. El spanglish representa una invasión del español por el inglés.
     La triste realidad es que el spanglish es principalmente el idioma de los hispanos pobres, que en muchos casos son casi analfabetos en ambos idiomas. El que incorporen palabras y construcciones del inglés a su habla cotidiana se debe a que carecen de la educación y el léxico español que podría ayudarles en el proceso de adaptación a la cambiante cultura que les rodea.
     Los hispanos cultos que lo emplean lo hacen movidos por otros impulsos: algunos están avergonzados de sus antecedentes familiares y se sienten enaltecidos al usar palabras inglesas y modismos traducidos literalmente del inglés. Su idea es que al actuar así están afirmando su pertenencia al centro dominante de la cultura estadounidense. En el plano político, sin embargo, el spanglish es una capitulación: constituye un acto de marginalización, no de emancipación.
     El spanglish trata al español como si la lengua de Cervantes, Lorca, García Márquez, Borges y Paz no tuviera una esencia y una dignidad propias. No es posible hablar de física o metafísica en spanglish, mientras que el español posee un vocabulario más que adecuado en estas disciplinas. Es verdad que, dada la preeminencia del inglés en campos como la tecnología, algunos términos han de ser incorporados al español (es el caso de “beeper”, que ha sido traducido por “bíper”). Pero ¿por qué ceder cuando podemos recurrir a palabras y expresiones españolas perfectamente correctas?
     Si, como sucede con muchas de las modas de los hispanos en Estados Unidos, el spanglish se extendiera a Latinoamérica, ello constituiría el golpe definitivo del imperialismo, la imposición final de un estilo de vida que, con todo y ser dominante en el plano económico, no es en modo alguno superior culturalmente. Latinoamérica es rica en términos que no pueden ser medidos por las calculadoras.
     Sin embargo, me invade la preocupación cada vez que oigo los programas en español de las cadenas norteamericanas de televisión que trasmiten para todo el hemisferio. El idioma de los informativos suena a español pero, si uno escucha atentamente, se da cuenta de que se trata de un inglés transpuesto (ni siquiera traducido) al español. Los que reciben estas emisiones en México df o San Juan, ¿las escuchan atentos o riéndose?
     La misma suerte de rendición tiene lugar cuando las compañías norteamericanas tratan de abrirse paso en el mercado hispano. Me estremezco cuando oigo a un dependiente preguntar: “¿Cómo puedo ayudarlo?” (una transposición literal de la expresión inglesa “How can I help you?”), en vez de la frase “¿Qué desea?”, que es la apropiada. En un reciente vuelo a México, un sobrecargo leyó una declaración en “español” que resultaba incomprensible para cualquier mexicano, español o hispano no originario de su misma región. Los anuncios que se exhiben en la televisión hispana y en las calles de Nueva York están llenos de errores garrafales. Me pregunto incluso si los inmigrantes latinoamericanos más recientes pueden comprender tales expresiones.
     Imagino que mis colegas medievalistas dirán que sin la contaminación del latín por las lenguas locales no existiría el español (ni el francés ni el italiano). Ya no vivimos en la Edad Media, sin embargo, y es ingenuo pensar que podemos crear un nuevo idioma que sea funcional y culturalmente rico. La literatura en spanglish sólo puede aspirar a una ingeniosidad de tintes rebeldes que se agota pronto. Aquellos que lo emplean están condenados a escribir, no una literatura de minorías, sino una literatura menor.
     No pido disculpas por mi parcialidad profesoral: pienso que la gente debería aprender bien un idioma y que aprender buen inglés tendría que ser algo prioritario en la educación de los hispanos en Estados Unidos si aspiran, como deberían, a ocupar posiciones de influencia.
     Pero debemos recordar que somos un grupo especial de inmigrantes. Mientras que la cultura original de otros grupos étnicos en Estados Unidos está lejos en el tiempo o en el espacio, la nuestra se halla muy próxima. La inmigración proveniente de Latinoamérica mantiene nuestra comunidad en un estado de renovación perpetua de sus raíces. Lo último que necesitamos es que cada grupo se forje su propio spanglish, creando una Babel de idiomas híbridos. El español es nuestro vínculo más fuerte, y es vital que lo preservemos. ~

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(Sagua la Grande, Cuba, 1943) es Sterling Professor de literatura hispanoamericana y comparada en la Universidad de Yale.


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