āNuestra regiĆ³n lleva mil cuatrocientos aƱos sometida al islam, la muerte y los impuestosā
Esta entrevista no pudo ser una conversaciĆ³n: Hatem Saleh sĆ³lo puede comunicarse bien en Ć”rabe, kurdo o turco y esta reportera sĆ³lo maneja un par de lenguas occidentales. Tuve que hacerla, pues, por escrito y traductor mediante, lo cual me impidiĆ³ entrar al trapo de las respuestas mĆ”s polĆ©micas.
Sobre su periplo como exiliado me da detalles Philippe OllĆ©-Laprune, director de la Casa Refugio CitlaltĆ©petl, donde estĆ” acogido: poeta y periodista iraquĆ, ferozmente crĆtico hacia los poderes religiosos que fueron campando en su paĆs tras la caĆda de Saddam Hussein, Hatem Saleh decide marchar a Siria a finales de 2003, donde milicias pro-iranĆes vinculadas a Muqtada Al-Sadr intentan quemarlo vivo. Luego vinieron LĆbano, Egipto y Marruecos. AllĆ, un dĆa lo increpa por la calle una pandilla de musulmanes ortodoxos āes bastante conocido en el mundo Ć”rabe, dice Philippeā; Saleh se asusta y comienza a vivir un infierno paranoico prĆ”cticamente encerrado en su casa. Traductores amigos son los que interceden por Ć©l ante la ICORN (la red internacional de ciudades refugio), y Ć©sta determina que ni siquiera Europa es segura para Ć©l, asĆ que acaba en MĆ©xico en abril de 2008.
ĀæAntes de la guerra? Hatem Saleh trabajaba de corrector y lingĆ¼ista para el instituto Bait al-Hikma, creado y controlado por la propia oficina presidencial de Saddam a mediados de los noventa. Como escritor y periodista, en fin, Saleh no tenĆa mayores problemas con el rĆ©gimen.
Desde 2005, Iraq es una democracia parlamentaria, y por lo tanto, se supone que hay libertad de expresiĆ³n. ĀæPor quĆ© es usted un refugiado?
Hablar de democracia es como hablar de la importancia de la leche para el cuerpo humano. Pero cuando la leche se echa a perder se convierte en un veneno mortal, y creo que la democracia en Iraq promovida por Estados Unidos y sus aliados se parece mucho a eso. Los congresistas iraquĆes, que ocupan sus escaƱos como representantes del pueblo, sĆ³lo repartieron el botĆn a favor de sus grupos polĆticos y raciales para mantener en sus manos el futuro del paĆs; desde hace cuatro aƱos, no han podido aprobar ni una sola ley a favor del pueblo, o una ley capaz de poner en manos de la justicia a los ladrones de los recursos pĆŗblicos. ĀæQuĆ© significado tiene āla libertadā cuando gran nĆŗmero de ciudadanos muere diariamente sin que el gobierno pueda sentar a los criminales ante la justicia?
A mĆ me perseguĆan por mi rechazo a la intervenciĆ³n del sistema teocrĆ”tico iranĆ para desestabilizar mi paĆs. Me perseguĆan donde quiera que fuera: mis artĆculos se publicaban en muchos sitios y periĆ³dicos electrĆ³nicos de gran difusiĆ³n.
ĀæQuĆ© cree usted que el mundo no sabe o malinterpreta acerca de Iraq?
Mientras los medios de comunicaciĆ³n estĆ©n en manos de las fuerzas de ocupaciĆ³n, seguro que el mundo no se enterarĆ” de lo mucho que sufriĆ³ Iraq durante los aƱos posteriores a la guerra. Las noticias sobre Iraq difundidas por las agencias internacionales obedecen a intereses polĆticos y logĆsticos para que no se conozcan los crĆmenes contra la humanidad que se practicaron sin motivos. Si no fuera porque algunos soldados de las fuerzas norteamericanas pusieron al descubierto los crĆmenes de la cĆ”rcel de Abu Ghraib, habrĆan quedado en el olvido.
Pese a todo, Āæno estĆ” Iraq mejor ahora que bajo la dictadura de Saddam Hussein?
Bajo la dictadura de Saddam Hussein, Iraq era un paĆs en el cual vivĆan miles de intelectuales, profesores universitarios, artistas, periodistas y escritores, y la aplicaciĆ³n de la ley contra el crimen era efectiva en todos sus aspectos. El nĆŗmero de escuelas y universidades cubrĆa las necesidades del paĆs, y el analfabetismo no superaba el 10%. El porcentaje de mortalidad infantil era el mĆ”s bajo en todo Medio Oriente antes de que las Naciones Unidas impusieran el embargo econĆ³mico global a mi paĆs despuĆ©s de la invasiĆ³n de Saddam Hussein a Kuwait en 1991. Ahora, bajo el gobierno ādemocrĆ”ticoā en Bagdad, Iraq se ha vaciado de intelectuales. La mayorĆa de los profesores universitarios fueron asesinados y el resto eligiĆ³ el camino del refugio en otros paĆses para salvar sus vidas y la de sus familiares; los escritores, periodistas y artistas corrieron la misma suerte. El analfabetismo supera ahora el 50% a consecuencia de la falta de seguridad y el abandono de las escuelas y facultades por los estudiantes, y el porcentaje de mortandad infantil aumentĆ³ hasta el 25% en algunas ciudades, blanco de los ataques con armas nucleares y bioquĆmicas. ĀæEstaba mejor Iraq bajo la dictadura de Saddam Hussein o ahora, bajo ese gobierno promovido por Estados Unidos?
