Tengo un amigo catรณlico al que varios amigos ateos acribillamos a preguntas teolรณgicas e histรณricas. Tiene cintura y sabe aguantar, pero cuando se ve acorralado se refugia en su fe, privada, inexplicable e intransferible. Dice que un suceso paranormal lo convirtiรณ al catolicismo, pero no quiere revelรกrnoslo. Probablemente fue un golpe de calor o una intoxicaciรณn alimentaria. Ese repliegue hacia lo introspectivo le permite terminar el debate. Un mecanismo de defensa de la religiรณn es, paradรณjicamente, su inverosimilitud: ante lo profundamente inexplicable no cabe debate alguno. Al leer El Reino de Emmanuel Carrรจre, donde el escritor francรฉs narra su conversiรณn y “desconversiรณn” del catolicismo para luego contar la historia de san Pablo, sentรญ como si descubriera el cristianismo por primera vez: “Vaya, o sea que realmente es esto, realmente los cristianos creen en toda estas supercherรญas.” No influye la lectura que hace Carrรจre de Pablo, con su falsa modestia, su populismo y su fe radical del converso. Me sorprendiรณ lo obvio, lo que ya sabรญa: la transubstanciaciรณn, la resurrecciรณn, la Trinidad, todo lo paranormal.
Lo obvio en ocasiones no se ve. En otras, se convierte en un clichรฉ: si le cuestiono a mi amigo catรณlico la imposibilidad de ser padre e hijo a la vez, se rรญe. Si voy mรกs allรก, se refugia en la religiรณn como algo privado. Ahรญ no puedo entrar. Los nacionalistas, con sus mitos y mรกrtires, reaccionan igual. Lo obvio (que las naciones son inventos artificiales, que las polรญticas identitarias son peligrosas e injustas) suena estereotipado. La acusaciรณn de nacionalista se responde con la misma etiqueta. Cuando la crรญtica es mรกs elaborada, se refugian en su identidad, en esa fe privada inexplicable que, salvo mediante una epifanรญa, nadie puede comprender. Pretenden legislar y gobernar en base a una diferencia y una identidad que no son capaces de explicar. Su argumento es que no se entiende desde fuera. Si vivieras aquรญ, lo comprenderรญas. Pero hay muchos allรญ, y de allรญ, que no lo comprenden. La identidad es algo privado, individual, inexplicable, pero muchos siguen colocรกndola en lo colectivo para explotarla polรญticamente. La religiรณn es algo privado, individual, inexplicable, pero muchos siguen atendiendo a la opiniรณn de un grupo de cรฉlibes religiosos de un Estado teocrรกtico que no respeta la igualdad.
Tras la investidura de Carles Puigdemont como nuevo president de la Generalitat de Cataluรฑa, gracias a una maniobra de “correcciรณn” en los despachos del resultado de las urnas (el tรฉrmino correcciรณn en este contexto es mรกs sombrรญo que cualquier otro mรกs explรญcito), muchos independentistas se preguntaron con sorna cรณmo pronunciarรญan los de “Madrid” su apellido. Probablemente mal. El castellano no estรก hecho para palabras como “Puigdemont”, “libertad” o “democracia”, del mismo modo que Herder, el romรกntico nacionalista alemรกn del siglo XIX, pensaba que la lengua francesa solo valรญa para la mentira y la traiciรณn, mientras que la alemana solo podrรญa expresar la verdad. Quizรก en la manera de pronunciar Puigdemont estรก el llamado “hecho diferencial” catalรกn. En ese caso, Cataluรฑa no podrรญa ser un Estado miembro del euro. Al menos no mientras el jefe del Eurogrupo sea Dijsselbloem.
En los aรฑos 90, Puigdemont, al igual que el cabeza de lista de Junts pel Si Raรผl Romeva, estudiรณ los nacionalismos y viajรณ por las “naciones sin Estado” de Europa. Ni siquiera las guerras nacionalistas en los Balcanes le hicieron replantearse el nacionalismo. Quizรก piensa que esos proyectos fracasaron porque no los liderรณ รฉl. Puigdemont ahora puede gobernar sin explicar y ridiculizando lo obvio, porque es la รบnica manera en que puede hacerlo. Si se ve acorralado siempre puede reรญrse de tu acento.
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Ricardo Dudda (Madrid, 1992) es periodista y miembro de la redacciรณn de Letras Libres. Es autor de 'Mi padre alemรกn' (Libros del Asteroide, 2023).