En 1919, Marcel Duchamp puso bigote y perilla a una reproducción de La Gioconda. Quería, con ese gesto, interrogar el sentido estético del ideal de belleza, de misteriosa femme fatale y androginia. Al pie de la obra en la que aparecía su Gioconda alterada escribió LHOOQ, que traducido del francés significa, literalmente, “ella tiene el culo caliente”. El artista, más allá de una broma, estaba creando una viñeta, que bien podría encajar en un cómic.
Fabrice Douar, editor en el Museo del Louvre y Sébastien Gnaedig, director editorial de Futoropolis, crearon en 2005 su primera exposición de cómics. Una iniciativa que ha ido creciendo y a la que se han ido sumando otros museos. En la exposición El Arte en el cómic (del 18 de febrero al 15 de mayo en la Fundación Telefónica) algunos historietistas e ilustradores contemporáneos reinterpretan las grandes obras de la historia del arte. Las Meninas de Velázquez son aquí Las Mendigas de Don Julio. La libertad guiando al pueblo de Delacroix aparece aquí con la máscara de Guy Fawkes bajo el título 15 M: Voces de una revolución. Se trata de una forma distinta de reformular clásicos que marcaron tendencias culturales, bajo un tono sarcástico y moderno.
Subiendo las escaleras en forma de caracol del Espacio Fundación Telefónica, una ilustración de La Gioconda sin ojos ni nariz da la bienvenida a la muestra, que el comisario Asier Mensuro ha dividido en dos partes. La primera empieza con un muro exponiendo una colección del Museo del Louvre con, de nuevo, reinterpretaciones de la famosa obra de Da Vinci. Estas “bromas”, como lo fueron las de Duchamp, se expusieron en el museo parisino y ahora están en Madrid.
Un spray gigante de Campbell’s Soup en homenaje a Andy Warhol, máximo exponente del Pop Art, introduce la exposición de Mitos del Pop, del autor de cómic Miguel Ángel Martín, que se presentó en 2014 en el Museo Thyssen-Bornemisza. Los otros dos museos que cedieron sus colecciones a la muestra El Arte en el cómic son el Centro Nacional de Arte y Cultura Georges Pompidou conDalí par Baudoin y el Museo de Orsay con su colección de cómics sobre el arte en la mítica estación de tren. La Fundación Telefónica, por su parte, encargó a diez artistas que ilustraran, siguiendo su propio criterio, diez obras seleccionadas, que se exponen en el último muro de esta primera parte.
La segunda parte está compuesta por otras viñetas que no están relacionadas con ninguna colección expuesta en museos. José Luis Martín, colaborador de Ediciones El Jueves, convierte La Creación de Adán de Michelangelo Buonarroti en ¡Dios Mío!, un diálogo entre el falso Adán y el falso Dios. “¡Socorro!”, pide el primero desde el mar alargando el brazo y el dedo. “¡Faltaría más!”, contesta el Señor ofreciendo un flotador. La balsa de la Medusa de Théodore Géricault se transforma en un collage creado por distintos ilustradores como Martí Segui, Gallardo Vallés o Laura Mediavilla. En 1988, con motivo del número 100 de la mítica revista El Víbora fueron encajando unos personajes con los otros siguiendo el estilo tradicional: pegamento, tipp-ex y correo postal. El resultado es una balsa sórdida que mezcla un náufrago skin con un borracho, un veraneante en una hamaca y una prostituta, entre otros especímenes. “Mira Frida… ¡Qué real!”, avisa una mujer a otra señalando las viñetas que ilustran un momento de la vida de la artista mexicana Frida Kahlo. Enfrente de esta se puede apreciar la fijación de Santiago Valenzuela por incluir La Torre de Babel de Pieter Brueghel el Viejo en todos sus dibujos.
Los tonos de las viñetas, enmarcadas y colgadas como si fueran cuadros en los muros blancos, combinan con los colores de los bordes de las paredes. Cada museo se asocia en la muestra a un color distinto. Azul, rosa, naranja, verde. En la segunda parte, La pintura y el cómic, es el amarillo el que predomina.
La exposición consigue acercar a todos los públicos el mundo del cómic, mezclando la historia del arte con la ciencia ficción. En El Arte en el cómic conviven viñetas de superhéroes con grandes obras expuestas en museos de renombre. Conviven Spiderman y La Gioconda en la misma sala. Conviven los zombies de The Walking Dead con los autorretratos de Rembrandt. Esa fusión de creaciones nos recuerda, una vez más, que en el arte no existen fronteras.
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(Tarragona, 1993) es periodista.