ĀæQuiĆ©n amenaza a los intelectuales, acadĆ©micos y periodistas? No creo que se refiera a las fuerzas de ocupaciĆ³nā¦
Las milicias religiosas, que han perseguido, acosado y violado los derechos y el patrimonio de cientĆficos y profesores iraquĆes. La guerra en mi paĆs no es por el petrĆ³leo o el poder, sino entre la supersticiĆ³n y la razĆ³n.
ĀæDe quĆ© manera viviĆ³ la guerra?
De manera natural: veinte aƱos de guerra continua hacen que el ser humano pierda el miedo ante el sonido de las bombas o de los misiles balĆsticos intercontinentales. La gente no tenĆa miedo de la guerra sino de lo que pudiera seguir. Saddam Hussein era un dictador que asesinaba a todo aquel que desobedecĆa sus Ć³rdenes o que competĆa contra Ć©l por el poder, pero al mismo tiempo su visiĆ³n nacionalista no permitĆa a ningĆŗn Estado extranjero controlar ni un palmo del territorio iraquĆ. Por contra, las milicias de los partidos gobernantes en Bagdad secuestran a la gente, los asesinan en sĆ³tanos secretos y arrojan sus cadĆ”veres a los basureros. Esto sucede todos los dĆas en cada una de las ciudades iraquĆes. Las tierras, las aguas y el espacio aĆ©reo iraquĆ se han convertido en un botĆn en manos de los paĆses circundantes o de los partidos nacionalistas o religiosos que no obedecen la autoridad del Estado.
ĀæHay posibilidades de desarrollar un verdadero Estado laico en la regiĆ³n o es una batalla perdida?
Creo que serĆ” imposible la construcciĆ³n de un sistema polĆtico que separe el Estado de la religiĆ³n, al menos durante los cien aƱos venideros, pues la cultura de la convivencia y del diĆ”logo entre las religiones no ha madurado en nuestra zona geogrĆ”fica. Ćsta ha sido sometida durante mil cuatrocientos aƱos a un triĆ”ngulo cuyos vĆ©rtices son el islam, la muerte y los impuestos.
ĀæQuĆ© puede hacer la mujer frente al avance del fanatismo religioso en la regiĆ³n?
Recuerdo el papel de la mujer iraquĆ durante la dĆ©cada de los ochenta del siglo pasado (nuestra Ć©poca de oro), cuando podĆa disfrutar de su libertad e independencia. Durante el periodo de la guerra con IrĆ”n, que durĆ³ ocho aƱos, la mujer pudo llenar el vacĆo que dejaron los hombres tras su alistamiento en los frentes de guerra; la direcciĆ³n de la mujer en las instituciones del Estado era digna de respeto y de confianza. Pero durante los Ćŗltimos seis aƱos el papel de la mujer ha sufrido una regresiĆ³n total: de ser una dama en la sociedad se ha convertido en una mercancĆa barata en manos de los jefes polĆticos y religiosos, que siguen al pie de la letra los dictados de los paĆses extranjeros a los que pertenecen. Puede parecer extraƱo, pero 90% de los miembros del gobierno en Bagdad no son iraquĆes o al menos tienen doble nacionalidad.
ĀæVolverĆ” a Iraq?
Hace dos dĆas estuve platicando vĆa Messenger con un amigo poeta, que me preguntĆ³ cuĆ”ndo regresarĆa a Iraq; le dije que volverĆa cuando se cure mi paĆs de sus enfermedades, e interrumpiĆ³ diciendo: āentonces nunca regresarĆ”sā. Los intelectuales dentro y fuera de Iraq tienen la firme convicciĆ³n de que la restauraciĆ³n de mi paĆs tomarĆ” muchos aƱos, si, y sĆ³lo si, existe una verdadera voluntad nacionalista para encauzar la vida cotidiana a como era antes de la invasiĆ³n estadounidense.
Lo que mĆ”s echa de menos de su patria es…
La cara de mi madre, la voz de mi padreā¦ AĆŗn recuerdo cuando me recibĆan con una canciĆ³n que me cantaban cuando era niƱo. ExtraƱo a mi nieta Mary, con la cual no he convivido lo suficiente; las playas del rĆo Tigris, en cuyas arenas transcurrieron los mejores dĆas de mi vida; el mercado de libros en Bagdad, cuando abre sus puertas los viernes por la maƱana. ExtraƱo las reuniones con los amigos cuyos crĆ”neos fueron perforados por las metralletas de las milicias, el perfume de mi querida campesina cuya parcela fue consumida por el fuego, el olor a tierra que se expande tras las primeras lluvias en mi tierraā¦ Echo de menos todas las cosas envenenadas por la democracia podrida.
ā Yaiza Santos
(TraducciĆ³n: Khalid Chami)
(Huelva, EspaƱa, 1978) es periodista y editora afincada en MƩxico. Imparte clases de periodismo en la Universidad Iberoamericana.