Hace diez aƱos

El comentario escrito la noche del 11 de septiembre de 2001 y publicado en el nĆŗmero de octubre de la revista.Ā 
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El 11 de septiembre de 2001 en la tarde el administrador de la instituciĆ³n a mi cargo, la Fondation Maison du Mexiqueen la Ciudad Internacional Universitaria de ParĆ­s, irrumpiĆ³ en mi oficina y me dijo lo que estaba ocurriendo en Nueva York. Fuimos a la televisiĆ³n de la cafeterĆ­a. Poco a poco fueron llegando algunos residentes. Alguien propuso escribir una carta de condolencias para nuestros vecinos de la Fondation des Ɖtats Unis. Algunos quisieron firmarla; otros no (hubo hasta el infaltable que dijo que bien merecido se lo tenĆ­an).

 Esa noche escribĆ­ mi comentario para Letras Libres. ApareciĆ³ en el nĆŗmero de octubre.

 

 

Humo, intermedio

 

The Got whom we serve is able,

Still, still to deliver us, still magic,

Still moving yet motionless in smoke…

 — Wallace Stevens

 

Nueva York hecha humo, bajo el humo, entre el humo, es humo, echa humo. En la ciudad luminosa crece un denso follaje de carbĆ³n.

 La quietud del humo invierte la percepciĆ³n de la imagen; parecerĆ­a que el humo no sale de las torres sino que desciende hacia ellas. Una distorsiĆ³n mĆ”s en un dĆ­a de distorsiones. Torres como crayolas que hacen garabatos negros en el cielo.

Humo… palabra fea, elemental; protopalabra del manojo primate de ruidos homĆ­nidos, etimologĆ­a de regĆ¼eldo, balbuceo graduado a palabra, nudo elemental de lo temido y lo deseado.

El humo es atmĆ³sfera con ropa.

Humo, materia prima del polvo, mortaja que va cubriendo todo con lentos, cotidianos milĆ­metros. La preciosa digresiĆ³n sobre el polvo de Anne Dillard en For the Time Being.

En las culturas ritualistas, el humo es un puente con el cielo. CaĆ­n (humo que arrastra) asesina a Abel (humo que asciende). Los taoĆ­stas se inmolan en las piras convencidos de que el humo conduce al cielo. Durante milenios, el humo fue lo Ćŗnico hecho por humanos capaz de ascender.

El tabaco, el incienso… humo mascota. Elegancia del humo: quietud en movimiento (Cabrera Infante en Holy Smoke —otro Cain). Si Dios era la zarza ardiendo, ¿quĆ© era su humo?

El humo sube; la ceniza baja. La ceniza es humo cansado.

La evanescencia del humo es temible; su transitoriedad lo asocia con la muerte. El humo es la utilerƭa imprescindible del cataclismo. Una memoria remota que nos hace verlo como hƔlito del averno, gramƔtica del caos. AdemƔs, augurio del propio humo que nosotros somos. La lentitud con que el humo se disipa es insoportable. El humo es la rebaba de cualquier metamorfosis. La o de ser o no ser.

Nubes desplomadas.

Admonitorio, el humo es impreciso: seminaturaleza de sĆ³lido y lĆ­quido, travesti del agua, catarata aĆ©rea.

¿Se mide el humo? DeberĆ­a medirse, por ejemplo en dorĆ©s. No su longitud (se veĆ­a desde el espacio), su compactaciĆ³n: ¿tantos dorĆ©s por cm2? Nadie dibujĆ³ humo como Gustave DorĆ©. Racimos de fauces entre las grietas.

Periodista: Pero… ¿DĆ³nde estĆ”n esos miles de cuerpos?

Bombero: En la atmĆ³sfera…

Nueva York estarƔ lloviendo sobre el hemisferio norte. Billones de trillones de miligramos de Nueva York flotando en las corrientes de aire. El humo circunvolutorio de las explosiones: cuerpos hechos gis pulverizado. Respiramos congƩneres. Parvadas de muertos micromƩtricos.

Cuerpos, cuerpos, cuerpos… Humo de cuerpos, cĆ³nclave de muertos, cuerpos deletĆ©reos. Ese humo es la Ćŗltima energĆ­a de los cuerpos. Celaje de polvo eres, lo mĆ­nimo muriendo mĆ­nimamente. La partĆ­cula de humo, unidad mĆ­nima del cuerpo. El cuerpo es hollĆ­n disimulado.

El humo expansivo rueda encaƱonado por las calles, nimbos de sangre seca desparramƔndose sobre la madre de las avenidas, borra veloz por la ciudad borrada. Borra borrasca borraja. Ɓrbol descomunal parido instantƔneamente, matando lo que toca, araucaria de tosferina, ola disecada.

Primera acepciĆ³n del Casares: "Humo: mezcla de gases que se desprende de una combustiĆ³n incompleta". ƚltima: "vanidad, orgullo". Coloquial: "bajarle a uno los humos": domar su altivez, humillarlo. Humo humillante y humillado humollado mellado.

El humo es tĆ­mido.

El humo nos recuerda que todo es combustible. Todo lo que existe esconde su humo. Todo es humo disfrazado, latente. El tragahumo es redundante.

¿Todo sĆ³lido es humo encerrado? El humo es el momento entre una forma y su desapariciĆ³n. ConsunciĆ³n visible. El terror, fĆ”brica de cumulus.

Las llamas son la puerta de salida del humo. El humo es intermediario por definiciĆ³n. Nada mĆ”s intermedio, transitivo, transitorio que el humo.

Las ciudades son cremables.

HabĆ­a una novela titulada Humo. De Andreiev o Turgueniev. Era una novela de amor.

Los edificios se mueren llenos de muertos. En el momento del colapso, quedĆ³ por un segundo la silueta humeante de su desapariciĆ³n, una arquitectura suspendida de humo. El humo es un edificio, un cuerpo, que ya no pesa.

El humo sale de la fricciĆ³n entre lo vivo y lo muerto. Hace de golpe lo que el tiempo hace lentamente.

No hay humo hermoso; sĆ³lo terriblemente hermoso.

SemĆ”ntica del humo: volutas. La voluta revolvente. El viento revolvente va y viene en volutas. La voluta volcĆ”ndose en sĆ­ misma. GĆ”rgara, regurgitaciĆ³n, rizoma gaseoso. Voluta significa espiral. CoreografĆ­a inmĆ³vil de volutas veloces. ¿El humo suena? Si suena sisea, o babea, o vavea.

 Antes se leĆ­a el futuro en el humo, que es puro pasado. La televisiĆ³n nos hizo a todos capnomĆ”nticos, lectores de una sintaxis de humo. ¿LeĆ­mos lo mismo?

El humo del rescoldo, fantasmal, exhausto.

 

 

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Es un escritor, editorialista y acadƩmico, especialista en poesƭa mexicana moderna.


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