Para los que nacimos con la brรบjula averiada desplazarse por metrรณpolis como las nuestras puede ser una loterรญa del horror. El menor descuido puede conducir a rutas pesadillezcas, mezcla de Kafka y road movie, de las cuales no hay garantรญa de retorno. Una vez, al salir de una fiesta en la madrugada se me pasรณ una vuelta a la izquierda. Amanecรญ dando vueltas al penal de Santa Marta Acatitla convencido de que era el aeropuerto. Asรญ tambiรฉn he conocido segmentos del Perifรฉrico que tienen vacas pastando a un costado. A la fecha para aprenderme cualquier ruta necesito memorizar los detalles del camino. Basta que una paleterรญa se convierta en farmacia para hacer un poco mรกs de turismo allรก por donde se extingue el pavimento.
Una buena noticia para los desorientados es que ya estรก en operaciรณn Google Street View para varias ciudades de Mรฉxico. Otros servicios de este portafolio virtual permitieron primero sobrevolar el mundo mediante vistas satelitales y luego trazar rutas desde la computadora hacia el destino deseado. El Street View lleva esto a otra dimensiรณn, pues muestra la ciudad entera a nivel cancha. Cada calle de cada barrio se ve como si uno estuviera caminando por ahรญ.
El Street View suma funciones de los instrumentos mรกs diversos. Un bastรณn de flaneur para paseos virtuales que permite callejear por Tepito sin resquemores, descubrir que una de las calles mรกs breves del Centro se llama Ana Marรญa Rodrรญguez del Toro de Lazarรญn. Topar a unas cuadras de Palacio Nacional con un altar a la muerte en la calle De la Santรญsima. Es posible regresar al barrio de la infancia, haciendo del mouse una magdalena proustiana. Visitar las casas de varias ex novias. Pasar por hoteles de lรบbricas memorias. Con la pantalla convertida en bola de cristal se puede escudriรฑar el ceรฑo de la Cabeza de Juรกrez. Atisbar entre los barrotes verdes de Los Pinos. Vislumbrar en el linde con el Estado de Mรฉxico una calle diminuta en honor al Verso Libre.
La cantidad de recorridos posibles convierte al Street View en un aleph de la ciudad no carente de ironรญa. Deja ver que ninguna de nuestras calles o colonias lleva el nombre de Jorge Luis Borges, a diferencia de Verรณnica Castro que tiene la suya. Pero tambiรฉn deja claro que con la tecnologรญa hay nuevas maneras de perderse en la ciudad.
โ Gonzalo Soltero
(Ciudad de Mรฉxico, 1973) es autor de cinco libros de narrativa. Su libro mรกs reciente es la novela Nada me falta (Textofilia, 2014).
