La verga: apelativos frecuentes

Los estudios muestran que ponerle apodos al pene es una compulsiรณn tan vieja como simple.ย 
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Los estudios muestran que ponerle apodos a los pรฉneses masculinos –como dicen los especialistas–  es una compulsiรณn tan vieja como simple. La imaginaciรณn popular procede de acuerdo a un gastado manual que detecta sรญmiles morfolรณgicos (“el palo”, “el pistรณn” o “la manguera”); analogรญas zoomorfas (“el burro”, “la vรญbora”, “el pรกjaro”); representaciones gastronรณmicas (“la salchicha”, “el chorizo”); ufanรญas armamentistas (“la bazuka” “la escopeta”, “el dardo”) y, por รบltimo, apropiaciones de poder autoritario (“su majestad”, “el diputado” o “el mussolini”), etc.

Los pedagogos interesados en sexualidad infantil registran invariablemente que si se piden nombres del pene a grupos mixtos de menores de 13 aรฑos salen, luego de las risitas, abundantes respuestas, mientras que si se pide lo mismo para la vagina el resultado es siempre un incรณmodo silencio.

A finales del XIX, el magnรญfico Havelock Ellis, osado precursor de Freud (de quien ya se he escrito aquรญ) sostuvo en el quinto volumen de sus opulentos Studies in the Psychology of Sex

que

entre todos los รณrganos sexuales es el pene el que, sin duda alguna, mรกs poderosamente ha impresionado a la imaginaciรณn: es el emblema mismo del poder generativo y de ahรญ que se le mire con una mezcla de reverencia y asombro estremecido que a veces, incluso entre personas educadas, se convierte en horror y disgusto (p. 121).

Es por eso que se le adjudican tantos nombres, sobre todo –dice– en latรญn y en francรฉs, y “comparativamente menos” en inglรฉs. (Curioso si, como me informa mi amigo @LordMacaulay, el Oxford English Dictionary registra en su Historical Thesaurus, ochenta y cinco nombres para La Cosa en sรญ.) Esa idea del victoriano Ellis se debe a su lectura del Glossaire รฉrotique de la langue franรงaise que publicรณ Louis de Landes en 1861 y que registra “varios centenares de sinรณnimos para el pene” (desde la breve vit y el oriental godemichet al rabelaisiano callibistri y a la afanosa quรฉquette) que se pueden, en dicho libro, ver galantemente documentados en la tradiciรณn literaria francesa. 

Calculo que fue en ese Glossaire donde hallaron inspiraciรณn tanto el narrador espaรฑol Camilo Josรฉ Cela como el filรณsofo mexicano Elรญ de Gortari de Gortari (What are you, twins? habrรญa preguntado Groucho Marx). No tengo a mano el Diccionario secreto de Cela, uno de cuyos tomos inventarรญa y analiza los nombres del pene, que recuerdo muy agudo, gracioso y erudito (y que alcanzรณ apoteosis en su desopilante relato El cipote de Archidona).

El libro libro de Gortari de Gortari, en cambio, aparece parcialmente en lรญnea: lo suficiente para olvidarlo. Ese Diccionario de palabrejas cuyo prรณlogo apenas oculta sus deudas con el Glossaire, suma novecientas pรกginas, la cuarta parte de las cuales enumeran “El nombre del falo” y amontonan caprichosamente un millar y medio de voces y frases, albures y calembures que mรกs o menos revolotean alrededor de la verga recalcitrante.

Rara cosa que, en asuntos de sexualidad, el exceso resulte insoportable, pero ocurre que en este Silabario hasta el ejote es, segรบn su autor, apelativo de verga. El filรณsofo mira alzarse vergas en cualquier objeto tubular, desde los hot dogs hasta las jeringas; en las palabras que acaban en ote o en ito; en la totalidad de los ofidios, las tuberosas y las armas; las detecta en todo lo que aviente, lance, escupa o derrame, entre o salga (desde la puerta hasta la catapulta), asรญ como en todo lo que se yerga, desde el faro en la costa hasta las chimeneas, “porque son elevadas y sobresalen verticalmente”. ¿Serรญa esta bizarra lexicologรญa consecuencia de su extensa lealtad al materialismo histรณrico?

Y lo que no es sobrante es redundante (por ejemplo: “la verga es fรกlica por excelencia”). A diferencia del seรฑor de Landes y de don Camilo, de Gortari nunca documenta sus entradas. Pero lo peor es la nula prosa:

Verga, del latรญn virga. Es la designaciรณn latina del miembro viril. Tambiรฉn significa rama tronchada sin hojas. Varita mรกgica. Varita encantada. Bastoncillo. Como contraparte, la mujer que no ha tenido acceso carnal es virgo, es decir, la virgen. La expresiรณn “vergas en alto” de los marineros se usa, por asociaciรณn de ideas, cuando dos o mรกs hombres estรกn prontos para iniciar la cogienda con una o varias mujeres.

Hay registros tan inauditoscomo

Acero, por su temple y dureza, la verga se introduce como una espada por cualquier orificio que se le ponga enfrente.

Adivino, del latรญn addivinare, predecir el futuro o descubrir las cosas ocultas. Porque la vagina se mantiene oculta y el pene la descubre, resulta ser un adivino. Ademรกs, por la adoraciรณn que recibe, en la misma voz queda incluido su carรกcter divino.

Ajo, el ajo se parece a la cabeza de la verga.  

Mas rescatable es el registro de algunos albures, viejos en las carpas, y ya rituales huecos en el habla cotidiana, como aquellos que se arman con apariencia de nombres propios:

Tecla Varela Vergara

Zacarรญas Blanco de la Barra

Zoyla del Hoyo Prieto

Agapito Melo Aguirre

El cura Melchor hizo a gusto

Dorotea Tornillo

Rosa Mesta

Michaira Sakuda

Lope Lara Siqueiros

Aunque sus hermenรฉuticas –bastante innecesarias por otro lado–  provocan cierta pena:

Agapito Melรณrquez es un juego de palabras para expresar el deseo de que a uno le ahorquen el pito, es decir, que le opriman fuertemente la verga con el esfรญnter o jareta muscular que tiene la vagina.

Por รบltimo, la mรกs rara y caprichosa entrada del Silabario del seรฑor de Gortari:

Carlitos, designaciรณn cariรฑosa de la verga, como si fuera una persona.

What?

 

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Es un escritor, editorialista y acadรฉmico, especialista en poesรญa mexicana moderna.


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