Si Barack Obama eligió como compañero de fórmula al McCain demócrata (Joe Biden es un senador de larga trayectoria y espíritu independiente), John McCain ha escogido a la Obama republicana. La gobernadora de Alaska, Sarah Palin es carismática, joven y exitosa. Tiene una familia digna de una tarjeta navideña y una historia personal emotiva. Por si fuera poco, la señora quedó segunda en el concurso de belleza estatal hace algunos años, cosa que nunca está de más.
Con la elección de Palin como su candidata a la vicepresidencia, McCain intenta matar dos pájaros de un tiro. Primero, rejuvenecerá su propia candidatura y al partido republicano que, de un tiempo a la fecha, parecía más una reunión del club de los gerontócratas que un partido político moderno. En segundo lugar, McCain tratará de aprovechar la herida –abierta, a pesar del esfuerzo de Hillary Clinton en la Convención demócrata de esta semana– que aún existe entre los millones de mujeres que han tomado la derrota de Clinton como un descalabro histórico y personal. La de McCain es una apuesta genial. Basta ver la sonrisa de Palin para imaginar cuántas de las “adelitas” post-Hillary votarán por el candidato que sí tuvo los pantalones para elegir a una mujer como su compañera rumbo a la Casa Blanca.
Por supuesto, y como pasó también con Obama y Biden, la decisión de McCain implica grandes riesgos. Así como los republicanos atacaron a Obama por escoger a Biden, acusándolo de reconocer de manera tácita su poca experiencia, los demócratas ahora dirán que McCain ha tratado de rodearse de un rostro sin arrugas que tiene, a sus 44 años, la misma experiencia que Obama.
Al final, todo se reducirá a cuál de los dos partidos venda mejor su dupla. El carisma y la experiencia de Obama y Biden o la experiencia y el carisma de McCain y Palin. Será una batalla épica.
– León Krauze
(Ciudad de México, 1975) es escritor y periodista.