La tenencia como un impuesto ecológico

Eliminar el Impuesto sobre Tenencia o Uso de Automóviles responde a motivos políticos, pero podría mantenerse y así ayudar a apuntalar la causa ambiental. 
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La tenencia a vehículos en México data del año 1962, primero como parte de la Ley de Ingresos de ese año (artículo 13) y posteriormente como una ley propia: el 28 de diciembre de 1962 se publicó en el Diario Oficial de la Federación la Ley del Impuesto sobre Tenencia o Uso de Automóviles.  La tenencia fue propuesta por el presidente Adolfo López Mateos, primero bajo el argumento de generar los ingresos para la justa Olímpica de 1968 y posteriormente por la conveniencia que conservar y regular dicho gravamen tributario[1].

Este impuesto ha sido modificado en diversas ocasiones. En 1974 se otorgó el 30% de lo recaudado a los estados y al DF; en 1980 se incluyeron helicópteros, aviones y yates; en 1981 se aplicó tasa cero a vehículos de más de 10 años de antigüedad; en 2004 se fijó tasa preferencial a vehículos eléctricos y, en 2007 apareció el decreto por el que será  abrogada  a partir del 1 de enero de 2012.

La abrogación de este impuesto respondió a motivos políticos (era una vieja promesa de campaña de Felipe Calderón) y económicos “en virtud de que en la actualidad dicho impuesto, a pesar de ser federal, es administrado en su totalidad por las entidades federativas y el 100% de su recaudación pertenece a las mismas”, por lo que era posible transferir la responsabilidad de su existencia a cada uno de los Estados[2]. Igualmente, se mencionó que el incremento inercial de las participaciones federales permitiría cubrir la desaparición de dicho impuesto sin dañar las haciendas locales.

No obstante lo anterior, desde la perspectiva ambiental resulta poco justificable la abrogación de la tenencia, pues si bien es un desincentivo imperfecto[3]  al uso del automóvil, esta se podría transformar en un impuesto ambiental que reduzca los costos sociales que generan los automóviles.

La experiencia internacional señala que es posible. En diversos  países se cobra un impuesto por el uso o tenencia de automotores en función de un parámetro ambiental, por lo general gramos de bióxido de carbono generado por kilometro. Esto incentiva la compra y uso de automóviles con eficiencias energéticas mayores (consumen menos gasolina) y que contaminan menos. Por ejemplo, Inglaterra cuenta con impuesto anual a vehículos en función de sus niveles de emisiones, con tasas que varían entre £115 y £1,000 ($2,194 y $19,079 pesos) para el primer año y  £20 a £460 ($381 y 8,776 pesos) para años subsecuentes[4]  (Véase el cuadro 1). Se estima que con este impuesto se han logrado reducir las emisiones totales de la flota vehicular en 7.8% entre 2000-2009, y ha reducido en 17.4% las emisiones de autos nuevos en el mismo periodo. (SMMT, 2011

Fuente: <www.direct.gov.uk>

*Cálculos propios, factor de conversión de CO2 KM a KM/l = 2331.64785 km/l. Tipo de cambio:19.07939 pesos por libras (Banxico, mayo 2011).

En México el 0.8% de los ingresos totales federales son generados por la tenencia y el 0.4% de estos[5]  (2010) se gasta en subsidiar la gasolina, de ahí que la desaparición de la tenencia pueda no solo tener un impacto ambiental sino fiscal.

En lugar de eliminar la tenencia, esta se debería transformar en un impuesto ambiental en función de las emisiones de CO2 de los automóviles. Los recursos generados podrían pertenecer a las entidades federativas y ser etiquetados para gasto enfocado en disminuir las externalidades que generan los automóviles como: inversiones en transporte público, pagando programas de reforestación o conservación de áreas naturales, o bien para la construcción de ciclo-vías y demás infraestructura  destinada a transportes alternativos que no contaminan. 

 


[1]Cabe señalar que México no formalizó su interés por organizar las olimpiadas hasta el 7 de diciembre de 1962, con un proyecto de financiamiento, y fue designado organizador oficial hasta octubre de 1963, por lo que resulta interesante las “habilidades predictivas” del gobierno tanto en el impuesto como en la organización de los Juegos Olímpicos.

[2] De acuerdo con esta nota“para 2011 son 15 las entidades que ya aplican un Nuevo Impuesto Estatal a la Tenencia para vehículos de hasta 9 o 10 años, claro con diferente nombre, en tanto que 16 siguen aplicando este año el Federal”.

[3] La tenencia generaba un incentivo positivo ambiental al encarecer el costo de los automóviles; pero contenía  un efecto perverso al dejarse de cobrar a los 10 años, pues los automóviles más viejos son los que más contaminan y al estar libres de tenencia se promovía  el uso de estos y no el de vehículos nuevos más eficientes.

[4]  Lo recaudado no está etiquetado. Se va a las arcas públicas del Reino Unido.

[5] Fuente: Centro de Estudios de las Finanzas Públicas <www.cefp.gob.mx>

(Fuente de la imagen)

 
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Economista. Actualmente labora en el Instituto de Políticas para el Transporte y Desarrollo. En proceso de obtener el grado de maestría en urbanismo por la UNAM.


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