La gaviota de Anton Chekhov

Gracias, en parte, a un magnรญfico elenco, esta nueva puesta en escena de la clรกsica obra de Anton Chekhov rompe con tradiciones para convertirse en la gran apuesta de la temporada.ย 
Aร‘ADIR A FAVORITOS
ClosePlease loginn

Desde su debut ruso en 1896, es posible que La Gaviota sea la obra teatral mรกs veces escenificada —y querida— de Anton Chekhov. Puede atribuirse a la universalidad de los temas que toca —el deseo, principalmente, ya sea de amor, fama, compresiรณn, trascendencia o piedad; la fragilidad de la naturaleza humana, la compleja estructura de una engaรฑosamente simple vida familiar —, a las escenas ricas en subtexto (lo que no se dice es tan o mรกs importante que lo verbalizado), a la atmรณsfera que es un laberinto cuyas paredes se estrechan. Stanislavsky tuvo uno de sus mayores รฉxitos al representarla en la Rusia Imperial y desde entonces no ha dejado de aparecer en mรบltiples versiones, en escenarios de toda รญndole, lo mismo dirigida por Mike Nichols (con Meryl Streep como Irina Arkadina), que Sidney Lumet, Charles Sturridge (con Vanessa Redgrave y su hija, Natasha Richardson) o mรกs recientemente, Daniel Veronese.

Diego del Rรญo, de la mano de ร“scar Uriel —responsables del exitoso montaje Proyecto Vanya, de 2013 —, retoma el texto de Chekhov sin vestuario decimonรณnico (todos usan ropa de calle, como nosotros) ni lenguaje aristocrรกtico. No obstante la desnudez de lรฉxico y escenario, su inmediatez atrapa. La casa de campo de Piotr Nikolayevich Sorin (Odiseo Bichir, formidable en su compasiรณn y decadencia) es un escenario con el mรญnimo necesario de elementos presentes. No importa; como dijera Peter Brook ante la caja negra, “esto es el palacio del zar”, y transporta a los espectadores a un proceso experimental, que no obstante es fiel a las imรกgenes que se perciben a travรฉs de los ojos de los personajes, que hacen corrillo para observar cรณmo las escenas se suceden, el tiempo se vuelve elรกstico y surgen las traiciones y los afectos, seducciones y despedidas.

A la cabeza del reparto se encuentra Blanca Guerra: una fuerza de la naturaleza: Cronos devorando a sus hijos, mas no exenta de una insรณlita ternura; la ineptitud como madre de esta eximia —y esta mujer lo es, quรฉ duda cabe —por conectar emocionalmente con su hijo, el temperamental dramaturgo Kostya (Josรฉ Sampedro) es feroz. ¿Cรณmo es que el fruto de sus entraรฑas le resulta tan ajeno, aรบn cuando madre e hijo comparten la pasiรณn por el teatro? A partir de esta grieta, la perfecciรณn de la porcelana se va deshaciendo en aรฑicos de manera inexorable; vรฉase la escena en que trata de cambiar el vendaje de la herida en la cabeza de su hijo, que en un arrebato infantil ha intentado pegarse un tiro: Arkadina intenta ser madre amorosa, pero pierde la paciencia y los estribos muy pronto. Para ella, todas las escenas en las que aparece son parte de una obra muy importante: su vida misma. Blanca Guerra es colosal, en un par de pantalones negros, una camisola de seda y escasas joyas. No necesita adornos: ella es el objeto de belleza que deslumbra, que destroza, hiere y mรกs aรบn que su memorable Martha, en ¿Quiรฉn teme a Virginia Woolf?, de 2014, la Arkadina que hace es casi definitiva: emerge completa, egotista y tacaรฑa, seductora y misteriosamente vulnerable, con total solvencia, a escena.

Como Trigorin, su amante (y mascota), el escritor popular, Mauricio Garcรญa Lozano —director cรฉlebre por mรฉrito propio, que aquรญ hace una rara visita al terreno actoral —entrega una muy sรณlida interpretaciรณn; es un hombre que evidentemente admira a su dura maรฎtresse, y que carente de voluntad se ha entregado al rol de trofeo y objeto del deseo: sรณlo encuentra una chispa de fuego propio al coincidir con la volรกtil Nina, nรบbil aspirante a actriz que es la alegorรญa de la gaviota del tรญtulo (Paulette Hernรกndez), pasando ambos de un coqueteo inofensivo, casi rutinario, a una atracciรณn que podrรก resultar incontenible, entre actos.

