Son entonces tus manos ávidas
en mí las que me rescatan del sueño
solitario donde floto suspendido
entre tú y la tierra y allá afuera
llueve otra vez mi ventana ya disuelta
en las luces del suburbio nada admite
en esta calma muerta más allá
de nuestra respiración nuestros cuerpos
cambian de forma hallan otro espacio
para medir las distancias
desde la lejanía
hasta aquí tus manos ávidas
mías como una cuna mi mano
te sostiene las tuyas
hablan a través del sueño 3 a.m.
y yo escucho acurrucado
en tu pubis mi hombro entre
tus piernas su lenguaje
escucho al cuerpo tu peso
entonces sobre mí la cama que gira
y nosotros dormimos, dormimos, dormimos.
Luego despertamos, despertamos y te vistes,
te vistes y te vas como es preciso. Te vas.
Dejas dejas dejas a la mujer
que lo admito lo dije yo quisiera ser
la mujer que soy entre tus piernas
el hombre que tú quisieras ser
entre las mías ese hombre
que separa mis piernas que me rescata
del sueño ese hombre en que tú
te conviertes, un hombre cuando te vas
y la mujer que soy duerme
todo el día tus manos ávidas
son un lenguaje del sueño
de las 3 a.m. de la lluvia en la ventana
de la mujer que soy, la mujer que
espera, que espera, que se sienta
y espera y se toca ella misma
meciéndose en su propia mano,
esta mujer que soy cómo deseo
que me abraces así. ~
– Versión de Jorge Esquinca