Instrucciones de antaño para ir bien al baño

El antiguo tratado dharma Las leyes de Manu ofrece una serie de instrucciones para una vida civil provechosa. 
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Por razones que no viene al caso explicar, leo Las leyes de Manu en línea (en francés), viejísimo tratado dharma que aprieta las leyes civiles y religiosas de la remota India elemental.

Traduzco a libro abierto algunos de sus muchos reglamentos, por si le resultaren útiles a la Asamblea Constituyente o a cualquier otro legislador en busca de iniciativas provechosas:  

Un brahmán [miembro de la casta sacerdotal] no debe comer vestido con una sola prenda, ni debe bañarse desnudo; no debe orinar en un camino, ni sobre las cenizas, ni en un campo donde haya vacas.

Ni en tierra labrantía, ni en el agua, ni en una pila de leña, ni en una montaña, ni en un templo en ruinas ni en un hormiguero.

Tampoco en madrigueras de los seres vivos, ni caminando, ni en la ribera de un río, ni en la cima de un cerro.

Nunca debe evacuar orina ni excremento con la cara hacia el viento, ni hacia el fuego, ni hacia otro brahmán, ni hacia el sol, ni hacia el agua, ni hacia donde haya vacas.

Que deposite su excremento en el suelo después de haberlo cubierto con leña, hojas, hierba y otras cosas parecidas, guardándose de hablar y estando puro, con el cuerpo y la cabeza cubiertos.

De día, evacuará su orina y su excremento con el rostro vuelto hacia el norte; en la noche, con el rostro vuelto al sur, hacia los dos crepúsculos, igual que durante el día.  

En la sombra o en la oscuridad, sea de día, sea de noche, un brahmán puede orinar o defecar con el rostro vuelto en la dirección que le venga en gana, lo mismo que si se encuentra en peligro de perder la vida.

Pone en peligro su inteligencia aquel que orina ante el fuego, el sol, la luna, el agua, el rostro de otro brahmán, el viento o una vaca.

Para purificar los órganos por donde se expulsan la orina y el excremento debe emplearse tierra y agua, tanta como sea necesario, lo mismo que para purificar las doce impurezas del cuerpo.

El sebo, el esperma, la sangre, la grasa de la cabeza, la orina, el excremento, el cerúmen, las uñas, los mocos, las lágrimas, las lagañas y el sudor: he ahí las doce impurezas del hombre.

Quien busque la pureza, deberá ponerle una aplicación de tierra a su pene, tres a su ano, diez a una sola mano o siete a ambas manos.

Luego de orinar o defecar es menester lavarse la boca y los orificios corporales.

Lo mismo antes de recitar el Veda y antes de comer.

 

 

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Es un escritor, editorialista y académico, especialista en poesía mexicana moderna.


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