En el rol de Masha, tradicionalmente cรกustico y amargo en su desamor —Kostya sรณlo tiene ojos para Nina y ella habrรก de conformarse con un alcoholismo creciente, una maternidad tediosa y un matrimonio desabrido con Medvedenko, el maestro rural —la presencia de Adriana Llabrรฉs resulta un hallazgo; su Masha es sarcรกstica, sรญ, pero tambiรฉn elegante y certera en sus movimientos pese a que en esta casa ella tiene un sitio indefinido; o miembro de la familia o domestique glorificada. Donde Nina es la gaviota, esta Masha que presenta del Rรญo es una pantera negra que observa todo mientras da vueltas detrรกs de los barrotes de su jaula: quizรก su mirada resulta la mรกs lรบcida de todas las que convergen en estas escenas. Llabrรฉs plasma un rictus de estoica melancolรญa que en su rostro resulta extraรฑamente hermoso; su Masha sabe perfectamente que no tiene esperanza, revelรกndose como protagonista secreta en esta puesta en escena.

Aรบn sentado inmรณvil mientras dormita, Odiseo Bichir es un Sorin entraรฑable y doloroso: el ocaso de sus dรญas, en los que nadie le da el respeto que merece, es el telรณn de fondo para las intrigas amorosas que ocurren bajo su mismo techo. Su cariรฑo por el sobrino que criรณ—Arkadina estaba demasiado ocupada cortejando la fama como para ocuparse de un niรฑo—es el afecto mรกs honesto que hay en la obra, sin embargo, poco vale para Kostya, que se obsesiona con aquello que no puede obtener. Bichir es un actor de temple y presencia equiparables a las de Guerra y se deja ver con sutileza y gran oficio, apoyado por la solidez de Pablo Bracho como el Doctor Dorn, vecino que admira a Arkadina y sostiene un affair secreto con Polina, el ama de llaves, encarnada por Pilar Flores del Valle, quien imprime una tristeza delicada a su personaje, mujer desesperada por migas de cariรฑo, que no se permite perder la sobriedad de su posiciรณn en la casa, y Carlos Valencia como Medvedenko, que, a la par de Masha, todo lo percibe.

El nudo de esta trama lo componen dos eslabones que deben ser mรกs fuertes: Paulette Hernรกndez es una Nina bella y voluble, que hacia el final descubre, de mala manera, que las aspiraciones y sueรฑos de jovencita, ya como mujer que ha sufrido, no siempre se realizan. Por su parte, Sampedro en el difรญcil rol de Kostya, da pasos hacia una madurez como intรฉrprete: no es sencillo despertar simpatรญas por un personaje que reacciona en peligrosa rabieta ante la frustraciรณn vocacional o amorosa, lo que lo hace mรกs cercano a nosotros. Ambos jรณvenes actores son la apuesta del director para mostrar la falibilidad del carรกcter humano, y es en ellos donde รฉl debe trabajar mรกs para compensar el compromiso que dan a trazo y texto dรกndoles una justa dimensiรณn y espacio para crecer.

Hay riesgo en esta Gaviota que del Rรญo construye —o quizรก des-construye—en el Foro Shakespeare, donde se presentarรกen temporada de lunes a domingo a lo largo de todo el mes de diciembre, agasajo invernal para el espectador que busca algo poco convencional, aunque se trate de un clรกsico tan establecido: la tesis de la obra es que el teatro debe romper con las tradiciones y ataduras, formulismos y lugares comunes, para ir a un punto mรกs allรก y hablarle al (cada vez mรกs elusivo) pรบblico en la butaca. Del Rรญo se atreve, es fiel a esta idea y mueve sus piezas como en un tablero de ajedrez. ¿Es una puesta perfecta? No. Tal cosa, y mรกs con la intenciรณn del director, es imposible: su propรณsito no es hacer una naturaleza muerta o un retrato al รณleo. Sus personajes (y los actores que los encarnan) yerran, palpitan, observan, rรญen, titubean, anhelan. Tienen ritmo, pero lo pierden, para recuperarlo, acercรกndose todos de manera inescapable lo mismo a la dicha que a la desgracia, muchas veces en un parpadeo.

Como la vida misma.

+ posts

Miguel Cane (Mรฉxico DF, 1974) Es novelista y periodista cinematogrรกfico. Su mรกs reciente publicaciรณn es el inclasificable "Pequeรฑo Diccionario de Cinema para Mitรณmanos Amateurs".


    ×

    Selecciona el paรญs o regiรณn donde quieres recibir tu revista: