En el nĆŗmero 317 de la revista Science (13 de julio, 2007) llama la atenciĆ³n un artĆculo: āPrefrontal Regions Orchestrate Suppression of Emotional Memories via a Two-Phase Processā (āLas regiones pre-frontales [del cerebro] coordinan la supresiĆ³n de recuerdos emotivos a travĆ©s de un proceso de dos fasesā), debido a un equipo de investigadores coordinado por Brendan Depue.
El trabajo de Depue y sus colegas del Departamento de PsicologĆa de la Universidad de Colorado en Boulder es atractivo porque trata de un tema que reside en la frontera entre las novelas de espĆas y realidades cotidianas como la dificultad para asociar una evocaciĆ³n especĆfica con su origen o sus circunstancias. Existen documentos del dominio pĆŗblico que describen programas de agencias gubernamentales de Estados Unidos y la antigua UniĆ³n SoviĆ©tica en los que paradĆ³jicamente se experimentĆ³ con las mismas drogas y procedimientos con la intenciĆ³n de suprimir recuerdos especĆficos en espĆas amistosos (presumiblemente para que no pudiesen confesar) y agilizar interrogatorios en agentes enemigos (a cantar se ha dicho). AsĆ, en aras de la seguridad nacional, colaboradores voluntarios e involuntarios partieron en viajes patrocinados por dosis generosas de LSD, mescalina y otras drogas. Y como sucede con los alucinĆ³genos, algunos no han regresado o su boleto de regreso los destinĆ³ a viajes con escalas en la demencia o la depresiĆ³n clĆnica.
Es bueno mantener una sana (y elevada) dosis de escepticismo al examinar la evidencia que se discute en la prensa no especializada, pero el lector podrĆ” acceder directamente a los dossiers a travĆ©s de pĆ”ginas de la red como http://www.informationclearinghouse.info/article13845.htm; o hacer sus propias investigaciones en documentos liberados por la CIA, como los que se encuentran en la Princeton Collection (http://www.foia.cia.gov/princeton.asp). Los experimentos que hacĆan la CIA y la KGB prueban que aun los paĆses mĆ”s poderosos del mundo pueden desdeƱar el mĆ©todo cientĆfico y embarcarse en pesquisas sin rumbo y sin fundamento. Eso sucediĆ³ como respuesta a la realidad y la paranoia propias de la Guerra FrĆa y se puede explicar porque la necesidad de mantener en secreto sus mĆ©todos y resultados eliminĆ³ el escrutinio y la retroalimentaciĆ³n de colegas imparciales.
Por supuesto que el experimento de Depue y sus colegas no es parecido en mĆ©todo o diseƱo a los de la CIA y la KGB. Hoy en dĆa hay tĆ©cnicas que permiten visualizar regiones del cerebro y distinguir aquellas que trabajan mĆ”s (que tienen mĆ”s actividad metabĆ³lica) durante situaciones o tareas especĆficas. Depue y sus colaboradores dividieron a los sujetos de su experimento en dos grupos y a ambos se les mostraron secuencias de dos fotografĆas. En cada secuencia la primera era una cara humana y la segunda una fotografĆa que genera una respuesta emocional como puede ser la de un accidente automovilĆstico. A cada participante se le presentaron varias secuencias. A los miembros del primer grupo se les pidiĆ³ que hiciesen lo posible por asociar la fotografĆa de la persona con la segunda fotografĆa. A los miembros del segundo grupo se les pidiĆ³ que hiciesen lo posible por no asociar las fotografĆas. No fue sorprendente que los miembros del primer grupo pudiesen recordar las fotografĆas āemotivasā al mostrĆ”rseles las fotografĆas de las caras ni que el segundo grupo se comportase a la inversa.
Hasta este punto se podrĆa argumentar que los sujetos estaban sesgados y que la metodologĆa tiene debilidades. Sin embargo, al estudiar las imĆ”genes de actividad cerebral se encontraron patrones distintos en la respuesta del cerebro a travĆ©s del tiempo y se descubriĆ³ que las regiones cerebrales mĆ”s activas durante el experimento variaban significativamente entre los dos grupos. Estos resultados sugieren que la vida de nuestros recuerdos depende de una batalla entre mecanismos que operan en regiones distintas del cerebro. La evocaciĆ³n de una situaciĆ³n que intuimos placentera pero que no podemos asociar con un hecho concreto, la imagen del accidente terrible que no podemos sacar de nuestras mentes y la oscilaciĆ³n obsesiva entre ambas pueden explicarse por estos mecanismos. El destino prĆ”ctico de esta investigaciĆ³n es encontrar fĆ”rmacos u otro tipo de terapias que permitan restablecer mecanismos cerebrales daƱados.
El informe de Depue y los experimentos de la CIA y de la KGB āque hoy se conocen gracias a la reciente apertura de dossiers confidencialesā representan esfuerzos contrastantes y aleccionadores. No siempre los proyectos con mayor presupuesto, acceso a sujetos experimentales y apoyo gubernamental, son los que arrojan mĆ”s luz sobre problemas o preguntas importantes. Por otro lado un experimento simple, con bajo riesgo y bajo costo, arroja evidencia primigenia para entender cĆ³mo trabaja la mente humana. Es muy posible que este informe constituya un parteaguas; ĀæquĆ© regiones del cerebro son las mĆ”s activas cuando el escritor escribe?, Āæcuando el soƱador sueƱa?, Āæcuando el asesino maquina?; ĀæquĆ© regiones del cerebro luchan para prevenir que el honrado estafe?, Āæque el hĆ©roe se sacrifique? SerĆ” difĆcil diseƱar experimentos para contestar las dos Ćŗltimas preguntas pero no las tres primeras. Tal vez algĆŗn dĆa entenderemos si los habitantes de un paĆs en el que predomine la amnesia histĆ³rica comparten un proceso comĆŗn. Los investigadores mexicanos podrĆ”n encontrar con facilidad sujetos de estudio apropiados para este tipo de investigaciĆ³n… ~